lunes, 7 de julio de 2014

Vanuatu; explorando la Isla de Éfaté



Y llegamos a Vanuatu, más concretamente a su pequeña capital Port Vila. Este joven país está formado por un archipiélago de 83 islas diseminadas en el Océano Pacífico Sur que no alcanza los 200.000 habitantes. Anteriormente Vanuatu era conocido por el nombre de Nuevas Hébridas, y esta república es independiente desde el año 1980, año en el que se sacudió de golpe el domino colonial al que estaba sometido por parte de de Francia y Reino Unido. Este archipiélago volcánico es uno de los lugares del planeta con una actividad sísmica y volcánica más intensa, y hoy en día varios de sus volcanes permanecen activos regularmente ofreciendo al visitante un espectáculo del poder de la naturaleza sobrecogedor. Vanuatu es considerado por la fundación británica "New Economics" como el país más feliz del mundo, y nosotros sólo podemos corroborar esta conclusión. Sabíamos que este viaje por algunos de los países insulares del Pacífico Sur nos transportaría a paisajes increíblemente bellos, a paraísos terrenales pintados de verdes y azules. Pero también teníamos muy claro que el mayor aliciente de este inolvidable viaje serían sus gentes, su variedad de razas y sobre todo su espíritu y forma de enfocar la vida que, sin duda, nos ha transformado parte de nuestros pensamientos y actitudes con respecto a la vida. Nada más desembarcar del Oosterdam iniciamos arduas y largas negociaciones con los taxis y furgonetas pactando un precio durante todo el día. La capital de Vanuatu, Port Vila, tampoco ofrecía mayor interés. Una larga calle donde se alzan oficinas y una ciudad de bajas edificaciones donde se reúnen algunos servicios fundamentales como bancos, hospital y comercios diversos,con casas salpicadas por las laderas de los alrededores y en islas cercanas, por lo que el verdadero interés residía en el interior de la Isla de Éfaté, y sus frondosas e impresionantes selvas de Vanuatu.



Al final conseguimos llegar a un acuerdo con este simpático vanuatuense y sus destartalada furgoneta. Durante todo el día tendríamos el transporte garantizado para acceder hasta los lugares remotos que teníamos pensado conocer, junto a unos australianos y norteamericanos que captamos por los alrededores para compartir los costes del transporte. Por 30 dolares americanos por cabeza dispusimos de la furgoneta para desplazarnos. Una genial alternativa.


El que visita Vanuatu no viene a conocer grandes catedrales o importantes monumentos históricos. Esta pequeña república del Pacífico Sur ofrece naturaleza exuberante e impenetrables selvas vírgenes casi intactas que nos dejaron impactados. Es el gran atractivo de Vanuatu, como lo es en Europa los Fiordos noruegos o la isla de Islandia, o en Centroamérica lo puede ser Costa Rica entre otros; protagonista la naturaleza. Durante todo el trayecto en busca de la Laguna Azul y sus manglares no pude ocultar mi excitación por lo que mis ojos estaban admirando, estaba verdaderamente entusiasmado. Al menos la carretera por la que circulábamos estaba asfaltada, y no es algo que abunde en Vanuatu.


Por los márgenes de la carretera por la que circulábamos nos cruzamos con muchos niños que venían o iban a las escuelas. Pequeños poblados o casas aisladas se vislumbraban entre la frondosidad de la selva. También muchos adultos que con machete en mano se internaban en las selvas para, imagino, ganarse el sustento recolectando algún fruto o cazando a algún animal si se ponía a su alcance.  








Al cabo de un rato llegamos a la Laguna Azul. Una profunda poza de aguas increíblemente azul turquesa, transparentes y salobres, que forma una gran laguna justo antes de desembocar a las aguas del Pacífico Sur. Un lugar ideal para refrescarse del bochornoso calor típico del clima de Vanuatu. Y también un lugar ideal para practicar el snorkel entre manglares que dan protección a cientos de pequeños peces. Buceando en estas aguas pude contemplar los extraños juegos de ondas que forma el agua dulce al encontrarse con el agua salada de mar, y sumergiéndome a cuatro o cinco metros también pude ver entre las ramas y raíces de los árboles semi hundidos a un par de ejemplares de serpientes marinas, uno de los animales más venenosos del reino animal. Menos mal que sabía que no eran agresivas, pero así todo preferí alejarme de ellas.




En esta parte del mundo las flores que salpican las selvas son verdaderamente exóticas y de gran colorido. Es el paraíso para los botánicos, o para los que simplemente gusten de observar el mundo que les rodea. Junto a la laguna los árboles crecen vigorosamente y muchas de las grandes ramas llegan a tocar las aguas. también es posible abrirse camino por un estrecho sendero que casi llegaba hasta la misma desembocadura en el mar.




El tiempo fue pasando rápidamente, como siempre que se está ante algo nuevo y excitante, así que apuré las inmersiones entre los numerosas raíces de los manglares, las guarderías de los alevines de las especies de peces que viven en el arrecife. Un par de chapuzones más y de nuevo estábamos en marcha en la furgo.




A mitad del camino de la siguiente parada nos cruzamos con esta cotidiana escena. Paramos la furgoneta para comprobar que llevaban en sus manos. La verdad que dicha escena me sorprendió muchísimo. Era un grupo que había salido de caza y el hombre llevaba un primitivo y antiguo rifle, mientras que las mujeres portaban unos oxidados y afilados machetes. Y haciendo gala de la gran hospitalidad y amabilidad de los vanuatuenses me ofrecieron fotografiarme sosteniendo los zorros voladores que habían cazado, aunque yo decliné su amable invitación. En realidad me daba cierto repelús, no fuera que los bichos voladores me contagiaran alguna historia. Lo que si que hice fue fotografiar sus capturas y a ellos mismos a lo que se prestaron amablemente. Y es que los zorros voladores son una exquisitez a la brasa para los locales, y una buena forma de proveerse de proteínas.




Y tras un rato de trayecto por carretera llegamos a otro rincón del paraíso. Y es que en Vanuatu encuentras playas donde no va nadie cuando tu vas, y rincones que parecen pertenecer a un lienzo, llenos de color y luz. Y así lo reflejaba aquel lugar.


Otro de los atractivos turísticos de Vanuatu, y que además así lo promocionan en su web de turismo, es la posibilidad de practicar el remo en kayak en sus ríos semi ocultos por la frondosidad de las selvas. Una formidable forma de observar la fauna de estos bosques austral-pacíficos y sentirse como aquellos antiguos exploradores que recalaron en las costas de Vanuatu en el siglo XVII. El primer explorador europeo conocido que llegó a las costas de Vanuatu fue el español Pedro Fernández de Quirós, en el año de nuestro Señor de 1606 (como dirían en las pelis de descubridores), aunque más tarde también desembarcaron otros navegantes franceses y, cómo no, el capitán James Cook que fue quien las bautizó con el nombre de Nuevas Hébridas, nombre que prevaleció hasta el año que alcanzó la independencia.




Las desembocaduras de los ríos en el mar son auténticas guarderías para las crías de los peces, los alevines, que permanecen resguardados entre las raíces de los manglares a salvo de los grandes depredadores del arrecife, y suelen ser unos lugares estupendos para bucear y observar la fauna marina. A parte de eso también forman unas preciosas lagunas de un intenso azul turquesa que contrasta con el intenso verde de la vegetación y el blanco impoluto de la arena. Una explosión de color para los sentidos.


Aprovechando estos rincones paradisiacos a los que acude de vez en cuando algún turista, algunos locales de la zona han montado algunas sombrillas de paja y cenadores cubiertos con bancos y mesas de madera y por ello te cobran una pequeña entrada a las calas. A cambio mantienen todos los arenales limpios y libres de palos y porquería que traen las mareas y el césped cortado y mantenido a la perfección. Increíblemente en las playas no había un alma, y en todo el tiempo que permanecimos en ella tan sólo un par de coreanos que estaban recorriendo la isla en bicicleta fueron los únicos turistas que pudimos ver.....una maravilla.




Una familia esperaba en la carretera junto al puente que salvaba el río sentados en el suelo. En principio no sabía muy bien el por qué, o si quizás estarían descansando al ir con una niña pequeña. En realidad esperaban a una de las muchas furgonetas que hacen las funciones de transporte público entre diferentes aldeas. Ese es el motivo por el que ves a tanta gente sentados en los márgenes de las carreteras parados sin motivo aparente. En Vanuatu no hay muchos coches privados, y la población se mueve andando o en bicicleta el que la tiene, o bien utilizando estos transportes privados colectivos sin paradas asignadas.




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