lunes, 15 de mayo de 2017

Cork; la animada ciudad del sur de Irlanda


Cork es la segunda ciudad en importancia de la República de Irlanda. Llegamos a la ciudad en un día gris y plomizo, algo habitual en el cambiante e impredecible clima de la isla, tras una noche de navegación desde nuestra escala anterior en St Peter Port -más sobre el artículo de st Peter Port-. Tras desembarcar del crucero en la pequeña población costera de Cobh tomamos el tren en la estación que se encuentra justo frente a los muelles de atraque de barcos -ver horarios de trenes-. En poco menos de media hora ya estábamos en la estación central de Cork, un cómodo viaje que nos ofreció unos paisajes realmente bellos. Tomamos contacto por primera vez con el verde paisaje irlandés y el pintoresco entorno donde se levanta la ciudad de Cork. Un corto paseo desde la estación de tren hasta el centro nos descubrió algunas de las iglesias que pueblan esta tranquila ciudad destacando entre otras la Iglesia de San Patrick. Luego continuamos el paseo por la orilla del río Lee en cuyas orillas se pueden ver antiguos almacenes construidos en ladrillo rojizo a los que hoy en día se les ha dado otras utilidades, entre ellas centros comerciales.




El centro de la ciudad se camina muy fácilmente. Todo queda a mano y además se respira un ambiente tranquilo, relajado, que incluso queda reflejado en la poca circulación de vehículos a motor. La verdad que más que una ciudad de 125.000 habitantes parece un pequeño pueblo de vida apacible en el que la vida transcurre lentamente. Aquí es fácil contemplar edificios de arquitectura singular, vistosos y típicos pubs y multitud de balcones y ventanas decoradas con coloridas macetas de flores. En el mismo centro merece una pausada vista el "Enghish Market", o Mercado Ingles de Cork.


Este luminoso mercado alberga un gran número de puestos de frutas, hortalizas, carnes y pescados. A nosotros nos apasionan los mercados, es una debilidad que tenemos. Y este mercado de Cork, si bien no es demasiado importante en tamaño, si que presentaba unos puestos sumamente cuidados con unos productos y platos semi-elaborados que nos abrieron el apetito. Y para estos casos la parte de arriba posee una terraza donde poder tomar un café o té y acompañarlo de algún manjar o dulce tipicamente irlandés.




Por supuesto, y como cualquier otro puerto de mar -o casi- que se precie, el mercado tenía una gran variedad de productos provenientes del Atlántico. Hay que tener en cuenta que el centro de Cork está en una isla formada por dos canales del río Lee y está situada a pocos kilómetros del mar. Preciosos pescados brillantes y una variedad de marisco verdaderamente sorprendente. 


La iglesia de San Peter and Paul`s es otro de los templos interesantes de la ciudad de Cork. Se levanta en el centro de la ciudad, en la calle Saint Patrick,  y sus bellos interiores se pueden visitar todos los días. 


No pudimos dejar de tomarnos unas pintas en unos de los pubs del centro. Aunque hay rivalidad entre las cervezas negras elaboradas en Cork y las elaboradas en Dublín encuentras ambas sin problemas. En esta parte de la ciudad conviven comercios tradicionales con numerosas galerías de arte. Las casas lucían coloridas fachadas adornadas con banderas irlandesas y flores en sus ventanas, muchas flores, seguramente para combatir con color los oscuros y largos días invernales. No faltaban numerosos cafés que servían como centro de reunión de juventud absortos en sus portátiles y tabletas.






Situada en pleno centro de la ciudad de Cork se alza la famosa cervecerías Beamish & Crawford. Aquí elaboran desde hace más de doscientos años una intensa cerveza negra con muchos matices a chocolate y sabor de café tostado. Para el que guste de la buena cerveza negra -como es mi caso- es una auténtica delicia. Si bien es menos conocida que la famosa cerveza negra Guinness, muchos irlandeses opinan que la Beamish & Crawford es una cerveza de mayor calidad. Sólo es posible visitar la factoría los jueves en dos horarios por la mañana.




La Catedral de San Finbar es una construcción neogótica que data de finales del siglo XIX. Es la sede del obispado de la ciudad de Cork y es un edificio muy bello. Refleja, como en toda Irlanda, la cultura y la historia de una sociedad orgullosa y profundamente católica. Sus esbeltas torres acabadas en agujas son bien visibles desde casi cualquier punto de la ciudad. En la parte trasera de la catedral, en el exterior y sobre un pináculo, hay un ángel de oro que donó el arquitecto del edificio y que una leyenda local cuenta que el día que el ángel caiga se acabará el mundo. Resulta difícil de apreciar en la fotografía de la izquierda, pero ahí está. Más moderna es la arquitectura de la Casa de la Ópera de Cork justo al lado de la Crawford Galería de Arte de Cork. Desde ahí regresamos dando un tranquilo paseo por la rivera del río Lee hasta la estación de trenes. Si se quiere se puede completar la estancia en la ciudad con una visita a la cárcel de Cork o el Museo de la Mantequilla, ya que Cork es un gran productor de esta materia prima. Aún nos quedaba conocer la pequeña población costera de Cobh antes de regresar al barco.




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