martes, 14 de diciembre de 2010

Koper e Izola. La puerta de entrada al adriático esloveno.


Este día nos levantamos con la intención de conocer la costa adriática eslovena y más tarde, de regreso a Ljubljana, hacer una parada en el Castillo de Predjama, ya que nos cogía de camino. Lo que pasa es que una cosa son los planes que preparamos en la cabeza, y otra muy distinta como se desarrollan las cosas más tarde. No habíamos tenido en cuanta la cantidad de tiempo que íbamos a dedicar a las preciosas localidades de la costa eslovena, en especial Piran. Lo primero que hicimos fue bajar al buffet a tomar fuerzas con un espléndido desayuno y luego montarnos en el coche, en un precioso día soleado para dirigirnos al sur, al Adriático. La mayoría del camino hacia Piran (unos 130 kilómetros) lo hicimos por autopista, hasta casi llegar a Koper,(a unos 100 kilómetros) y de ahí hasta Piran transcurrió por una carretera costera que nos ofreció espectaculares vistas de la costa, a veces al mismo nivel del mar y otras ascendiendo por montes y cuyos miradores nos dejaron absolutamente sin habla. Pero iré por partes.



Llegamos a Koper, no sin cierto miedo, ya que a primeros de agosto y en una soleada jornada dominical, esperábamos tener que tragarnos algunas caravanas en la carretera. Pero no ocurrió así. A pesar del ambientazo que había en los pueblos de la zona costera (principalmente en Piran) se circulaba sin ninguna dificultad. Koper es sobre todo la puerta de entrada de las mercancías por mar al resto de Eslovenia. Y se nota en que su principal actividad es el puerto, con grandes barcos porta contenedores en pleno proceso de descarga, y hasta recibe algún que otro crucero al cabo del año. Pero también tiene una pequeña cara turística, con muchos restaurantes al pie del cuidado y pequeño puerto deportivo, donde abundan más las pequeñas barcas pesqueras en detrimento de los grandes yates. Pero a pesar de haber crecido bastante en los últimos años, conserva en bastante buen estado, un pequeño casco histórico con algunas valiosas edificaciones. Paseando por sus recónditas y estrechas callejuelas llegamos a la Plaza de Tito, presidida por la Catedral de San Nazario y su alto campanario veneciano, visible desde casi cualquier punto de la ciudad, con el color blanco predominante en la ornamentación interior, y con la poderosa imagen del Palacio de los Pretores y de la Armería al fondo de la misma. También es interesante el edificio de la Loggia al lado opuesto de la Plaza de Tito. Estas edificaciones están construidas en gótico veneciano. Y precisamente eso, la presencia del estilo veneciano e italiano en muchos de sus edificios, junto a que el idioma italiano y el esloveno lo escuchábamos hablar habitualmente entre sus habitantes, ya nos hizo darnos cuenta del pasado italiano de esta zona de Eslovenia. El resto del casco antiguo que envuelve la Plaza Tito se compone de enrevesadas calles, con edificios de dos alturas y sus típicas contraventanas venecianas, y con grandes jardines florales colgando de algunos de sus balcones. Durante el recorrido pudimos observar pequeñas iglesias como la Iglesia de San Nicolás o la Iglesia de la Santísima Trinidad, con a penas capacidad para unas decenas de fieles. También posee un buen número de Palazzos que fácilmente pasarán desapercibidos ya que su aspecto es muy discreto. Como ejemplo el Palazzo Pizarello o el Palazzo del Bello. Ambos se localizan muy cerca del Duomo.

Palacio de los Pretores

La estancia en Koper sólo nos llevó unas pocas horas, y aunque es una ciudad bastante industrial, con grandes grúas para la estiva de contenedores, con antiestéticas construcciones de naves, industria y bloques de pisos bastante desafortunados, el hecho que esté al principio de la carretera que conduce al resto de la costa eslovena, y unido a que no requiere un desvío importante, justifica la visita. Además, y como aspecto positivo, el hecho de que Koper casi no tenga turismo, le otorga un ambiente más auténtico , con restaurantes y cafés orientados y al servicio de los habitantes de la propia ciudad, aparte del bien conservado casco medieval. Por cierto que aquí también heredan el gusto por los helados italianos, y pudimos degustarlos por sólo un euro. Eso es difícil de encontrar, por no decir imposible, en la propia Italia. Volvimos a coger nuestro coche para continuar el recorrido por la costa adriática, no sin antes subir por la calle Belveder, donde pudimos contemplar una panorámica del puerto y parte del casco histórico de Koper.


    Interiores de la Catedral de San Nazario


Las calles semivacías del casco histórico. Imagen inusual en una población costera y en pleno mes de agosto





El estilo arquitectónico veneciano está presente en muchos de los edificios de Koper


Izola



Y en cuestión de minutos ya estábamos accediendo a otra de las poblaciones costeras de Eslovenia. Izola es una pequeña población asentada en una península asomada al Mar Adriático, y que cuenta con un pequeño puerto pesquero con una peculiar forma circular. De todas formas, y debido a la cantidad de turismo procedente de la cercana Italia, existe un gran puerto deportivo lleno de veleros y yates, de los que una gran parte de ellos enarbolan pabellón italiano. De nuevo otra población con un esquema enrevesado de pequeñas calles medievales, y donde cometimos el error de entrar hasta la “cocina” con el coche (es decir hasta el mismo puerto de pescadores y el rompeolas) ¡ Madre mía! Pero que difícil es maniobrar y poder dar la vuelta con el coche para poder desandar el camino hecho. Había que sortear sillas y mesas de terrazas, bordillos, algunas italianas ineptas al volante, pilones de hormigón… y todo sin emular a James Bond y terminar en el fondo del mar con coche incluido. Si es que la mejor intención es la primera. Y la primera fue dejarlo en un aparcamiento gratuito justo a la entrada de Izola, donde por cierto también está el punto de información turística. La mayor diferencia, aparte del tamaño mucho menor de Izola (o Isola en italiano) con respecto a Koper, es que es mucho más turística. Aunque de nuevo, los visitantes que recibe mayoritariamente son italianos y los propios eslovenos que van a disfrutar de su gastronomía y de la brisa marina. Pero también tiene una cara de pueblo pescador que parece sigue conservando hoy en día y que surte las cartas de los restaurantes que se alinean en el puerto. Lógicamente los pescados y mariscos son las estrellas.



El pequeño tamaño de Izola nos permitió recorrerla en poco tiempo. En el mismo centro nos encontramos con la Iglesia de San Mauro, cuyo campanario es visible desde casi cualquier punto y es la referencia de altura del pueblo. El Palazzo Manzioli y el Palazzo Lovisato son otros de los vistosos edificios construidos en gótico veneciano. Lo mejor sin duda es perderse por sus calles y disfrutar de su arquitectura medieval hasta llegar al Iglesia de Santa María de Alieto, la más antigua de Izola. La terracitas al borde del puerto y el precioso día soleado nos tentaban a tomar un aperitivo junto con una cerveza bien fría. Pero a pesar de que la tentación era enorme, aún nos quedaba conocer el destino estrella de la costa eslovena y que llevábamos tiempo queriendo conocer; Piran.



Una parada en los miradores de camino a Piran resulta imprescindible


1 comentarios :

Estimado Nacho,

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