domingo, 30 de junio de 2019

Sopot; la zona de veraneo de moda en Gdansk


Sopot, en la costa báltica del este de Polonia, presume de unas fabulosas playas de arena dorada. Ciudad turística por excelencia en verano sus playas reciben a miles de veraneantes procedentes de la cercana Gdansk y del resto de Polonia, y sus calles y hoteles bullen de gente disfrutando de las múltiples actividades y entretenimientos repartidos a lo largo de toda la localidad. En pleno mes de agosto las carreteras que bordean la costa báltica pueden estar muy saturadas de tráfico así que, para intentar escapar de las caravanas de coches, decidimos alquilar unas bicicletas y desplazarnos con ellas desde nuestro alojamiento en Gdansk. Esta parte del  norte de Polonia dispone de unos fantásticos carriles bici que comunican las distintas ciudades costeras y que facilitan sobre manera los desplazamientos en bicicleta sin los peligros del tráfico rodado de las carreteras.




En poco más de una hora recorrimos los 15 kilómetros que separan la ciudad de Gdansk de Sopot y llegamos al muelle central, el epicentro de la vida de esta localidad vacacional. Un agradable paseo por los carriles bici con unas cuantas pardas intermedias para disfrutar del paisaje. Nos sorprendió gratamente la belleza y calidad de la playa y sobre todo la cantidad de bañistas que nadaban en la frías aguas del Mar Báltico. Nosotros llevábamos el bañador puesto pero preferimos regresar al centro de la localidad y pasear por sus animadas calles llenas de veraneantes. 




En la calle principal conocida por Montecassino se concentra la animación y alguno de sus famosos hoteles. En un buen lugar para encontrar agradables terrazas de restaurantes donde saborear los pescados que ofrece el mar Báltico. Y de hecho eso es lo que hicimos en una bonita terraza a resguardo de un sol nórdico que aquel día de agosto apretaba con ganas. Es posible comer bien con unos precios bastante razonables en esta parte de Sopot.






Tras la comida decidimos regresar a las playas no sin antes pasar por delante del emblemático Grand Hotel de Sopot, fiel reflejo de los tiempos de esplendor que esta ciudad vacacional vivió en el pasado siglo, y del que sigue disfrutando hoy en día. La esbelta torre de la iglesia de St George es visible de casi cualquier punto de la ciudad.








El largo espigón que parte perpendicularmente de la playa de Sopot es una ajetreada vía de veraneantes yendo y viniendo. Sus muelles sirven de base para embarcar turistas en las goletas que navegan entre las costa de Sopot y la ciudad de Gdansk. El edificio alberga el club náutico y la marina de Sopot. También a lo largo del espigón rampas que descienden hasta el agua sirven de solariums improvisados y una buena excusa para darse un chapuzón sin pensar demasiado en la frialdad de las aguas. Nosotros por nuestra parte pasamos un par de horas disfrutando de la suave y dorada arena de la playa.




Avanzada la tarde decidimos regresar a nuestro hotel en Gdansk. Pasamos delante de la blanca y esbelta torre del faro de Sopot. Actualmente esta torre no cumple funciones de faro pero si se ha dejado como mirador donde disfrutar de unas bonitas vistas panorámicas. Los edificios circundantes al faro han pasado por diferentes usos a lo largo de sus historia. De balneario hasta el final de la Segunda Guerra Mundial a baño turco u hospital reumático. Hoy en día alberga un restaurante y alguna taberna además de otros usos.






Parte del carril bici bordea la costa de Sopot y pasa delante de numerosas casa de veraneo de la, en su día, clase pudiente polaca que quiso levantar sus segundas residencias pegadas al mar Báltico y disfrutar de sus suave clima estival. De nuevo resulta inevitable cruzarse con monumentos o recordatorios de la Segunda Guerra Mundial que tanto se cebó en estas tierras polacas. No hay que olvidar que Gdansk quedó como un solar en ruinas tras los numerosos bombardeos totales a la que fue sometida. El día lo acabamos cenando en Gdansk.






4 comentarios :

Gracias Antonio....me gusta tu avatar

Muy interesante, sobre todo el desplazamiento. Apuntado.

Gracias José Manuel....la bici fue muy práctica. Para ir a otra localidad llamada Hel que estaba bastante lejana nos chupamos una hora de retenciones con el coche. Así que ese día la bicicleta nos ahorró alguna caravana. En verano en la zona de Gdansk hay mucho tráfico. Un abrazo

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