Lübeck, la bella ciudad hanseática fundada en el siglo XII, conocida como la ciudad de las siete torres que se corresponden con cinco de sus iglesias principales y donde se respira un ambiente medieval por cada calle, cada esquina y cada rincón. Rodeada por completo de agua y por los canales del Río Trave fue la base para la creación de otras ciudades comerciales a su imagen hasta formar con el tiempo la Liga Hanseática que dominaría el comercio del norte de Europa, desde el Mar Báltico hasta el Mar del Norte y el lejano Mar de Noruega. La visita de Lübeck seguramente se comenzará desde la orilla opuesta al Río Trave, sobre todo si se llegas en tu propio coche ya que es ahí donde se encuentran la mayor parte de los aparcamientos, y ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad.
El Dom, la Catedral de Lübeck destacando sobre el perfil de la ciudad antigua
A lo largo del paseo fluvial algunos de los edificios más antiguos llaman la atención en la fachada que da al río. La estructura medieval del casco antiguo es una impresionante colección de edificios góticos en ladrillo rojo. Todo este antiguo casco urbano fue merecedor de ser declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO por su inmaculado estado de conservación y la historia de esta ciudad de más de 1.000 años de antigüedad.
La Puerta de Holsten es una de las antiguas puertas de acceso de la ciudad de Lübeck. Este edifico gótico más parece una fortaleza que una puerta en si misma y con sus oscuras almenas contrastando con el ladrillo rojo es una de las imágenes más reconocibles de Lübeck. Es la única puerta de acceso a la ciudad que queda, ya que las otras dos restantes desaparecieron por casi completo a excepción de unos pocos restos.
El Museo de las Figuras de Teatro está ubicado en un antiguo edificio de ladrillo en pleno casco histórico de Lübeck, justo detrás de sus murallas. Este museo dedicado a las marionetas principalmente, aunque también expone cartelería, escenarios y toda clase de objetos relacionados con los títeres, es el mayor de Europa en sus género. Yo lo vi más indicado para niños o para los apasionados de este género teatral.
La Iglesia Luterana de Santa María tiene las torres más altas del casco histórico de Lübeck. De estilo gótico nórdico esta bonita iglesia está en pleno centro junto a la Plaza del Mercado y al Ayuntamiento de la ciudad. Todo forma un conjunto encantador y uno de los rincones más concurridos de Lübeck, a la vez que de los más fotografiados.
Una de las características del entramado urbano de Lübeck es la combinación de calles en pendiente junto a callejones y caminos empedrados. Los edificios están perfectamente restaurados y mantenidos y las calles repletas de turistas curioseando por cada uno de sus rincones. Esta parte de Alemania está muy concurrida en la época estival y recibe gran cantidad de turismo escandinavo.
Y tras pasar la mayor parte del día paseando por Lübeck, ya por la tarde decimos recorrer los escasos 15 kilómetros que la separan de Travemünde para cenar en esta localidad costera. Este pequeño pueblo costero no ofrece grandes alicientes al visitante exceptuando su playa, su cuidado paseo marítimo y sus tiendas y restaurantes.
De hecho no deja de ser una continuación de la ciudad Hanseática de Lübeck en forma de ser su gran puerto y puerta de salida al Mar Báltico. A través del canal de puerto de Travemünde, el mayor puerto alemán del Mar Báltico, es fácil ver los ferry zarpando en dirección a Suecia, Dinamarca y Finlandia.
A la hora de la cena nos decidimos por este restaurante flotante, el Traveblick, con unas vistas privilegiadas sobre el río Trave y el puerto. La oferta por otra parte tampoco es que fuera muy abundante ni variada y con la sorpresa añadida de la carta escrita sólo en alemán. Difícil se nos antojaba la elección de los platos.
Al final dos surf&turf con dos jarras de cerveza que fue lo único que entendimos de la carta
En cuanto al alojamiento, para nuestro paso por esta zona del norte de Alemania elegimos el hotel Jagdhaus Waldfrieden de la cadena de hoteles con encanto Romantik Hotels. Situado en la pequeña localidad de Bilsen, su emplazamiento a poco más de 20 kilómetros al norte de Hamburgo resultó ideal para explorar el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental y la propia ciudad de Hamburgo sin tener que estar cambiando de hotel todos los días.
El edificio del hotel data de 1902 y tenía unos enormes y maravillosos jardines, y un invernadero donde está montado el restaurante y la sala de desayunos luminoso y cuidado al detalle. Por cierto que los desayunos fueron fabulosos con una variedad de productos increíble y un atento equipo de camareros. La habitación como corresponde a este tipo de establecimiento encantadora y con un aire muy romántico. Un acierto total con el pero de un precio algo elevado.
El hotel visto desde los jardines y con el invernadero en primer término
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