martes, 6 de mayo de 2014

Sydney; un paseo por el centro, los jardines chinos y darling harbour


El cuarto día en Sydney aprovechamos para conocer más de cerca el centro comercial y financiero, que a su vez alberga algunos de los edificios más característicos y con valor histórico que aún conserva la ciudad más grande de Australia. Comenzamos por el "Queen Victoria Building", un fantástico edificio victoriano con multitud de comercios, cafés y restaurantes distribuidos a lo largo de sus cuatro plantas. En uno de ellos fue donde al fin sucumbí a la compra de un didgeridoo, el ancestral instrumento aborigen, símbolo por excelencia de Australia. Y como te lo ponen muy fácil enviándolo a casa por agencia de transporte en sólo cuatro días, lo único que tuvimos que hacer fue elegir el más bonito de la tienda (eso fue fácil) y pasar la tarjeta mágica por el datáfono (eso ya costó algo más). 




El edificio construido en el siglo XIX posee unos interiores magníficos y luce unas maravillosas vidrieras. Originalmente fue proyectado como un mercado y ha pasado por otros usos, e incluso estuvo a punto de convertirse en aparcamiento de coches según nos comentaron, hasta hoy en día que una vez restaurado sus locales han sido ocupados por multitud de comercios de todo tipo.


En el interior se aprecia la gran cúpula central, esa espectacular cúpula visible desde el exterior recubierta de cobre de color verde oxidada por el paso del tiempo, al igual que otras pequeñas cúpulas que la acompañan. Es fácil pasarse un par de horas entretenido en los escaparates de sus comercios, o saboreando un café al estilo vienes en alguno de sus clásicos café.



En las inmediaciones del "Queen Victoria Building" se alza el ayuntamiento de la ciudad, el "Sydney Town Hall", también de corte victoriano como otros edificios del centro de Sydney, y construido en piedra arenisca de color ocre. Edificaciones singulares en medio de rascacielos de la zona financiera. En su fachada principal se enarbolan a la misma altura las banderas de Australia y la Aborigen.




Muy cerca del Ayuntamiento de Sydney se eleva la Catedral de Saint Andrew, la más antigua de Australia. Construida en estilo neogótico a imagen y semejanza de muchas de las antiguas iglesias británicas,  han utilizado un piedra arenisca similar a la de la mayoría de las edificaciones históricas que aún sobreviven en la ciudad, y luce majestuosa entre los rascacielos del centro de Sydney.




Poco a poco fuimos llegando al barrio chino de Sydney. Unas cuantas manzanas donde se reúnen multitud de comercios y una gran cantidad de restaurantes regentados por esta nacionalidad. Es uno de los lugares de Sydney donde se puede comer bien y abundantemente por relativamente poco dinero en comparación al resto de la oferta gastronómica de la ciudad. Muy cerca del barrio chino se encuentra el llamado Spanish Quarter, poco más de una manzana de establecimientos con gran variedad de productos patrios y restaurantes españoles en pleno corazón de Sydney. Antiguamente llegó a ser un barrio más grande e importante, pero la mengua de la colonia española y el empuje de la china lo han reducido considerablemente.






El centro acuático dedicado al medallista olímpico y excepcional nadador australiano Ian Thorpe

Y justo frente al centro acuático se encuentra una de las atracciones que uno no puede dejar de conocer en Sydney. Los frondosos y cuidados jardines chinos son un oasis en el centro de Sydney, un remanso de paz donde disfrutar de unos momentos de sosiego entre lagos y plantas exóticas. Estos llamados jardines chinos de la amistad siguen la línea de los clásicos jardines de la dinastía Ming, y son los jardines de te más grandes existentes fuera de China. Por supuesto hay que pagar entrada como en casi todo en Sydney, pero a cambio ofrece una visita muy visual y plástica para los sentidos, y también una pequeña colección de bonsais. La entrada principal a los jardines es guardada por dos leones chinos.


"The Gurr" es como se conoce a este pabellón de las vistas panorámicas



Y para los quieran sentirse como auténticos emperadores chinos en su paseo por los caminos del jardín existe en las instalaciones un lugar donde alquilan disfraces y toman fotografías ataviados con exuberantes ropajes propios del emperador más exquisito.







Los jardines de te chino están cuidados hasta en el más mínimo detalle. Muchos de los caminos discurren paralelos a los lagos y estanques entre frondosa vegetación, setos recortados al milímetro donde no falta ni los bambú ni los espectaculares nenúfares, y son atravesados por pequeños puentes que llevan de la parte más baja a la más elevada de los jardines.




Aprovechando la quietud y paz del lugar decidimos comer en una de las terrazas del Pabellón de la Casa de Te, y de paso reponer fuerzas tras una larga mañana de exploración por algunos de los barrios de Sydney. Unos sandwiches de salmón ahumado de Tasmania y queso fresco frente a un escenario que parecía casi irreal en mitad de la gran ciudad y que invitaba, si no a la meditación, si a evadir la mente. 


Cuando terminamos de recorrer los jardines chinos fuimos a conocer una de las zonas de moda de la ciudad de Sydney, y que además se encuentra muy cerca del centro financiero y los propios jardines chinos. Una zona de antiguos muelles recuperada para ciudad con una combinación de múltiples ofertas de ocio, viviendas y grandes edificaciones de oficinas y negocios. Ciertamente ha quedado como una de las zonas preferidas por los propios australianos para cenar o tomarse unas copas, o realizar compras en sus centros comerciales, y en la que todavía algunas de sus zonas se encontraban en construcción. Nosotros nos dejamos caer por uno de sus locales de copas donde nos tomamos unas cervezas y unos vinos blancos de la región australiana de Victoria y todo amenizado con música en directo. Es una de las ventajas cuando pasas días en un ciudad.....que la puedes dedicar tiempo y dedicarte tiempo tu también.


Entre las muchas alternativas de entretenimiento que ofrece Darling Harbour sobresale el Museo Naval que expone la historia marítima australiana. Como grandes alicientes el destructor de la Armada Australiana, el Vampire, y también el submarino Onslow. Pero no son las únicas embarcaciones. En los mismos muelles también permanecía atracada una réplica de la famosísima Endeavour, la nave capitaneada por James Cook con la que llegó a Australia y a otros rincones lejanos del Pacífico. Junto al Museo Naval se encuentran también los pantalanes flotantes donde es posible alquilar veleros de recreo con patrón para navegar por los rincones más recónditos de la Bahía de Sydney.


La "Endeavour" de James Cook


Este maravilloso ferry a vapor, el "SOUTH STEYNE", se encuentra amarrado en Darling Harbour y aún hoy sigue operativo, aunque como restaurante y no como barco de pasajeros. En su vida de servicio como ferry a Manly llegó a transportar a más de 90 millones de pasajeros y realizó el recorrido de Circular Quay a Manly  más de cien mil veces. Muy querido también por la gente de Sydney.


A lo largo de la tarde pudimos pasear por casi todos los rincones de Darling Harbour, y en esos paseos me había llamado la atención unos extraños silbidos y peculiares trinos. Y con un poco de paciencia y rebuscando con la mirada entre la frondosidad de los árboles pude descubrir a estos pequeños y coloridos loros responsables de las escandalosas conversaciones.


Pero Darling Harbour tiene aún más atracciones. Una de ellas es que dispone de cine 3D con la pantalla más grande del mundo, aunque probablemente el Acuario de Sydney sea la mejor de todas, ya que reproduce todos los ecosistemas marinos de Australia y del sur de Pacífico, incluido el ecosistema de la Gran Barrera de Coral. También tiene un espectacular túnel de cristal por el que pasas rodeado de tiburones. Aquí cruzando por el viejo Pymont Bridge con una gran bandera australiana ondeando al viento.






El antiguo puente de Pymont Bridge une peatonalmente los dos extremos de la Bahía de Darling Harbour. Es un buen punto de observación de toda la zona y un estupendo lugar donde tirar montones de fotos. Por la noche un enorme corazón rojo palpitante preside el puente y toda la zona de ocio, aunque desconozco si está permanentemente o sólo con motivo del carnaval Mardi Gras.




Siendo viernes por la noche, en pleno fin de semana del carnaval de Mardi Gras, y con la gran animación que había en todos los locales de Darling Harbour pensamos en cenar algo más temprano. Pero para ello necesitábamos encontrar mesa, algo que se nos antojaba difícil. Pasamos por delante del restaurante The Meat&Wine y nos dio buena impresión, así que entramos para reservar mesa, cosa que conseguimos para una hora después....y gracias. 


Para no perder la costumbre pedimos otro corte de carne de canguro regada de unas cervezas australianas y acompañado todo de unas patatas y aros crujientes de cebolla.

Después de la estupenda cena disfrutamos de la preciosa noche y del gran ambiente de Darling Harbour. La oferta de locales nocturnos y terrazas musicales es enorme, y la mayoría ofrecen también unas preciosas vistas de la ciudad iluminada.Una buena forma de acabar la noche del viernes e irse a la cama con el retumbar de la música machacona.


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