Acabamos de regresar de un inolvidable viaje de 6.230 kilómetros y tres semanas de duración, en el que hemos atravesado ocho países en los distintos desplazamientos, visitado un gran número de ciudades y localidades y en el que hemos contemplado parajes idílicos. Cuando empezamos a planificarlo hace unos meses nos pusimos, como casi siempre, unas premisas a cumplir. En esta ocasión, y aunque me encanta volver a visitar ciudades en las que he estado anteriormente para vivirlas desde otro punto de vista, no íbamos a repetir visita a ningún destino que ya hubiéramos estado, a excepción de Salzburgo en la que pasamos una tarde y cenamos en ella. Estableceríamos bases estratégicamente situadas en distintas ciudades para, bien visitar esa ciudad durante varios días si era grande y con muchos puntos de interés, o bien si en un radio de una hora en coche tenía al alcance distintos lugares intesantes. De esa forma los grandes kilometrajes los haríamos en el primer día desde nuestra ciudad y los dos últimos, ya de regreso a casa. Y además con la ventaja de no tener que cambiar de hotel casi a diario, lo cual se agradece.