Llevábamos tiempo queriendo viajar a la maravillosa Praga, pero por diferentes circunstancias no habíamos podido hacerlo hasta la fecha. En principio nuestra idea era planificar un viaje completo que no sólo englobará esta maravilla de ciudad a orillas del Moldava, sino que abarcara también gran parte del territorio checo. Pero en vista que ese momento no llegaba decidimos visitar Praga como complemento de un gran viaje más largo y dedicar a la ciudad cinco días completos para intentar llegar a cada rincón y a cada recoveco de Praga. Nuestro vuelo de Lufthansa aterrizaba al filo de la media noche en el Aeropuerto Internacional Václav Havel, donde un trànsfer que habíamos contratado con anterioridad nos dejó cómodamente en la recepción de nuestro hotel en el centro de Praga. Una gran oferta que encontramos hizo que nos alojáramos en el Eurostars Thailia, un magnífico hotel de cinco estrellas estratégicamente situado a pocos minutos andando de la Plaza de la Ciudad Vieja pero lejos a su vez del barullo nocturno de los turistas. Al día siguiente estábamos emocionados, desayunamos rápidamente y nos lanzamos explorar la ciudad. Y así, bajando la calle de nuestro hotel junto al Teatro Nacional de Praga se abrió frente a nosotros la vista del Río Moldava con el majestuoso Castillo de Praga al fondo de la escena. Una de esas imágenes que se te graban en la retina para siempre.