De película al ser el centro de la industria del celuloide. Enorme en sentido literal, esta metrópoli formada por cinco condados tiene casi 80 kilómetros de longitud de sur a norte y una población que se calcula en unos 19 millones de habitantes. Con esas cifras no es de extrañar que en un principio el futuro visitante se sienta asustado y perdido a la hora de moverse por Los Angeles, más teniendo en cuenta el poco eficaz (a veces inexistente) transporte público. Visto lo visto, y después de largos ratos delante de la pantalla del ordenador en busca del sistema más eficaz para moverse por libre entre los puntos de interés del Condado de Los Angeles, decidimos reservar un coche de alquiler a nuestra llegada al aeropuerto, eso si, con un buen navegador GPS que nos guiara sin más rodeos de los necesarios. La verdad que las avenidas principales de la ciudad que comunican los diferentes condados no son avenidas en si mismas, sino más bien autopistas de seis o siete carriles por cada sentido. Algo que en un principio puede asustar, pero que en la práctica son un medio más o menos rápido de trasladarse de un lado a otro, siempre y cuando no sea en hora punta. En esas horas los atascos pueden ser monumentales, sólo es posible ver camiones, típicos autobuses escolares de color amarillo y coches y más coches, hasta donde la vista puede alcanzar. Sin duda Los Angeles es una ciudad pensada para los coches y no para el peatón, aunque si que es posible encontrar lugares donde poder pasear.