
Después de disfrutar de cuatro días y medio de navegación por el
Océano Pacífico, casi a la hora del almuerzo comenzábamos a avistar las costa de la
Baja California en la lejanía, en un día que había amanecido muy nublado y con buena temperatura, y que a medida que nos íbamos acercando a la costa mexicana se iba despejando poco a poco. Aprovechamos esos momentos para relajarnos en las tumbonas de la cubierta promenade, sin perder detalle de la navegación costera por la península de
la Baja, una navegación de varias decenas de millas marinas. Lo que pudimos observar desde nuestro privilegiado mirador fue un territorio muy montañoso y árido, con muchas ensenadas costeras y salientes de rocas, y numerosas pequeñas poblaciones con extensas playas de arenas doradas presididas por grandes banderas de
México para despejar cualquier duda de donde nos encontrábamos. La proximidad a la costa también nos permitió observar las peripecias de gaviotas, pelícanos e incluso nos pareció observar delfines en la lejanía. La aproximación al "
Sapphire Princess" del barco de los prácticos del puerto de
Ensenada nos hizo saber que nos encontrábamos muy cerca de atracar en esta fronteriza ciudad mexicana.