Cuando uno visita una comunidad autónoma como Cantabria espera encontrarse una región rica en paisajes, biodiversidad y naturaleza, que además posee el Parque Nacional de Picos de Europa -primer parque nacional de España y segundo del mundo tras Yellowstone en Estados Unidos- y atesora también varios parques naturales que preserva la rica y variada fauna salvaje y la exuberante vegetación que cubre sus bosques de hayas, robles y acebos. Pero lo que resulta una sorpresa inesperada es toparse con un bosque de enormes secuoyas, el mayor del continente europeo, con algunos ejemplares que sobrepasan ampliamente los cincuenta metros de altura. La historia es cuanto menos curiosa, y como en tantas otras ocasiones comienza casi por casualidad, fruto de un experimento en los años 40 para estudiar la posible explotación de recursos forestales. Este bosque se encuentra situado a pocos kilómetros de la localidad de Cabezón de la Sal.