Osaka es la tercera urbe más poblada de Japón, y curiosamente también la menos japonesa de todas. El ambiente que se respira en esta ciudad es muy diferente al de Tokio o a la cercana Kyoto, mucho más tradicionales, mientras que Osaka es una ciudad abierta al mundo con costumbres y usos más cercanos al mundo occidental que al oriental. Y eso lo notamos a poco que nos fijamos nada más poner un pie en ella. Aquí las rígidas normas de convivencia tan presentes -y necesarias- en otras ciudades niponas se relajan, se interpretan de otra forma y no es extraño ver como se arrojan colillas a la acera, el orden en las colas se relaja o no se respetan los semáforos por parte de algunos peatones. Nada grave, por supuesto, y más para nuestros ojos acostumbrados ya a la mala educación existente en nuestra sociedad. Su aeropuerto internacional de Kansai, construido en una isla artificial en mitad de la Bahía de Osaka, es una verdadera joya arquitectónica y un prodigio de la ingeniería moderna. En entradas venideras ya comentaré más cosas acerca de esta impresionante construcción, ya que regresamos a casa desde sus instalaciones. Llegamos a la estación de tren de Shin-Osaka en el tren bala procedentes de Himeji. Esta estación está situada en el norte de la ciudad, zona que comenzamos a explorar empezando por las torres Umeda Sky, quizás el edificio más emblemático de Osaka.
Este espectacular edificio consta de dos torres unidas por una plataforma de exploración que ofrece las mejores vistas panorámicas de todo Osaka al que se accede por unas escaleras mecánicas colgadas en el vacío. Antes era gratuito pero ahora hay que pagar una entrada por acceder al mirador. De todas formas desde el piso inferior a la plataforma, donde hay instalada una tienda de souvenir y un restaurante, también se puede disfrutar de las vistas -y gratis- aunque no en 360 grados.
Desde lo alto, Osaka se extiende hasta donde nuestra vista alcanza. Su privilegiado emplazamiento frente a la Bahía de Osaka, en la desembocadura del Río Yodo, los numerosos canales cruzados por decenas de puentes, el enorme puerto y los cientos de torres dan la impresión de una urbe intimidante, aunque luego en la práctica no lo es tanto.
Tras disfrutar de las vistas teníamos que decidir cual iba a ser nuestro siguiente paso. El hecho de no disponer de demasiado tiempo nos hizo priorizar, y decidimos no gastarlo yendo hasta el Castillo de Osaka. Además veníamos de visitar el Castillo de Himeji, el más impresionante del Japón y Patrimonio de la Humanidad, con lo que el muy recientemente reconstruido Castillo de Osaka había perdido todo el atractivo para nosotros.
Regresamos a la estación de tren donde buscamos la LoopLine para desplazarnos hasta la zona más concurrida de la ciudad, el Dotombori. La LoopLine es una línea circular de tren que recorre algunos de los lugares más significativos de Osaka, y que además es gratuita si posees la Japan Rail Pass. En ese sentido es muy similar y funciona igual que la Línea Yamanote de Tokio. Tras un trayecto de media hora en dirección sur, y tras hacer un transbordo, llegamos al barrio más tradicional y popular entre locales y turistas de Osaka. La zona de Minami está repleta de gente a todas horas, bien sea en sus incontables locales de comida -en Dotombori- o en la zona de tiendas y grandes centros comerciales -Shinsaibashi- donde se marca la moda de Osaka. Esta ciudad debe visitarse obligatoriamente al caer la noche que es cuando saca a relucir su carácter y destapa su verdadera alma y se desnuda tal como es.
Increíble los ríos de gente que se mueven por Dotombori. Aquí se puede encontrar cualquier comida o especialidad que se desee en los incontables restaurantes y puestos de calle que elaboran a la vista las recetas más sabrosas y conocidas de Japón. Y sin duda una de esas especialidades que más expectación despertó entre nosotros fueron los "takoyaki", lo que vienen siendo unas bolitas rellenas de pulpo. Se elaboran en unas planchas enormes y la masa está hecha a base agua, harina y huevo, y en su interior un taco de pulpo. Sin duda deliciosas y muy saciantes, nos las sirvieron con una mayonesa y una salsa takoyaki. Un buen comienzo nada más aparecer por Dotombori.
Una de las comidas más singulares de Japón es el pez globo, más conocido como fugu, y Osaka es un referente en esta especialidad. Su preparación para el consumo humano es muy delicada ya que este pez contiene un veneno mortal, y se viene a tardar cerca de una hora en preparar uno. El gobierno japonés emite una licencia por la que sólo los chef más cualificados pueden preparar el corte del pez globo para el consumo, y luego las entrañas y otras partes del pez que contienen las toxinas son incineradas con extremo celo en el mercado de pescado. En los últimos quince años 23 personas han perdido la vida comiendo fugu, y es que el veneno es 17 veces más letal que el cianuro y con el añadido de que no existe antídoto, con lo que la muerte sobreviene en minutos. Con estos antecedentes la verdad no nos animamos a probarlo, además del precio claro, que tampoco ayudó.
El restaurante Kanidoraku con su gran cangrejo articulado colgando de su fachada es un referente en la típica fotografía turística que todo el que vista Osaka se lleva para casa. Su especialidad, como no podía ser de otra forma, es el cangrejo preparado de mil formas posibles: a la parrilla, gratinado, filetado crudo, cocido, prensado como en surimi, etc..
En el Canal de Dotombori se concentra un montón de rótulos luminosos que en la noche iluminan el canal como si el sol nunca se hubiera puesto. Esta zona suele estar muy animada al caer la noche y sus enormes neones son el reclamo perfecto para disparar la cámara de fotos hacia los más famosos, como el de la cerveza Asahi o el atleta ganador de "glico man" instalado por primera vez en 1935. Un par de barcos turísticos recorren el canal con las oportunas explicaciones de unas apasionadas guías turísticas que se dejan la voz en el empeño.
Muchos restaurantes se intentan ganar al cliente mediante el reclamo de sus rótulos luminosos o bien colgando las extravagantes figuras del producto principal que ofrecen. Sin duda uno de los alicientes de estos barrios tradicionales de Osaka. Te puedes encontrar desde vacas colgadas a enormes cangrejos moviendo sus patas articuladas, desde peces globo elaborados como una gran figura de origami a amenazadores pulpos morados. Todo para distinguirse entre tantísima oferta culinaria. En una pequeña plaza en mitad de Dotombori unos puestos móviles ofertaban una gran variedad de tipos de comida. Cada uno de ellos se especializaba en un tipo, e iban del puesto de marisco al especializado en carne de cerdo, de la ternera de Kobe servida en brocheta al puesto de sushi y sashimi, y por supuesto el okonomiyaki al estilo de Osaka. Contaban con mesas para cenar con comodidad pero la noche no estaba como para comer al raso.
Después de recorrer un montón de restaurantes, escrutar sus cartas y cotillear platos raros, al final nos decidimos por uno cuyo escaparate ofrecía todo un espectáculo de coloridos platos de plástico, a parte de estar puesto verdaderamente bonito. En principio no fue nuestra primera opción pero es que otros que nos habían convencido tenían unas colas enormes para sentarse a cenar, o directamente ya no aceptaban más reservas, porque como ya dije antes Dotombori estaba petado de gente. El resultado final no fue malo y disfrutamos bastante de la comida que nos sirvieron.
Para empezar con una especie de pollo glaseado...
un cangrejo gratinado al horno...
una ternera sabrosísima y muy jugosa...
y por último un calamar que se asó lentamente en un horno portátil en nuestra mesa.
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