Tras atravesar medio mundo, y después de cuatro despegues y aterrizajes entre escalas técnicas y otras en las que cambiamos de avión, llegábamos por fin al aeropuerto internacional de Kingsford Smith en Sydney. Para nuestra sorpresa, después de haber leído en numerosas ocasiones acerca de los severos controles que llevan a cabo en las aduanas australianas, mostramos nuestros pasaportes al agente de aduanas que tras un rápido vistazo nos envía a un pasillo rotulado con el número 7, y fue dar la esquina del mismo, abrirse unas puertas automáticas y encontrarnos en plena calle. Pocos procesos de inmigración hemos vivido tan fáciles. Aunque también es verdad que a otros turistas les hacían pasar por registros de equipaje, y hasta incluso pasaban a perros policía para olfatear las maletas y a ellos mismos. En la misma salida tomamos un taxi que nos acercó en poco más de media hora hasta nuestro hotel en el centro de Sydney, a sabiendas que por la hora que era (poco más de las ocho de la mañana) difícilmente estaría preparada nuestra habitación, y más conociendo como conocíamos el grado de ocupación tan alto de los hoteles de Sydney la semana del "mardi gras". Hicimos el check in, dejamos el equipaje en consigna (más tarde nos lo subieron a nuestra habitación) y nos dimos una reconfortante ducha y nos cambiamos de ropa en el gimnasio del hotel. Y a la calle rápidamente, no había tiempo que perder, ciertamente estábamos deseosos de explorar la ciudad....estábamos en SYDNEY.
La cercanía de nuestro hotel al centro del Sydney nos permitió conocer la mayor parte de los atractivos de esta maravillosa ciudad caminando, que es como habitualmente más lo disfrutamos. Nuestra primera toma de contacto con Sydney quisimos hacerla conociendo los Reales Jardines Botánicos de la ciudad, que por otra parte nos cogía de camino hacia nuestro tan anhelado primer encuentro con el puerto y la Ópera House de Sydney. Pero antes de todo nos plantamos delante la majestuosa Catedral St Marys junto a los jardines de Hyde Park. Esta catedral de estilo neogótico construida en piedra arenisca de color dorada es el templo de mayor tamaño de toda Australia y resulta imponente con sus dos grande agujas y el gran volumen de su nave central, y es también Santuario Nacional Católico de Australia.
La cercanía de nuestro hotel al centro del Sydney nos permitió conocer la mayor parte de los atractivos de esta maravillosa ciudad caminando, que es como habitualmente más lo disfrutamos. Nuestra primera toma de contacto con Sydney quisimos hacerla conociendo los Reales Jardines Botánicos de la ciudad, que por otra parte nos cogía de camino hacia nuestro tan anhelado primer encuentro con el puerto y la Ópera House de Sydney. Pero antes de todo nos plantamos delante la majestuosa Catedral St Marys junto a los jardines de Hyde Park. Esta catedral de estilo neogótico construida en piedra arenisca de color dorada es el templo de mayor tamaño de toda Australia y resulta imponente con sus dos grande agujas y el gran volumen de su nave central, y es también Santuario Nacional Católico de Australia.
Los Royal Botanic Gardens se encuentran en pleno centro de la ciudad y son como un oasis de 30 hectáreas para aislarse de los habituales atascos de Sydney. Acompañan por el lado oeste de los mismos a los altos rascacielos del centro de la ciudad y por el lado este con Potts Point. El Real Jardín Botánico es la institución científica más antigua de Australia, y ocupa una extensión nada desdeñable frente a la Bahía de Sydney. Albergan una gran cantidad de especies vegetales autóctonas del continente australiano, pero también algunas procedentes de otras partes del mundo.
Dentro del Jardín Botánico destacan los enormes ejemplares de ficus australiano, y algunas esculturas dispersas por los jardines, como la escultura del cazador o la fuente del gobernador Phillip en honor al creador de la primera granja en el continente.
En los jardines también se montan exposiciones de conjuntos escultóricos que todavía contribuyen más si cabe a embellecerlos, a parte de hacer los paseos más agradables. Algunas son unos montajes espectaculares y de gran tamaño, mientras que otras son originales esculturas con lo que parece materiales reciclados. Interesantes en todo caso.
Uno de los muchos ejemplos de ficus australiano que desarrollan espectaculares formas que levantaron nuestra curiosidad. El Jardín Botánico también alojaba un "slit drum" regalado al pueblo australiano por las gentes de la Isla de Ambrym en el archipiélago de Vanuatu en el Pacífico. Este tambor de hendidura fue utilizado en los bailes y danzas tradicionales y para la transmisión de mensajes entre los habitantes de la isla.
Por los diferentes parques de Sydney circula libremente una gran variedad de fauna autóctona convertida en fauna de ciudad. Uno de esos animales son los ibis australianos que se mueven a sus anchas, no sólo por parques y jardines, sino también por calles y terrazas en busca de bocados gratis que llevarse al pico.
Government House en los Royal Botanic Gardens
Y, aunque ya habíamos vislumbrado entre la espesa vegetación y arboladas de los Royal Botanic Gardens pequeñas secciones del Puente de la Bahía de Sydney y las puntas más altas de las velas de la Ópera de Sydney, por fin llegó el ansiado encuentro cara a cara con los iconos más reconocidos de Sydney, y que es de las primeras cosas que contemplamos todos los año nuevo por televisión dando la bienvenida al nuevo año con sus espectaculares fuegos artificiales. En honor a la verdad tengo que decir que fue un momento en el cual nos invadió la más absoluta emoción y excitación. Tantas veces vistos y allí estaban, delante de nuestros ojos, esplendorosos, reales, y la Ópera de Sydney en la pequeña península de Bennelong Point, como varada en la bahía con sus blancas velas enarboladas al viento.....de las experiencias que se graban en la memoria.
Al acercarnos a las escalinatas del famoso edificio pudimos ver en detalle sus entresijos constructivos para intentar comprender el por qué de sus dificultades constructivas, que llevaron a la obra y al autor del diseño del grandioso edificio a enormes confrontaciones con las autoridades de la ciudad. El resultado una vez pasadas las décadas es de todos conocido, con la renuncia del arquitecto danés Jorn Utzon a continuar con la construcción y con un disparatado coste final superior en treinta veces el presupuesto inicial. La estructura principal del edificio es de hormigón armado, que no se esconde a la vista, sino todo lo contrario dándole un protagonismo principal tanto en los soportes y voladizos exteriores como en los interiores al que también acompaña el granito rosa . Y por otro lado la cobertura de las azoteas o tejados que está recubierta de más de un millón de azulejos fabricados en Suecia.
Aunque en la distancia la Ópera de Sydney parece enteramente blanca y uniforme, cuando te acercas a ella y la contemplas con más detenimiento se observa claramente que estos azulejos son blancos con brillo y también de color crema acabados en mate, formando juegos geométricos, tal como es fácil apreciar en las fotografías detalladas que les hice a las cubiertas.
Lo que es verdaderamente cierto es que, por mucho que hubiéramos visto por la televisión montones de imágenes de la Ópera de Sydney (de hecho como ya dije todos los año nuevo las vemos en los telediarios de medio mundo), por muchas cientos de fotos que también hubiéramos visto de ella, por mucho que nos hubiéramos imaginado ese encuentro frente a la majestuosa edificación, la realidad superó a la ficción como suele decirse. Los días siguientes también pudimos seguir disfrutando de este hermoso edificio, así que en las sucesivas entradas acerca de Sydney volveré a subir más fotografías desde diferentes perspectivas.
Tanta emoción, y tanto calor también, merecía una parada para reponer fuerzas después de una mañana llena de emociones. Habíamos aterrizado en Sydney muy pronto por la mañana y puesto nuestros pies por primera vez en las antípodas, apenas habíamos dormido en las últimas 24 horas, y habíamos recorrido los Reales Jardines Botánicos y nos habíamos presentado a dos de los iconos de esta gran ciudad. Y que mejor lugar para ello que tomar un tentempié y unas cervezas en la terraza del Café de la Ópera, frente al famoso Puente de la Bahía y disfrutar del espectáculo visual. Aunque ya adelanto que barato precisamente no es, como casi todo en Sydney.
Continuamos la jornada paseando por Circular Quay. Una zona muy animada y con mucho tránsito de Sydney al encontrase una de las terminales donde parten los ferries para diferentes barrios y lugares de la Bahía, y también la estación de trenes. Muchos bares y cafés se distribuyen a lo largo del paseo, así como espectáculos callejeros de todo tipo. Circulay Quay es el nexo de unión entre el barrio más antiguo de Syney, The Rocks, y la zona de la Ópera, y además es el lugar donde acaba la zona financiera separada por unos cientos de metros por la estación de trenes. Ese día en su terminal de cruceros se encontraba atracado el "Arcadia" de P&O Cruises en su vuelta al mundo.
Esta curiosa pareja artística daba ambiente musical tocando el "didgeridoo" el chico que está sentado, mientras que el aborigen decorado con la pintura corporal tradicional tocaba los "bilma", o lo que es lo mismo, los palos de ritmo tradicionales aborigen de Australia.
El paseo hasta Park Hyatt, pasando antes por la terminal de cruceros Overseas, nos ofreció unas buenas vistas de los barrios emplazados al norte de la ciudad, del frenético tráfico de ferries y embarcaciones turísticas y, sobre todo, del impresionante Sydney Harbour Bridge.
Y por supuesto una magnífica estampa de la Ópera House
Este primer día en Sydney tuvimos un primer contacto con el barrio histórico de The Rocks. En realidad esta zona es donde comenzó propiamente la ciudad de Sydney como una colonia penitenciaria, y se extiende desde Circular Quay hasta los arcos de acero del Puente de la Bahía entre calles empinadas, callejones y edificaciones en ladrillo. Fue un primer contacto sin más pretensiones que las de dar un pequeño paseo y, sobre todo, para caminar a lo largo del paseo que discurre pegado a la bahía y disfrutar de las vistas panorámicas de la Opera House y del espectacular Puente de la Bahía más de cerca. Teniendo en cuenta el cansancio que llevábamos acumulado decidimos que lo mejor era ir buscando un lugar para cenar y retirarnos pronto a nuestro hotel para descansar.
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