Shinjuku, el distrito donde nos alojamos en nuestra estancia en Tokio, es una de las zonas de la ciudad con más animación y donde se respira la modernidad de la gran metrópoli. Es por ello que pudimos pasear y disfrutar de este animado distrito durante varios días a lo largo de la estancia. Aunque más adelante, en otras futuras entradas del blog, entraré en el ambiente nocturno-qué es el que más mola- y las diferentes zonas de este distrito que nunca duerme, hoy nos tocaba acudir a una cita en las alturas. Y para ello nos dirigimos a través de las avenidas flanqueadas por altos rascacielos hasta el edificio del Gobierno Metropolitano de Tokio, lo que viene siendo el ayuntamiento de la ciudad. Nuestro objetivo era disfrutar de las vistas que ofrecen sus observatorios en el piso 45, a más de 200 metros de altura.
Estas tres torres en el distrito de Shinjuku albergan al hotel Park Hyatt que alcanzó la fama gracias a la película "Lost in Traslation" en la que actuaban Scarlett Johansson y Bill Murray. Se puede ir al bar de la planta 52 y disfrutar también de las vistas panorámicas, pero advierto que barato no es. Desde el ventanal de nuestro apartamento en Shinjuku disfrutábamos todas las noches de la vista del hotel Park Hyatt y del resto de rascacielos de Shinjuku completamente iluminados. Una preciosidad que aún tengo fresca en la memoria.
El original edificio del Gobierno Metropolitano en la zona de Nishi Shinjuku.
Una vez en el interior del edificio del Gobierno Metropolitano accedimos al mirador, que es totalmente gratuito. En él hay una cafetería y una tienda de souvenir y otras con multitud de productos gastronómicos, pero lo que nosotros deseábamos era comenzar a disfrutar de las vistas que los grandes ventanales nos proporcionaban. Gracias a las formas angulosas del propio edificio con salientes no hay zona de Tokio que se pueda escapar al escrutinio de los ojos de los visitantes, y nosotros comenzamos por la zona de rascacielos y la del barrio rojo de Kabukicho. Existen otros miradores en Tokio, como el de la Tokyo Tower, el rascacielos de Roppongi o la propia Tokyo Sky Tree Tower, pero su acceso es verdaderamente caro y teniendo el del Gobierno Metropolitano con acceso libre no lo creo conveniente. Y ya de gastar mejor gastarlo con una copa en el bar del hotel Park Hyatt en la planta 52.
Lamentablemente el día que elegimos para subir al mirador del edificio del Gobierno Metropolitano fue el más feo de toda nuestra estancia en Tokio, climatológicamente hablando. Amaneció un día gris aunque sin lluvia, al menos hasta la tarde que fue cuando comenzó a llover. De todas formas las nubes que se colaban desde la Bahía de Tokio no molestaba la vista de los edificios y de la ciudad, y hasta se podía ver la Tokyo Sky Tree Tower en la lejanía.
El gran parque Yoyogi en el centro de la imagen, un pulmón natural de Tokio. Y en el borde inferior izquierdo de la fotografía un pequeño edificio color rojo de quince plantas del altura donde estaba el apartamento donde nos alojamos en Tokio. Maravillosamente situado para explorar cómodamente la urbe, el extrarradio y hasta otras prefecturas desde la estación de tren de Shinjuku.
Desde este ventanal se debería poder ver el Monte Fuji en un día totalmente despejado, y éste desde luego no fue el mejor día para ello. Menos mal que al día siguiente si que tuvimos la suerte de poder contemplarlo desde el tren viajando a la localidad de Nikko. También pudimos apreciar la inmensidad de esta ciudad. Los distritos, los barrios, las casas se pierden de vista en la lejanía, tras cientos o quizás miles de calles, y llegan hasta las laderas de los montes circundantes. Es absolutamente increíble.
Y tras nuestro paso por las alturas nuestra siguiente visita fue el Parque Yoyogi. Un pulmón y sobre todo un buen lugar donde esconderse y escapar del ritmo trepidante de Shinjuku. Accedimos al parque por la entrada norte tras un agradable paseo desde los rascacielos de Shinjuku. La zona norte del parque alberga un museo y desde ahí parten caminos que atraviesan o circunvalan el mismo. Un agradable paseo entre miles de árboles y numerosos estanques, y el lugar donde se reúnen diferentes tribus urbanas tokiotas los domingos. En las olimpiadas de Tokio de 1964 el parque fue usado como principal villa olímpica y donde estaban los pabellones de baloncesto, saltos y natación.
Pero sin lugar a dudas lo más importante en el Parque Yoyogi es el Santuario Meiji. Es uno de los templos más notables de Tokio enclavado en un bello entorno. Está dedicado al Emperador Meiji y a su mujer y consta de dos recintos diferenciados. Por un lado está el el recinto del templo sintoísta, una grande y llamativa construcción en madera con un patio interior encerrado por corredores, además de un museo conteniendo joyas y tesoros de la Emperatriz y el Emperador emplazado al norte.
Centenares de ema cuelgan con los deseos y peticiones de los fieles
Por otro lado el recinto exterior alrededor del parque donde está la galería de pinturas con escenas de la vida los Emperadores Meiji y los edificios que sirvieron para el desarrollo de las olimpiadas. Así como más llamativo por tamaño está el Estadio Nacional Yoyogi. Las entradas que dan a los caminos de acceso al Santuario sintoísta Meiji están presididos por enormes torii de madera como no podía ser de otra manera.
Estas hileras de barriles de sake envueltos en paja fueron donados, según entiendo, al espíritu del Emperador Meiji como agradecimiento a su liderazgo en el crecimiento industrial y la modernización del Japón fomentando la industria y buscando el apoyo tecnológico.
El Estadio Nacional Yoyogi que nos encontramos caminando hacia Shibuya
0 comentarios :
Publicar un comentario