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martes, 9 de marzo de 2010

Crucero Norwegian Jade. Islas Griegas, Egipto y Turquía.

Hemos realizado un inolvidable crucero por el Mediterráneo oriental de trece días de duración, a bordo del Norwegian Jade  y visitando algunos de los puertos más deseados por los viajeros. Y ahora, ya con calma, me gustaría daros unas pinceladas generales de este crucero.


Comenzaré por el barco. En la práctica, casi gemelo en distribución al Norwegian Gem, salvo la ubicación de la discoteca en el spinnaker lounge,la galería de tiendas en la popa del barco, donde se ubica la discoteca en el Gem, y un nuevo bar, el medusa, en el espacio dejado para las tiendas en el Gem cerca de la proa del mismo. A rasgos generales la decoración del Norwegian Jade es algo menos armónica y elegante que en su gemelo, pero no de forma exagerada. Es una configuración compartimentada y que no da la sensación de masificación que tan poco me gusta. Se podía pasear por los corredores y pasillos del barco con gran facilidad y sin parecer que había 2300 pasajeros.                                        


La organización del desembarque, tanto por pasarela a los puertos, como en tenders, sin tener que soportar colas y bien organizada. El sistema Freestyle, como en la otra ocasión, hecho a la medida de la libertad, fantástico.


En cuanto a la ruta, que decir...,unos puertos de escala maravillosos, con bastantes horas de estancia para poder ver sin prisas los destinos. Una ruta muy acertada en la que bien podían haber ampliado a Rodas, ya que el barco navegaba entre 11 y 14 nudos en buena parte del trayecto. Baste decir que tres horas despúes de haber zarpado del puerto de Alejandría, el Jade tuvo que regresar para evacuar, al parecer, a un miembro de la tripulación que se había lesionado(le deseo que tenga una pronta recuperación),con lo que acumuló un retraso de algo más de seis horas, y así todo arribó a Creta con casi una hora de adelanto sobre el horario previsto(y navegando a sólo 14 nudos)



El servicio y la calidad de las comidas, no habiendo estado mal, ha empeorado un poquito con respecto al crucero del año pasado en el Norwegian Gem, que es de lo que yo puedo comparar. Me imagino que éste ha disminuido en la misma proporción que lo ha hecho los precios del pasaje (pero este empeoramiento no venía en el contrato de viaje que nos enviaron). Se notaba, o, al menos daba la sensación, que había menos tripulación. Yo no he percibido que la calidad de las comidas de los restaurantes de pago halla aumentado en consonancia al aumento del precio en los mismos. El room service también se ha visto algo desbordado con el aumento del horario a 24 horas, y ha funcionado algo peor. Y lo digo con conocimiento de causa porque lo hemos utilizado mucho cuando regresábamos cansados de las "aventuras" en puerto, y no nos apetecía subir al bufett.                                


Pero lo que más me ha llamado la atención es, sin duda, que una muy pequeña parte de la tripulación ( los menos ), carecía de esa profesionalidad y amabilidad, que tenían absolutamente todos los tripulantes del Norwegian Gem ( desde oficiales de cuatro galones hasta el último tripulante de mantenimiento de la nave, por poner un ejemplo ), siempre con una sonrisa en la boca para complacer cualquiera de tus deseos. En cuanto a los espectáculos, pues muy del estilo americano, sólo que todavía algo más flojos y aburridos que los del año pasado. En esto se tienen que poner aún más las pilas la compañía. Las excursiones(solo realizamos dos) bastante bien organizadas, y con unos precios que no nos parecen excesivos.

En resumen, un crucero que nos deja con un buen sabor de boca, en el que hemos conocido a unas maravillosas personas (unos pocos españoles, y unos "chavos" de México de lo más simpáticos y amigables).
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lunes, 8 de marzo de 2010

Norwegian Jade. Atenas, Katakolon, Corfú y El Cairo



Atenas

Llegamos un día antes a Atenas, al aeropuerto Eleftherios Veniceos, ciudad que habíamos visitado en otra ocasión. Una vez recogidas las maletas tomamos en tren ( la línea nº3 ) y nos apeamos en la parada de Syntagma. Salimos al exterior, nos dispusimos a buscar el hotel Boutique Acrópolis , uno de esos hoteles con encanto que son una maravilla, situado en pleno centro. Dejamos las maletas y salimos del hotel en dirección a la Acrópolis y pudimos contemplarla iluminada por primera vez. Nunca dejará de maravillarnos.



Una de las razones de elegir este hotel era su céntrica situación ,de esa forma prescindíamos de transportes públicos. Aunque tengo que decir que el metro no funciona mal,  en horas puntas puede ir saturado de personas. Paseamos por el centro de esta anárquica ciudad y más tarde nos dirigimos al barrio de Plaka, siempre animado y repleto de tiendas, restaurantes y de gente,al pie de la colina de la Acrópolis, en donde cenamos en una de sus numerosas terrazas en una calurosa noche. Como no podía ser de otra forma, tomamos una típica cena , en donde la ensalda griega, el pulpo a la parrilla y la musaka no faltaron.



Al día siguiente, después de desayunar, tomamos el metro al Pireo, en donde nos esperaba en la terminal B el Jade. Esta terminal es la más lejana, se encuentra en la bocana del puerto, y a pesar de que el embarque fue relativamente rápido, debo decir que no reúne unas grandes condiciones ni demasiado personal. (yo sólo ví una carretilla para trasladar todas las jaulas con los equipajes ). Quizás por eso las maletas nos llegaron al camarote cerca de las ocho de la tarde. Ese día coincidían en el Pireo varios cruceros, entre ellos el Seven Seas Voyager ,el Grand Princess ,el Rotterdam, el Azamara Quest , el Sky Wonder y el propio Norwegian Jade. Después de reponer fuerzas en el buffet nos fuimos a uno de nuestros sitios favoritos el Great Outdoors. Y con un poco de retraso sobre el horario previsto zarpábamos de El Pireo rumbo a Katakolon.


Katakolon

Este día, que comenzaba caluroso, nos despertábamos en Katakolon. Como ya habíamos visitado en otra ocasión Olympia ,decidimos tomarnos la escala con relajación y pasear por la playa y por las calles de este pueblecito turístico de pescadores.


De todas formas llegar a las ruinas de Olympia es fácil para los que no las han visitado antes. Puedes alquilar un coche o moto, o bien, tomar el tren que une katakolon con las ruinas y que se encuentra delante del puerto deportivo. Eso si, hay que controlar los horarios de regreso de los trenes para no tener sorpresas desagradables. No recomiendo apurar y llegar con el tiempo justo al crucero.

Como coincidíamos con el Grand Princess y además era domingo, el pueblecito estaba atestado de gente de los dos cruceros y de griegos que se acercaron a pasar la jornada festiva, con lo que había mucho ambiente. En muchas tiendas casi no se podía ni entrar, y era difícil encontrar una mesa en las numerosas terrazas. Y así trascurrió una relajante jornada en puerto.


El Jade zarpaba de nuevo rumbo a Corfú a través del Mar jónico. Un mar en el que sin duda hemos visto  los  mejores atardeceres.



Corfú

De nuevo este día amanecía espléndido. Al fondo del balcón de nuestro camarote aparecía en lo alto la fortaleza nueva veneciana. Majestuosa y abrazada por las edificaciones de esta preciosidad de ciudad. La autoridad portuaria pone unos autobuses lanzadera que te llevan un corto trecho hasta la salida del puerto.


Hay una oficina de turismo donde nos darán explicaciones a nuestras dudas y nos facilitarán un plano de Corfú. Una vez allí se puede tomar un taxi, o más barato uno de los autobuses municipales que nos dejó en el centro. Andando se puede tardar unos veinte minutos. Una vez allí visitamos por dentro la fortaleza vieja y su punto más alto con unas vistas espectaculares de Corfú , de la Spianada, un gran parque entre los edificios y la propia fortaleza y el puerto. Por supuesto también de la costa albanesa., que se encuentra muy cerca.


 Sin duda uno de los mayores atractivos de esta ciudad es su arquitectura, sus calles y callejuelas y tomarla el pulso paseando en ellas. La calle Listón es una parada obligada. Copia de la parisina calle Rivoli con sus arcos y llena de terrazas es una parada obligatoria donde descansar de otra calurosa jornada, y estampa típica de miles de fotografías.


Otra alternativa de visita es el Palacio de Achilleion a unos veinte kilómetros de Corfú. Allí pasaba sus veranos la emperatriz de Austria Sissi . Hoy en día es un museo y tiene unos preciosos jardines con muchas estatuas y unas bonitas vistas del entorno. Se puede llegar en autobús, en taxi o alquilando un coche. Particularmente prefiero la vieja Corfú. Disfrutar de sus palacios renacentistas, las fortalezas venecianas y de sus tabernas. Por algo fué declarada patrimonio de la Humanidad. Las calles de la ciudad están llenas de tiendas. A parte de las de souvenirs, de joyerías y licores, la estrella son las copias de toda clase de productos. Se lleva la palma los perfumes.



Ya de vuelta a puerto, decidimos ir dando un tranquilo paseo, y una vez embarcados en el Jade no perdernos la salida del puerto con unas vistas preciosas de Corfú y sus fortalezas. Sin duda una de las salidas de puerto más bonitas que se pueden ver en el Mediterráneo.


El Cairo

Después de un día de navegación llegamos al puerto de Alejandría. En este primer día en Alejandría teníamos contratada las excursión con el barco, ya que no encontramos a nadie para poder organizar con alguna agencia local y pensamos que era lo mejor. Escogimos la de El Cairo, pirámides y el museo egipcio. Y la verdad que salió perfecta. La agencia que tenía contratada la Ncl organizó perfecto el día, el recorrido que queríamos hacer nosotros, al fin y al cabo son sólo unas horas, el guía ,encantador, dispuesto y atento. Con la excursión organizada, simplemente nos dejamos guiar y nos olvidábamos de la logística.


La primera parada, las pirámides, impresionantes, con aire de misterio interrumpido de vez en cuando por los pesados vendedores ambulantes y la policía turística a camello. Sin la posibilidad de visitarlas por dentro descendimos hasta la esfinge, igualmente impresionante y con las pirámides al fondo formando un conjunto espectacular. Sin duda uno de los sitios a los que volveré.

Después de una parada para almorzar en un precioso hotel de cinco estrellas, tomamos de nuevo el autocar para realizar un tour por las calles de El Cairo, que incluía parada en el museo del papiro y en el que no compramos nada.


Para finalizar visitamos el museo egipcio, un bello edificio pero que no reúne las condiciones que deberían tener las joyas que expone. Afortunadamente en breve habrá un nuevo edificio junto a la meseta de Gizá. Desgraciadamente, el tiempo es el que es, y  sólo dispusimos de un par de horas para contemplar tantísimos tesoros y bellezas. Ya de noche regresamos al barco después de un trayecto de casi tres horas.

                                                             
                                                                      Vistas del río Nilo
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sábado, 6 de marzo de 2010

Norwegian Jade. Alejandría, Heraklión, Santorini y Mikonos

Alejandría

El segundo día en Alejandría le dedicamos a visitar la ciudad por nuestra cuenta. En el mismo puerto encontrareis taxis que os acercarán hasta la biblioteca, o bien si queréis os pueden hacer un tour por la ciudad.



Yo soy más partidario de hacer lo primero y luego regresar caminando en dirección al puerto. En ese paseo por el malecón te encontrarás con elegantes edificios, algunos de ellos hoteles, y con unas maravillosas vistas.
La Corniche es el malecón alejandrino, un lugar donde dar un agradable paseo al aire libre junto al Mar Mediterráneo. Sentados en este paseo se puede contemplar el caos circulatorio y tomar el pulso de la ciudad y sus gentes. La verdad, que estos ratos relajados los disfrutamos un montón, y son uno de los recuerdos que nos hemos traído a casa. Desde la plaza de Sa'ad Zaghloul se llega al fuerte Qaitbey, que ocupa el mismo lugar del legendario antiguo Faro de Alejandría, una de las edificaciones que no os podéis perder, y con unas vistas espectaculares. El camino atraviesa el barrio de Anfushi, con sus mezquitas y su vida callejera, y donde se encuentra la mezquita de Al-Mursi.


Hay que decir que aunque muchas de las zonas están sin asfaltar y tienen bastante suciedad, existen otras bien cuidadas y con plazas (Midan Orabi y Midam Sa'ad Zaghloul) y fuentes propias de una ciudad occidental, de donde salen las rutas para iniciar nuestra exploración. Sharia Salah Salem es una calle comercial, donde todavía es posible contemplar comercios ya desaparecidos en otras ciudades. En esta zona se situan la sinagoga, las catedrales ortodoxa, católica y anglicana, además de la mezquita Attarine y las famosas pastelerías Pastroudis, Athineos, Délices y Trianon.


Aunque yo me quedo con el otro espíritu mayoritario de esta ciudad cuna del islam y que tiene un gran encanto. Una vez superadas un poco las reticencias y la novedad inicial de una ciudad no muy acostumbrada al turismo, sólo queda disfrutarla. Además dispone de algunas mezquitas particularmente bonitas.

Una observación. El tráfico en Alejandría es caótico, y aunque es un elemento de distracción y que hay que contemplar sentados en el malecón,  hay que prestar especial atención al cruzar la calzada y las calles para no llevarse un disgusto.

Y con las mismas regresamos al Jade a comer al great outdoors, o casi merendar, y desde esa privilegiada atalaya disfrutamos de nuestros últimos momentos en esta ciudad que nos gustó mucho (aunque esta opinión no la compartían algunos de los pasajeros con los que hablamos). Pero en fin, para gustos… El número de opiniones distintas acerca de una ciudad es proporcional al número de ojos que la contemplan.



Heraklion

Después de otro día completo de navegación el jade llegaba muy pronto a Herakion con un espléndido amanecer.


Desayunamos en el balcón de nuestro camarote y más tarde desembarcamos y nos subimos a uno de los autobuses lanzaderas que te dejan fuera del puerto. Caminamos unos diez minutos a mano derecha según sales del puerto, se encuentra la estación de autobuses donde tomamos la línea número tres, cuya última parada es Knossos. Los billetes se compran en el quiosco que hay al lado. Una vez llegados al destino directos a comprar las entradas y a disfrutar de una de las civilizaciones y ruinas que más curiosidad nos despertaban. Creta es la mayor isla del Mar Egeo. Del año 3000 al 1200 a. C. fue el centro de una próspera civilización denominada civilización minoica, contemporánea de Egipto y Mesopotamia, que desapareció probablemente como consecuencia de la erupción del volcán de Santorini.  Las ruinas del palacio minoico de Knossos conservan unas excepcionales pinturas murales, baños, columnatas y la Villa de Ariadna. Nos dejó impresionados e ilusionados el hecho de contemplar esa estampa que tantas veces habíamos visto en los libros de historia en el colegio y en multitud de guías. Seguro que contribuyó el precioso día soleado y, hasta caluroso. La verdad que no nos podemos quejar de la suerte que tenemos con el tiempo casi en la totalidad de nuestros viajes.


Según la mitología griega Rea ocultó a Zeus en el monte Ida ( el mayor pico de la isla ). Cuando Zeus raptó a Europa la llevó a Creta y de su unión nacieron tres hijos, uno de los cuales fue Minos, cuya esposa dio a luz al Minotauro que fue encerrado en el Laberinto. Teseo mató al Minotauro y escapó del laberinto ayudado por Ariadna, hija del rey Minos.



Una vez pasada gran parte de la mañana, tomamos el autobús de regreso y como no teníamos el billete de vuelta pagamos al conductor, que en ese momento debe ser que no le apetecía tener que estar dándonos el cambio y nos dejó viajar de “gorra”.





Ya de regreso en la capital, nos dedicamos a explorarla. Heraklión fué bastión veneciano durante la edad media. Nos pareció que tenía bastante encanto, agradable de pasear ,con algunas iglesias ortodoxas como Agía Ekaterini (no hay que perdérsela), bonitas plazas, numerosas terrazas y sobre todo con mucha vida, como casi todo en Grecia. La fortaleza veneciana es visita obligada y su estado es perfecto. En resumen, una escala de lo más agradable y sencilla de hacer por libre.




Santorini

En Santorini ya habíamos estado anteriormente, así que nos dedicamos a hacer las cosas que nos habían quedado pendiente. Entre esas cosas se encontraba la visita pendiente a Oía. Desembarcamos del Jade en tenders que nos dejaron en el pequeño puerto de Fira. Una vez allí, y descartado el ascenso al pueblo en burro, nos dirigimos a comprar los billetes del funicular.


Ascendimos en el funicular a lo alto de Fira, alquilamos un quad y tomamos carretera hacia Oía, parando y disfrutando de las preciosa vistas que ofrece la misma. Oía es un pueblo encantador con unas casas preciosas e inmaculadas en cal blanca, las archifamosas cúpulas azules y un paseo peatonal y estrecho plagado de tiendas que te conducen hasta el mirador colgado sobre la caldera, lugar de parada obligatoria para las fotos de rigor.
Después de pasar la mañana en Oía, deshicimos el camino andado, y en otra nueva parada en un mirador sobre la parte este de la isla,a mitad del camino, había un pequeño restaurante escondido a mano izquierda, del cual salían unos norteamericanos que nos comentaron que se comía fantásticamente. Por cierto, que peligro tenían estos americanos sesentones con los ciclomotores de alquiler. Mi mujer pensaba que no llegarían sanos a Fira.


Pues bien, después de ser fuertemente azotados por los vientos egeos, devolvimos el quad, y nos encaminamos a explorar Fira como cuatro años atrás, cumpliendo con otra asignatura que nos quedó pendiente, la compra de un velero de cristal griego, para mí una de las mejores artesanías de esta isla. Fira es un pueblo bellísimo colgado sobre un abismo en la caldera. No te cansas de verla. Podríamos volver mil y una veces y siempre nos trasmitiria la misma emoción y sensaciones. Una vez callejeado lo suficiente por los laberínticos pasajes y callejones, sólo nos quedaba disfrutar de las bonitas terrazas, tomarnos unas cervezas bien frías, y perder la vista en el atardecer sobre la caldera , con los volcanes Nea Cameni y Palea Kameni con sus aguas calientes (esto sí que es un espectáculo de la naturaleza). Para la próxima visita dejaremos la visita de las playas de Perivolos, Kamari y de Perissa, playa de Pori (con un puertecito encantador) y la zona sureste de la isla. Luego descendimos andando hasta el pequeño puerto, donde embarcamos en un tender que nos llevaría de nuevo al Norwegian Jade.



La escala del Jade era bastante larga, pero yo recomiendo si no es tan larga, centrarse y disfrutar tranquila y profundamente de Fira. Ir a Oía puede ser tortuoso en autobús, sobre todo si se juntan varios cruceros, y puede complicarse la vuelta (peleas incluidas entre pasajeros de distintos cruceros).


                               






                                                                         Atardecer en Santorini




Mikonos

En Mikonos, la estancia en puerto del Jade era muy larga, con lo cual podíamos dedicar la mañana a visitar el santuario de Delos. Desgraciadamente no pudo ser, a pesar de que acudimos pronto por la mañana que

es cuando suelen hacer los ferríes su única salida en esas fechas, al ser lunes no hacían salida alguna. Otra vez será. De esa forma, y una vez descartado el alquilar un coche o moto para recorrer la isla, nos dedicamos a recorrer la capital, Mikonos Town, con toda la tranquilidad del mundo. Merece la pena disfrutar de la magia de sus calles laberínticas y sus casitas encaladas, subir al barrio del Castro en la parte alta y luego bajar a visitar los famosos molinos de viento, emblema de la isla junto a la pequeña Venecia y Petros, el pelícano que camina por el pueblo en total libertad. Es un simpático personaje que se deja fotografiar con total profesionalidad, pero cuidado con tocarle porque cuando lo intenté me tiró un bocado a mi mano. Explorar todos y cada uno de los rincones de sus callejuelas, almorzar en la pequeña Venecia una típica ensalada griega o un pulpo a la parrilla, con el preceptivo “sablazo” a la cartera, admirar las tiendas de artesanía local y vuelta a la pequeña Venecia a tomarnos un delicioso café griego en el Sunset bar, mientras contemplábamos la puesta de sol.



Un detalle. El Jade atracó en el nuevo puerto a unos kilómetros de Mikonos y disponíamos de lanzaderas gratuitas. Muchos pasajeros optaron por volver al barco a comer. Pero es posible que en época alta coincidan varios cruceros y el desembarque sea en tenders y que el barco en el que estés no atraqué en el puerto, ya que sólo tiene una línea de muelle.









Como opción alternativa se puede alquilar cualquier medio de transporte y visitar las numerosas playas de la isla y otras pequeñas poblaciones.
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jueves, 4 de marzo de 2010

Norwegian Jade. Izmir, Efeso y Estambul

Izmir ( Efeso)


En la escala de Izmir, nosotros optamos por coger la excursión del barco en inglés que nos llevaba a Efeso, y como no tenemos demasiados conocimientos de inglés andábamos a nuestras anchas sin tener que prestar atención al guía.


Al ser primeros de noviembre nos libramos de los ríos de gente que deambulan en temporada alta. Es decir que utilizamos la excursión como un servicio de traslado con la entrada a Efeso incluida. La que había en español te llevaba también a la casa de la Virgen María, y a parte de que costaba más del doble, no nos interesaba demasiado.También se puede tomar un taxi desde el puerto hasta Efeso. Tienen los precios publicados en un tablón y para cuatro personas merece la pena, ya que creo recordar que costaba unos 80 euros ida y vuelta.




Cuando regresamos al puerto tomamos un taxi hasta el bazar de Izmir y el centro de la ciudad. Costaba 10 euros. El centro de Izmir es una ciudad totalmente occidentalizada, con lo que la priva del exotismo de una ciudad árabe. Después de esta visita regresamos de nuevo a Jade en taxi (otros 10 euros), y después de reponer fuerzas con una ligera merienda, nos preparamos para la partida de Izmir o Esmirna.




Estambul


Estambul, que en nuestro caso fue la última escala de nuestro crucero, es una de las ciudades que mejor recuerdo me ha dejado. A pesar de permanecer dos días el Jade en ella, nosotros prolongamos la estancia en la ciudad para tener más tiempo para conocerla. Ha sido, y hoy en día sigue siendo, una puerta entre Asia y Europa. Es una ciudad que conserva un halo de misterio que le confiere un carácter muy especial, y situada en un emplazamiento único a caballo entre dos continentes.



Es curioso como existe un cierto recelo e inseguridad por parte de conocidos y amistades nuestras a visitar esta maravillosa ciudad por libre. Y puedo asegurar que son totalmente infundados. En pocos lugares nos han tratado con tanta educación y amabilidad. Por lo tanto, es una escala que se puede hacer perfectamente por tu cuenta. La forma más eficiente y barata de moverse es en tranvía. En taxi puedes llegar a desesperarte con los monumentales atascos que hay en la ciudad. Una vez que cambies a liras turcas, en todas las paradas hay una taquilla donde comprarás las fichas para el tranvía. Utilizarás la misma línea que te lleva desde el Gran Bazar hasta el funicular que asciende hasta Taksin (tener en cuenta que las fichas del funicular son distintas a las del tranvía).


El primer día nos dedicamos a conocer Sultanahmet en el llamado Cuerno de Oro, donde visitamos la Mezquita Azul y Santa Sofía.  La Mezquita Azul, o Mezquita del Sultán Ahmet, fué terminada en el año 1616 sobre los cimientos del antiguo palacio imperial de Bizancio. La única mezquita rodeada de seis minaretes posee una impresionante decoración interior a base de azulejos en color blanco, verde y azul formando unos elegantes dibujos.





Santa Sofía (Aya Sofia) fué construída por el emperador Constantino en el año 326 dc, aunque más tarde fué reconstruida por Justiniano tras sufrir varios percances. Posee una de las cúpulas más grandes del mundo, con una altura de 67 metros y un diámetro de 33 metros. Inicialmente construída como iglesia, pasó más tarde a convertirse en mezquita tras la conquista de la ciudad por parte de los turcos en el año 1453. Hoy en día es un museo en donde los mosaicos de La Virgen y otras imágenes, cubiertos durante el periodo en que esta edificación fue una mezquita, han vuelto a la luz.


Son dos visitas imprescindibles (particularmente nos gustó más la Mezquita Azul y Santa Sofía la visitamos por dentro al día siguiente).


Casi pegado a Santa Sofía tienes las cisternas, dedicadas a almacenar el agua potable y donde se encuentran las famosas cabezas de medusa. Después continuamos callejeando por Sultanahmet y fuimos descendiendo hasta el puerto de los ferries, en donde podrás contemplar el devenir de la vida diaria de los habitantes de Estambul, los puestos callejeros de pescado ,la mezquita de la madre del sultán y las decenas de pescadores en el Puente de Gálata. Se nos echaba la hora de cenar encima ,así que nos encaminamos al barco para cenar y descansar de una dura jornada.



El segundo día en Estambul se planteaba con cierta tristeza, ya que era el día del desembarque del jade. Una vez desembarcados, nos encaminamos hacia nuestro hotel para poder dejar las maletas y continuar con la visita a esta gran ciudad. Aprovechando que nos hospedábamos en el Barceló Saray, situado frente al gran bazar, fue éste el objetivo de nuestra primera visita del día. Impresionante y de gran belleza, y con cerca de siete mil tiendas, puedes llegar a perderte en él literalmente. Aunque de carácter turístico creo que su visita es imprescindible. Los vendedores Turcos tienen un carácter comercial muy diferente a los “plomos” de los Egipcios o Magrebies. De hecho, como ellos mismos dicen, son Otomanos no tienen nada que ver salvo que son musulmanes. Entramos dentro de Santa Sofía, que había quedado pendiente del día anterior. También visitamos la mezquita de Solimán el Magnífico, si bien ésta se encuentra en restauración y no era posible su visita al interior, salvo una pequeña sala de oración en donde pudimos contemplar en fotografías la grandiosidad de la misma.


Después de comer los obligados kebabs, tomamos dirección hacia el bazar de las especies, lleno de coloridos y aromas de toda clase, en donde pudimos probar y comprar las típicas delicias turcas, y charlar animadamente con algunos de los vendedores de especias que nos mostraban sus productos y esas maravillosas hebras de azafrán, pimientas de toda clase, comino, clavo, etc…, y otras que ni siquiera había oído hablar de ellas. Muy bonito también el mercado del pescado por su presentación, en los exteriores del bazar.


Avanzada la tarde, tomamos de nuevo el tranvía y después el funicular que nos dejaría en plena plaza de Taksin, parte moderna de Estambul con la calle comercial más grande de la misma, con cadenas de tiendas multinacionales y una gran cantidad de restaurantes y auténticas mareas de gente. Sin mayor interés, al menos para nosotros, terminamos cenando allí.


Los otros dos días los dedicamos, primero a visitar el Palacio de Topkapi, enorme en tamaño y cuya visita pausada lleva varias horas. Rodeado de mitos y leyendas, y de misterios ocultos en torno al interior del harén por su carácter secreto y morboso, que deja volar la imaginación asemejándolo a un paraiso terrenal. Posee multitud de salas en las que, a lo largo del tiempo, se han ido acumulando riquezas procedentes de conquistas y botines.



           


  El Norwegian Jade atracado en los muelles de Estambul


Visitamos también el barrio de Gálata, callejeamos sin rumbo fijo, y descansamos nuestras maltrechas piernas después de tantos días de viaje en algún que otro café, fumándonos esas maravillosa pipas de agua con sabor a manzana verde que tienen. El paseo en barco por El Bósforo y otras muchas cosas nos las reservamos para la próxima visita a Estambul. Tampoco es cuestión de verlo todo, que si no se nos acaban las excusas para regresar de nuevo.
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