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viernes, 27 de mayo de 2011

La región de Salzkammergut; recorriendo sus pueblos más típicos

Una vez dejamos atrás Hallstatt, nuestro recorrido por esta maravillosa parte de Austria continuó con las ascensión a la localidad de Bad Aussee, que posee una arquitectura propia muy distinta del resto de localidades vecinas,  y el pequeño pueblo de Grundlsee.Y digo ascensión porque las pendientes que sortean el macizo de montañas donde está enclavado Bad Aussee superan el 34% en algunas ocasiones. Al regreso de nuestra visita a estas localidades nos sorprendió una gran tormenta que oscureció el cielo, y tengo que reconocer que descender estas pronunciadas pendientes convertidas en improvisados ríos, por supuesto en primera velocidad y sin casi tocar los frenos del coche, daba cierto respeto y nos recordó lo rápido que puede cambiar el tiempo por estos impresionantes macizos. Una vez de regreso al pueblo de Obertraun, situado en la orilla opuesta a Hallstatt, volvió a lucir el sol en todo su esplendor.


La localidad de Grundlsee nos recibió con una persistente lluvia
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martes, 26 de abril de 2011

Hallstatt y los Lagos de Salzkammergut


La región de los Lagos del Salzkammergut es una de las regiones más bonitas de Austria, y yo me atrevería a decir que de Europa. Los paisajes son absolutamente embriagadores, bucólicos, pero con vida, con gente. A diferencia de otras regiones europeas, aquí estos paisajes están salpicados por decenas de pueblos a cada cual más encantador. Son alrededor de 70 lagos rodeados de espectaculares montañas, con sus pueblecitos abrazando sus orillas y con un clima absolutamente cambiante… en cuestión de minutos diría yo.

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lunes, 21 de marzo de 2011

Viena. De los espectaculares palacios a las laderas de viñedos






Otra de las cosas verdaderamente interesantes de Viena son sus mercados. Concretamente el de Naschmarkt es de obligada visita. Una sucesión de puestos de productos frescos, comida callejera y otros cuidadísimos de frutas y verduras, todo color y todo aromas. Aunque en algunos momentos puntuales, y debido a la afluencia de público, puede ser verdaderamente complicado avanzar por sus puestos. Muy cerca del mercado está el curioso edificio Secesión que alberga en su interior salas de exposiciones de artistas de la Secesión ,y ya , en plena Karlsplatz, sea alza majestuosa la Karlskirche, la iglesia dedicada a San Carlos de Borromeo. Con un estilo difícil de clasificar, tiene dos enormes columnas a ambos lados del pórtico que recuerdan a minaretes orientales, dos pabellones también a los lados con cierto estilo oriental y una enorme cúpula. Y de la magnificencia de la Karlskirche, pasamos en un breve paseo a través de imponentes edificios y palacios, que albergan muchas embajadas extranjeras, a una de las plazas y espacios más grandes de Viena, la Schwarzenbergplatz, con una gran fuente que se ilumina con colores y el monumento soviético al ejército rojo. Aquí comienza el complejo Bevedere. Dos palacios, el Belvedere inferior y el precioso Belvedere superior, unidos por unos espectaculares jardines de estilo frances con fuentes y cascadas. Este Palacio fue residencia del príncipe Eugenio de Saboya y alberga la Galería de Arte Austriaco con obras de Munch, Renoir y Monet, además del omnipresente Gustav Klimt. El cuadro suyo titulado “el beso” lo puedes encontrar por toda Viena, impreso en los más variopintos objetos; ya sean lapiceros, tazas, poster, libretas, mecheros, y cualquier otro objeto con un mínimo de superficie donde poder estamparlo.

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viernes, 4 de febrero de 2011

Viena; la ciudad imperial por excelencia



Y por fin la última de las grandes capitales que visitaríamos en este inolvidable viaje. Dejábamos Budapest por la mañana, que nos despedía con los mismos atascos con los que nos recibió dos días atrás, y después de un corto trayecto de dos horas por autopista, llegábamos a Viena, ciudad imperial por excelencia. Paramos en la frontera para adquirir la viñeta que nos permitía poder circular por las autopistas austriacas, con una validez de diez días. Que a nadie se le ocurra saltarse este trámite porque unos kilómetros más adelante la policía austriaca desviaba a todos los vehículos por un área de descanso para comprobar que hubieran pasado por caja. Los que no lo habían hecho quedaban retenidos e imagino que con una buena multa de souvenir. Y llegamos a nuestro hotel en Viena. Un “presunto” cinco estrellas llamado Renassaince Wien Hotel. Digo presunto porque difícilmente llegaría a cuatro según nuestro criterio. Porque a pesar de pagar un suplemento por acceder a una habitación superior en el que incluían el parking para nuestro coche y el minibar no alcohólico, tanto el desgastado mobiliario, como el anticuado y lamentable estado del cuarto de baño, junto a un cierto pasotismo en la atención en recepción, no lo hacía merecedor de su categoría. En cambio, el abundante y buen desayuno bufet, el parking relativamente asequible en comparación a los precios del centro y su situación a diez minutos en metro del centro de Viena, y con la estación justo frente al hotel, pudo mejorar bastante nuestra estancia en el mismo. En fin, que después de esperar más de media hora en recepción mientras prepararan nuestra habitación (y eso que llegamos a las tres y media de la tarde), dejamos todas nuestras cosas, nos dimos una rápida ducha, y nos dirigimos raudos a asaltar la ciudad. Raudos hasta que salimos del hotel, porque en ese preciso instante, el cielo se empezó oscurecer, los rayos y los truenos se repartían a partes iguales y cayó una impresionante tromba de agua, que dejaba las calles impracticables. Pero igual de repentina que llegó se fue y volvió a lucir el sol en el cielo vienes.



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