miércoles, 21 de junio de 2017

Glasgow; la ciudad industrial de Escocia


Glasgow es eminentemente una ciudad industrial. Durante la revolución industrial fue creciendo paulatinamente hasta llegar a ser la primera ciudad de Escocia y la tercera del Reino Unido tras Londres y Birmingham. Grandes acerías y prestigiosos astilleros florecieron al abrigo de los nuevos tiempos y, precisamente en esos astilleros, nacieron buques tan emblemáticos como el "Queen Mary", el "Lusitania" o el "Queen Elizabeth 2". Hoy en día Glasgow, al igual que otras grandes ciudades industriales del Reino Unido, ha sufrido cierto declive de su industria pesada aunque ha procurado sustituirlas por otras de carácter petroquímico que hace que siga siendo una ciudad bulliciosa aunque algo sucia. El "Caribbean Princess" atracó a primera hora de la mañana en el Puerto de Greenock tras una noche de navegación desde Belfast -leer aquí artículo de Belfast-. Greenock es la pequeña localidad que sirve de entrada al Puerto de Glasgow, y a continuación bajamos a tierra en busca de la estación de tren de Cartsdyke para desplazarnos hasta la estación de trenes del centro de Glasgow








Después de unos cuarenta minutos en el tren llegamos a la preciosa Estación Central de trenes de Glasgow repleta de marquesinas de hierro colado y numerosas luminarias por la que entraba la luz a espuertas. Nada más salir a la calle ya comenzamos a vivir el ambiente escocés de Glasgow. Animadas calles comerciales con numerosos edificios art decó y de estilo ecléptico. La calle Buchanan es una de las más concurridas y también uno de los mejores sitios para ir de compras en sus centros comerciales con grandes marcas de diseñadores. Paseando por la calle te puedes cruzar con algún chico vestido con el traje tradicional escocés. En este caso ese chico se dirigía a una de las plazas para tocar la gaita escocesa. Sin duda lo mejor en Glasgow es pasear sin rumbo predeterminado y sentarse de vez en cuando a saborear una buena pinta de cerveza. Pero no voy a engañarte, esta ciudad escocesa tiene poco que ofrecer al visitante y en líneas generales no es gran cosa.




La Catedral de Glasgow es el monumento más importante de la ciudad. Frente a ella el Museo de San Mungo del Arte Religioso que es a su vez el patrón de la ciudad. Esta magnífica catedral medieval del siglo XII ha permanecido casi intacta después de la Reforma protestante llevada a cabo en Escocia, y su oscura piedra -casi negra- junto a sus tejados verdes la hacen destacar en su entorno. Está a unos pocos minutos a pie desde el centro -pasando antes por la Universidad de Glasgow- y merece la pena visitar pausadamente sus sobrios interiores y deleitarse con sus detalles, y ya de paso descansar las piernas en alguno de sus bancos. Las numerosas vidrieras no son suficientes para iluminar el gran espacio interior de la catedral así que nos sorprendió mucho la oscuridad tan acentuada que le aportaba un aire bastante misterioso.






En una pequeña colina frente a la Catedral de Glasgow está el que es considerado unos de los cementerios más bellos de Europa. Lleno de extravagantes pabellones funerarios encargados por la gente adinerada de la ciudad que hizo fortuna con sus fábricas en la revolución industrial. Pasear por los caminos entre todas estas tumbas victorianas es una experiencia curiosa donde admirar este arte funerario realizado por los mejores escultores y arquitectos del momento. A parte se pueden disfrutar de bonitas vistas panorámicas del entorno por lo que no se puede ir uno sin conocer la Necrópolis de Glasgow.




Se acercaba la hora de comer y nos fuimos de nuevo al centro de Glasgow. Pasamos por la George Square, una de las plazas principales de la ciudad por la que seguro pasarás en varias ocasiones. En la plaza destaca sobre todo lo demás el impresionante edificio del Ayuntamiento de Glasgow. Un bello edificio simétrico representativo de la arquitectura victoriana y que se puede visitar gratuitamente entre semana en tours organizados, si así se desea. Muy cerca de George Square encontramos un precioso pub, The Auctioneers, donde pudimos descansar y tomarnos unas frías Guinness y unos fish&chips.




Por la tarde continuamos paseando por el centro de Glasgow, curioseando escaparates y disfrutando de los edificios y las gentes. El Museo de la Galería de Arte Moderno se estableció en uno de los edificios más emblemáticos de Glasgow y alberga en sus entrañas pinturas de vanguardia de artistas internacionales. Pero no sólo ofrece pinturas al visitante, también esculturas e incluso muestras de fotografía y su entrada es gratuita. Siguiendo con el paseo por la ciudad llegamos hasta el Royal Concert Hall, la sala de conciertos de la ciudad cuya construcción trajo miga, con retrasos, sobre costes y problemas de origen técnico.




Muy cerca del Royal Concert Hall nos sorprendió una escena callejera. Un grupo completo de pop-rock con su cantante, su guitarrista, su bajo y su batería, también con su amplificador y su generador de energía, y que entre los cuatro no sumaban ni cuarenta años. La afición por la música en directo en Glasgow es importante ya sea en sus numerosos pubs o en la calle cuando el tiempo lo permite. De ahí que en sus calles hayan nacido bandas míticas en el rock y el pop mundial que movían legiones de seguidores, como Simple Minds -que este año 2017 cumplen 40 años en la música ininterrumpidamente- o grupos que disfrutaron de gran éxito como Deacon Blue, Texas o más recientemente KT Tunstall. Y Oasis, que aunque son oriundos de Manchester, fueron lanzados al estrellato desde la ciudad de Glasgow.




En los últimos años Glasgow ha incorporado nuevos edificios vanguardistas a su línea de ciudad en la margen norte del río Clyde. El complejo de edificaciones del Gobierno Escocés en la fotografía bajo estas líneas, el centro de exhibiciones del Scottish Event Campus, el Museo de la Ciencia y la Torre de Glasgow -éstos en la margen sur del río- o el famoso recinto para eventos SSE Hydro



Greenock


Greenock está situado en el estuario del río Clyde a 42 kilómetros de Glasgow. Habitualmente sus muelles son utilizados par el atraque de cruceros y ferries con lo que es un importante punto de tráfico de pasajeros. Lo mejor que se puede hacer en Greenock es darse un paseo admirando los elegantes edificios, contemplar sus iglesias presbiterianas, católicas o protestantes y disfrutar de su puerto, antaño importante puerto pesquero. Hay que tener en cuenta que esta pequeña ciudad no es precisamente un destino turístico de primer orden ni dispone de monumentos llamativos pero se recorre en poco tiempo. Si se dispone de tiempo -que no fue nuestro caso- desde la Colina de Lyle se pueden disfrutar de unas impresionantes vistas panorámicas de todo el estuario del río Clyde.




Y casi sin darnos cuenta llegó la hora de volver a embarcar en el "Caribbean Princess". El puerto y la población de Greenock nos tenía preparada una bonita despedida que contaba con una gran banda de gaiteros y tambores, acompañados por un simpático muñeco vestido de rudo escocés -muñequito lo llamábamos nosotros cariñosamente- que en ocasiones flirteaba enseñándonos lo que tenía bajo la falda.




Puntualmente el "Caribbean Princess" largó amarras y tras la maniobra de desatraque comenzó su pausada navegación a lo largo del estuario de río Clyde. Conviene no perderse las vistas desde las cubiertas altas del crucero, realmente hermosas, con el contraste de los oscuros edificios de piedra y el luminoso verde de los campos de césped escocés. Desde los muelles nos despidió un nutrido grupo de jubilados ondeando banderitas de diferentes países, y desde la mar nos acompañó algunas embarcaciones con bonitos cascos de madera. Salir a aguas abiertas aún nos llevaría un largo rato. Por delante quedaba más de un día de navegación hasta recalar en nuestro siguiente puerto de escala; Inverness.




Sólo restaba disfrutar de la navegación y de la soleada tarde en esas latitudes septentrionales.




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