Teníamos muchísimas ganas de hacer esta ruta por las Islas Británicas, pero hasta el momento no se habían dado las circunstancias, ya fuera por fechas de vacaciones o por precio. Pero todo eso cambió en julio de este año en el que se presentó la ocasión ideal, y encima con la expectativa de probar otra naviera nueva para nosotros; Princess Cruises. Así que no nos lo pensamos y le reservamos de inmediato. Una vez reservado el crucero tocaba reservar vuelos, y ver de que manera organizábamos los engorrosos traslados. El avión lo tuvimos claro, un vuelo directo desde Santander a Londres con Ryanair, que en poco más de hora y media nos dejaba en suelo británico con la comodidad que eso conllevaba. Otro cantar sería trasladarnos desde Stansted hasta Southampton, donde en principio los autocares de National Express parecía la opción más obvia, aunque las cinco horas y media de traslado hasta Southampton, incluido el tiempo que debíamos permanecer en el cambio de Victoria coach station, hizo que lo descartáramos de inmediato. Entonces optamos por el coche de alquiler, la mejor opción sin duda, ya que en poco menos de dos horas y media ya habíamos aparcado en la puerta de nuestro hotel. El único "pero" adaptarse al volante a la derecha y la conducción por la izquierda, aunque en este aspecto ya teníamos experiencia de otros viajes al Reino Unido. Ceci también quiso experimentar por unos instantes lo que era la conducción con el volante al revés en este flamante Vauxhall Astra.