Este año 2011, agosto nos tenía reservado otro sensacional viaje de tres semanas de duración. Aunque en un principio teníamos planeado dirigirnos hacia la Europa del este, la oportunidad que se nos presentó de hacer un crucero de nueve días de duración por los fiordos noruegos, y en uno de los mejores y de los más famosos barcos de crucero, el Queen Mary 2 (pinchar aquí para ver el crucero), nos hizo replantear nuestro ya habitual viaje estival en coche por Europa. Como íbamos a zarpar desde el puerto alemán de Hamburgo a primeros de agosto, debíamos organizar el viaje en función de esas necesidades. Y así lo hicimos.
Iniciamos el viaje con un primer tramo que nos llevaría hasta Lieja, en Bélgica, donde pasaríamos la primera noche en un hotel ubicado justo frente a la espectacular estación de trenes, obra de Santiago Calatrava, para continuar al día siguiente hasta Hamburgo. Llegamos a primera hora de la tarde a nuestro destino, gracias a las estupendas autopistas germanas, y después de atravesar los túneles bajo el río Elba en sentido norte llegamos a nuestro hotel, en una tranquila localidad al norte de la ciudad hanseática. Este hotel nos serviría los siguientes días de base para la visita de la propia ciudad de Hamburgo y de las vecinas Lübeck, Schwerin capital de Mecklemburgo-Pomerania Occidental y Travemünde, en lo que sería la primera etapa de nuestro viaje estival.
Y una vez pasados los días conociendo estas regiones del norte de Alemania, dejamos nuestro coche en un aparcamiento cercano a la terminal de cruceros de la HafenCity, e iniciamos la segunda etapa de nuestro viaje. Previamente habíamos entregado nuestras maletas al personal del puerto antes de dejar el coche en el aparcamiento, y de esa manera evitamos ir cargados con el equipaje hasta la terminal. Una original terminal hecha con contenedores de carga, que a diferencia de la otra terminal (Altona terminal), está muy cerca del centro de Hamburgo, y donde embarcamos con una celeridad pasmosa en el que iba a ser nuestro alojamiento a lo largo de los siguientes nueve días, el trasatlántico Queen Mary 2, que nos transportó cómoda y lujosamente en un inolvidable crucero por los fiordos noruegos. Sin duda una experiencia paisajística que, al menos, hay que vivir una vez en la vida.
Y cuando desembarcamos nueve días después en Hamburgo, continuamos con nuestro viaje en la que sería la tercera y última fase de nuestro viaje veraniego. En poco más de cuatro horas ya nos estábamos registrando en nuestro hotel de La Haya. Dos noches para conocer la zona sur de Holanda, y que no pudimos visitar en nuestro primer viaje por esas tierras ya que al final Amsterdam absorbió todos los días de que disponíamos. La ciudad de cuento de Delft, la moderna Rotterdam y la capital política de los Países Bajos, La Haya, fueron las que en esta ocasión se llevaron nuestra atención.
La siguiente parada de nuestro viaje fue la turística región francesa de la Normandía. Unos días que nos servirían para conocer desde los lugares más turísticos y saturados de toda Francia como Mont Saint Michel, a pequeñas, solitarias y encantadoras localidades que aún conservan su esencia más pura, como Lyons-la-Forêt.
Después de recorrer la Normandía, nos trasladamos 200 kilómetros al oeste, a la agreste y rural Bretaña francesa, donde nos alojamos en un antiguo molino. Serviría de base para visitar desde la costa de Saint Malo a la capital de la región de la Bretaña, Rennes, pasando por monumentales e históricas ciudades medievales. Una sorprendente región con una estupenda gastronomía propia.
Ya para finalizar nuestro viaje estival, pasamos el sábado y parte del domingo en la ciudad de La Rochelle, en la que ha sido nuestra cuarta estancia en esta ciudad, para volver a pasear por sus callejuelas, por su puerto medieval presidido por las Torres de San Nicolás y de la Chaine, entre las fachadas desconchadas de sus edificios, y volver a disfrutar del animadísimo ambiente veraniego de esta ciudad del oeste francés.
Un sensacional viaje en el que hemos devorado 5.815 kilómetros con nuestro coche y navegado 2.023 maravillosas millas naúticas en nuestro crucero por los fiordos noruegos. Un viaje en el que empecé relatando el crucero por los fiordos, y que continuaré desgranando el resto poco a poco.
Y cuando desembarcamos nueve días después en Hamburgo, continuamos con nuestro viaje en la que sería la tercera y última fase de nuestro viaje veraniego. En poco más de cuatro horas ya nos estábamos registrando en nuestro hotel de La Haya. Dos noches para conocer la zona sur de Holanda, y que no pudimos visitar en nuestro primer viaje por esas tierras ya que al final Amsterdam absorbió todos los días de que disponíamos. La ciudad de cuento de Delft, la moderna Rotterdam y la capital política de los Países Bajos, La Haya, fueron las que en esta ocasión se llevaron nuestra atención.
La siguiente parada de nuestro viaje fue la turística región francesa de la Normandía. Unos días que nos servirían para conocer desde los lugares más turísticos y saturados de toda Francia como Mont Saint Michel, a pequeñas, solitarias y encantadoras localidades que aún conservan su esencia más pura, como Lyons-la-Forêt.
y hasta pudimos encontrar calma, tranquilidad y soledad en lugares tan turísticos como los acantilados de Etretat
Después de recorrer la Normandía, nos trasladamos 200 kilómetros al oeste, a la agreste y rural Bretaña francesa, donde nos alojamos en un antiguo molino. Serviría de base para visitar desde la costa de Saint Malo a la capital de la región de la Bretaña, Rennes, pasando por monumentales e históricas ciudades medievales. Una sorprendente región con una estupenda gastronomía propia.
Ya para finalizar nuestro viaje estival, pasamos el sábado y parte del domingo en la ciudad de La Rochelle, en la que ha sido nuestra cuarta estancia en esta ciudad, para volver a pasear por sus callejuelas, por su puerto medieval presidido por las Torres de San Nicolás y de la Chaine, entre las fachadas desconchadas de sus edificios, y volver a disfrutar del animadísimo ambiente veraniego de esta ciudad del oeste francés.
Un sensacional viaje en el que hemos devorado 5.815 kilómetros con nuestro coche y navegado 2.023 maravillosas millas naúticas en nuestro crucero por los fiordos noruegos. Un viaje en el que empecé relatando el crucero por los fiordos, y que continuaré desgranando el resto poco a poco.
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