miércoles, 25 de febrero de 2015

Cremona y Brescia



Cuando se habla de la región italiana de la Lombardía, parece que todos los caminos conducen, en este caso no a Roma, sino a la capital de la moda Milán, o como mucho y en su defecto a Como y su ultra reconocido mundialmente lago. Pero existen otras ciudades verdaderamente monumentales, encantadoras y con una rica historia. Y a eso nos dedicamos ese día, a conocer dos de ellas. Y para ello nos desviamos de la "autostrada" que une Turín con Bérgamo, desplazándonos por las carreteras al sur de las regiones del Piamonte y de la Lombardía. Nuestra primera parada llegó pronto, a poco más de una hora desde nuestra partida del hotel llegamos a Cremona. Ciudad monumental, con una Plaza del Duomo verdaderamente bella y espectacular. Una ciudad armoniosa cuna de grandes lutieres que se aprecia a primera vista debido a la gran cantidad de talleres de instrumentos de cuerda que aún perduran en algunas de sus calles.. No en vano en esta bella ciudad nació el maestro artesano Antonio Stradivari allá por el siglo XVII, constructor de los más deseados violines y violonchelos del mundo, y por los que suspiran concertistas y coleccionistas privados de todo el mundo. Además los meses del estío suelen ser soleados, además de muy calurosos, lo que otorga una luz muy especial a la piedra y los ladrillos rojizos empleados en la construcción de muchos de sus edificios públicos.







Contemplar desde el centro de la Plaza del Duomo de Cremona todas las edificaciones que la abrazan le lleva a uno inevitablemente a preguntarse el por qué lugares tan impresionantes como éste no son demasiado conocidos por los turistas que atiborran y ahogan otras ciudades italianas. Aunque por otro lado  es de agradecer que se mantengan en un cierto anonimato para poder ser disfrutada como una ciudad con vida propia y no como un gran parque temático para turistas. Y es que la gran fachada de la Catedral, el esbelto campanario y el grandioso baptisterio forman un conjunto arquitectónico formidable frente al grandioso edificio del Palazzo Comunale y la Loggia dei Militi.


De la Piazza del Duomo de Cremona parten concéntricamente una serie de pequeñas calles empedradas que esconden encantadores hoteles de gestión familiar, pequeños comercios tradicionales, talleres de lutieres y tratorías donde la clientela mayoritaria son lo propios lugareños de Cremona, y nosotros los únicos turistas.





Y donde la comida que te sirven es sencilla en elaboración y sobre todo con productos frescos y locales. Aquí no existía una oferta interminable de platos en carta, pero lo que había estaba elaborado con mimo y resultaba de lo más sabroso. Como esta fresca ensalada de queso, pimiento y atún y unos fabuloso platos de pasta con salmón fresco.....para repetir.




La herencia de Antonio Stradivari continua viva como ya había dicho anteriormente. Y uno de los instrumentos que nos parecen más hermosos es el violín. Siempre me ha parecido que es un instrumento capaz de expresar sentimientos como ningún otro, y por otra parte hacernos aflorar nuestros sentimientos también. Pensé en adquirir uno, aunque sólo fuera para exhibir su belleza como decoración, pero los precios no estaban para bromas. Lógico por otra parte, en Cremona los violines son pequeñas obras de arte.


Pero como todo en la vida, nuestro tiempo era limitado y debíamos continuar nuestro camino por la Lombardía italiana. Así que nos pusimos de nuevo en carretera por las autostradas italianas, esta vez con destino final en Brescia.


Y de nuevo, al igual que nos había ocurrido en Cremona, esta ciudad norteña de Italia nos volvió a sorprender por la cantidad de patrimonio que tenía para ofrecernos y por la espectacular belleza de sus catedrales, edificios públicos y sus calles y gentes. Y una de esas imágenes que más identifican a la ciudad de Brescia es la de sus dos catedrales juntas, el Duomo Vecchio y el Duomo Nuovo, vigiladas y observadas de cerca  por el Palazzo Broletto, absolutamente maravillosa.


Tanto la fachada como las naves interiores del Duomo Nuovo son majestuosos, al igual que su gran cúpula, la tercera más alta de Italia. Sin duda es la construcción más espectacular de la Piazza Paolo VI, el papa de Brescia.






El Duomo Vecchio de estilo románico posee una rara planta circular que pretendía recrear la atmósfera del Santo Sepulcro de Jerusalén para transportar a los feligreses a una dimensión lo más cercana a su fe. Así mismo sus interiores están decorados con pinturas de grande maestros italianos.




Otra de la plazas que marcan el pulso de la ciudad de Brescia es la Piazza della Loggia, una plaza que forma un conjunto armónico y monumental, con cierto aire a la Serenissima. Los Pórticos y la Torre del Reloj preside en cierta forma la plaza y aloja en el interior de sus arcos diversos comercios tradicionales.


El Palazzio della Loggia acoge hoy al ayuntamiento de la ciudad de Brescia, y es un ejemplo de la arquitectura veneciana del Renacimiento que dejó bellos ejemplos de su arquitectura y métodos de construcción durante su larga dominación sobre la ciudad.


Las ruinas del Capitolium y el Foro Romano es otro de los atractivos de Brescia a los que deberemos prestar atención. No en vano están ruinas están incluidas en el listado de la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad, aunque estas excavaciones no son precisamente muy accesibles al visitante, es el sitio arqueológico de ruinas romanas más importante de la región de Lombardía.




Otra de la plazas que llama la atención en Brescia es la Plaza de la Victoria. Una configuración geométrica dominada por líneas horizontales y verticales y pensada para actos y oratorias políticas dominada por el abundante mármol blanco. No en vano fue inaugurada por Benito Mussolini. Aquí ahora se celebran diferentes ferias y mercados y se organiza el ceremonial de colocación de los distintivos en los coches en la famosísima y glamurosa carrera de coches de época Mille Miglia.


2 comentarios :

Caramba, que ciudades mas preciosas, la verdad es que a veces nos centramos en conocer un lugar y no vemos mas allá de nuestras narices. Por eso me gusta a mi tanto viajar en coche. Estupendo reportaje.
Un saludo

Es cierto Carmen, el viajar en coche abre un montón de posibilidades a la hora de conocer y visitar ciudades que quedan más alejadas de los circuitos turísticos. Es una forma de viaje que también nos encanta. Muchas gracias

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