Diecinueve horas después de despegar del aeropuerto de Barajas, aterrizábamos en esta ciudad-estado situada al sur de la península de Malaca, y considerada como uno de los territorios más meridionales de Asia continental. El paso por inmigración llevó casi una hora, con lo que nada más salir ya estaba el equipaje esperándonos y pudimos ir a tomar un taxi que nos llevará al hotel. Durante el viaje en el taxi ya habíamos sacado dos conclusiones de Singapur; la primera es que íbamos a pasar bastante calor, pero me refiero a esos calores pegajosos que en realidad no nos abandonaría hasta casi el final de nuestro viaje. La segunda es lo extremadamente cuidada que luce esta ciudad de Asia, en la que sorprende que hasta las vallas o quitamiedos que están a lo largo de la autopista se encuentren ocultos tras una cortina de plantas y coloridas flores.