domingo, 12 de septiembre de 2010

Verona. Romantico tutto.


Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!… Porque esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos estáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire.

Quizás sea éste uno de los motivos por la que es más conocida y más gente acude en masa a Verona, la obra de William Shakespeare, Romeo y Julieta. Aunque desde luego no fue nuestro caso. Esta romántica ciudad era otra de las muchas asignaturas pendientes que teníamos. Ya me picó la curiosidad hace más de veinte años con motivo de la grabación de un concierto que mi grupo preferido de música, Simple Minds, ofreció en La Arena de Verona. Dicho vídeo venía precedido por imágenes y escenas cotidianas de esta histórica ciudad. Y desde entonces decidí que teníamos que visitarla. En este tiempo muchas cosas habrán cambiado, pero lo que es seguro que no es la imagen que se abrió ante nosotros una vez traspasada la Porta Nuova y recorrimos el Corso de igual nombre; el famoso Listón y la bellísima Piazza Bra y detrás, oculto por un pequeño parque arbolado, La Arena. El conjunto arquitectónico que forma El Listón es una auténtica preciosidad, con sus coloridas casas y las animadas terrazas llenas de cafés y restaurantes, daban unas ganas inmensas de correr y sentarse a tomar un refrigerio viendo tranquilamente a la gente pasar en un día verdaderamente caluroso. Pero bueno, una vez recobrado el juicio de nuevo (acabábamos de llegar y ya tendríamos tiempo de descansar), lo que teníamos que hacer era empezar a recorrer cada rincón de esta joya patrimonio de la humanidad, que son muchos y a cada cual mejor.






Lo primero la Piazza Bra, núcleo que concentra buena parte de las cosas imprescindible a ver, y del que parten las calles que llevan a las restantes. Lo primero que vimos fue El Listón, lugar de paseo por excelencia de los veroneses, las murallas comunales y el Palacio de la Gran Guardia. A su costado también vimos el enorme Palazzo Barbieri de estilo neoclásico. Sus escalinatas de acceso eran un buen lugar donde sentarse y comerse un helado a la sombra que daba en esos momentos del día. Y no somos los únicos que lo pensaban ya que estaban llenas a rebosar. La siguiente y obligada parada, al otro lado de la Piazza Bra y oculto por los árboles, el majestuoso Arena de Verona, un espectacular anfiteatro romano que es utilizado hoy en día, casi dos mil años después, para diferentes espectáculos lúdicos y culturales. A parte de los conciertos de música, en ese momento preparaban una ópera con unos decorados alucinantes que estaban elevando con enormes grúas por encima del anfiteatro y con las entradas vendidas en casi su totalidad. A mi particularmente me hizo muchísima ilusión estar plantado delante de él. Me venían a la mente multitud de imágenes de aquel concierto que habré visionado miles de veces y de las escenas que salían intercaladas, como la de la joven veronesa que circulaba en su velomotor esquivando a la gente por la Piazza Bra o aquel italiano conduciendo un viejo BMW mientras se repeinaba el pelo frente al espejo retrovisor, o de cómo el cantante y el teclista del grupo se acercaban a unos músicos callejeros y tocaban con ellos. Me gustó mucho estar allí por fin. Por cierto, todavía hay músicos callejeros que siguen dando ambiente a esta romántica ciudad.



Al final del Listón y junto al Arena parte la Vía Mazzini, una animada arteria comercial que nos llevó a otra bellísima plaza, La Piazza Erbe. Rodeada de algunos de los mejores edificios de Verona alberga un mercado de tenderetes y otro buen puñado de terrazas. En ella esta la Torre de los Lamberti y una hileras de casas cuyas fachadas están pintadas con frescos. También la Torre del Gardello y el ornamentado Palacio Maffei. A esas alturas nuestros estómagos ya estaban pidiendo algo con lo que entretenerse, así que en ese momento comenzó el peregrinaje en busca del restaurante ideal. Yo, generalmente, suelo mirar alguno y si uno me da buena pinta ahí que me siento. Pero Ceci parece que tiene que encontrar el perfecto. Hay que visitar uno por uno todos los de la zona para encontrar el mejor. Y por mejor me refiero a: el más bonito, el más agradable, el que mejores vistas tenga, el que mejor se coma y, ahí viene lo jodido, el que mejor precio tenga. Pero aunque parezca imposible, y gracias a su tenacidad , nos sentamos en uno muy agradable, de precio módico y con espectaculares vistas. En plena Piazza del Signori, preciosa plaza presisida por la estatua de Dante que reune en su espacio el Palazzo della Ragione, el Patio del Mercato, Palazzo del Capitán y Palazzo del Gobierno. Y junto al Palazzo del Capitán están las Arche Scaligere, ornamentadas tumbas al aire libre de los Señores de Verona y que hay que fotografiar obligatoriamente.





Continuamos después de comer perdiéndonos por calles menos transitadas hasta llegar a la margen del Río Adige, que recorrimos a lo largo de perímetro que encierra al casco histórico. A lo largo del paseo nos encontramos con coquetos ristorantes escondidos en callejones y con preciosas vistas al río, la Basílica de Santa Anastasia, con frescos de Pisanello y donde contemplamos unas excepcionales vistas de la etapa romana de Verona, el teatro romano y el museo arqueológico y justo a un lado el Castillo San Pietro. A esa parte se accede por el Puente di Pietra. Continuando por estas calles menos turísticas llegamos a la Piazza del Duomo en donde se puede visitar su mayor activo; un excepcional retablo de Tiziano, eso si, previo paso por caja. La entrada sirve también para visitar todas las iglesias y basílicas de Verona. Volvimos sobre nuestros pasos porque aún nos quedaba una cosilla pendiente. En nuestras rutas por las calles de Verona nos habíamos topado con la “presunta” casa de Romeo, y después de muchas horas en la ciudad , no habíamos buscado aún la casa de Julieta. Y aunque estas historias de ficción, que por algún motivo desconocido se perpetúan como la mayor de las realidades, no suelen llamar demasiado nuestra atención, estando en Verona teníamos que visitar la casa más famosa del lugar. Muy cerca de la Plaza Erbe y escondida en un patio interior al que se accede por un pequeño túnel, decorado en su totalidad con mensajes y grafitis dedicados a los enamorados, apareció ante nuestros ojos la casa de Julieta y su famoso balcón. Frente a ella la estatua de Julieta, presidiendo el patio de viviendas, en donde sucumbimos a la típica foto acariciando los brillantes y desgastados senos de Julieta. Curioso que en dicho patio de viviendas, frente a la casa de los Capuleto, tienen sus casas veroneses que no se cómo se las apañan para soportar el bullicio y los ríos de gente que allí se agolpan. Yo no se si podría acostumbrarme.






Ya sí, llegaba la hora de tomarnos nuestros instantes de relajación. Fuimos bajando por la Vía Manzini curioseando los escaparates de los numerosos comercios y entreteniéndonos con las diversas actuaciones callejeras hasta llegar a uno de nuestros momentos preferidos. Buscar una mesa en primera fila en una de las terrazas del Listón, refrescarnos con unas enormes limonadas (más tarde tenía que conducir) y charlar acerca de las vivencias del día mientras observábamos a la gente pasar con La Arena como telón de fondo. Lo mismito que hacían los veroneses, a excepción del vino blanco o vermú que adornaban sus mesas. Nos llamó la atención la elegancia (entendida a la italiana) que muchos lucían a esas alturas de la tarde-noche alrededor de las mesas de las terrazas. Había llegado el momento de abandonar Verona, la ciudad que luce orgullosa su león alado símbolo de la República de Venecia, y que hoy en día sigue perteneciendo a la región del Veneto. La noche ya había llegado y a nosotros nos esperaba un merecido descanso en nuestro hotel en Pádua.


  Dante presidiendo la Piazza del Signori



La desgastada estatua de Julieta


  Las Arche Scaligere
                                          

 Calles y edificios de Verona
                    

Mensajes a los enamorados en el pasadizo de acceso a la casa de Julieta
                             

1 comentarios :

Muy currado tu blog!enhorabuena.Yo también estoy recopilando mis viajes y escapadas en un blog,es lo tenemos los que siempres estamos viajando o pensando en viajar...Te invito a echarle un ojo en http://dosmaletas.blogcindario.com

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