Tras una mañana bastante tranquila, paramos a un taxi y negociamos el precio para que nos acercara hasta el barrio chino de Yangón. Son verdaderamente baratos, pero conviene negociar y enseñar el dinero que estás dispuesto a pagarles como máximo por desplazarte al lugar que le indiques. En realidad nos montamos para no cansarnos en exceso andando innecesariamente, pero los atascos que hay en Yangón pueden ser un fastidio. Pero al final llegamos a nuestro primer destino, el templo de Kheng Hock Keong, el mayor templo chino de la ciudad de Yangón. El templo está dedicado a la diosa del mar Mazu y suele estar envuelto en una densa humareda provocada por la quema del incienso en los altares taoístas.