Y había llegado el día, el sexto día en Sydney íbamos a embarcar en el ms Oosterdam de la Holland America Line en un crucero que nos llevaría por los remotos archipiélagos de la Melanesia en el Pacífico Sur. Nos esperaban quince intensos días a bordo del Oosterdam en los que conoceríamos una parte de Nueva Caledonia, el archipiélago de las Vanuatu e Islas Fiji. Pero antes disponíamos de casi toda la mañana para rematar nuestros conocimientos de esta gran ciudad que es Sydney. Hicimos el check-out en el hotel, y pedimos al amable personal que nos guardara el equipaje en consigna hasta nuestro regreso. Mientras aprovechamos para ir a desayunar a un Starbucks cercano a Hyde Park, que era una de las últimas asignaturas pendiente que nos quedaba en Sydney. Una edificación que se asemeja mucho a un gran mausoleo preside una de las cabeceras de este céntrico parque de Hyde Park. Se trata del Anzak Memorial , construido como homenaje y memoria de los soldados australianos y neozelandeses caídos en batalla durante la Primera Guerra Mundial. En su interior una llama eterna los recuerda y conmemora su memoria, así como diferentes esculturas en bronce y un pequeño museo donde se exponen uniformes, diarios de algún soldado anónimo, armas, postales, condecoraciones y diversos documentos. En la misma zona del memorial junto a Park Street, que es la avenida que parte en dos mitades Hyde Park, se yergue una estatua del mismísimo Capitán Cook.
En la parte más al norte de Hyde Park frente a la catedral de St Mary una gran fuente adornada con maravillosas esculturas en bronce, la Archibald Fountain, conmemora la alianza de Francia con Australia también en la Primera Guerra Mundial.
La mañana se nos iba esfumando poco a poco, pero todavía teníamos tiempo para conocer unos de los capítulos más oscuros de la historia de Australia. Los Barracones de Hyde Park fueron construidos en el siglo XIX para confinar a los presos traídos desde cualquier rincón del imperio británico. Con el paso del tiempo y una vez finalizada su primitiva función ha servido de alojamiento para inmigrantes, de oficinas del gobierno y hoy en día aloja un interesante museo. En el Hyde Park Barracks Museum se recrea las duras condiciones de los presos y muestra como era la vida de los convictos recluidos en esos barracones.
Muy cerca de Los Barracones está la Casa del Parlamento de Nueva gales del Sur y la Biblioteca de Sydney, y también se encuentra el antiguo Hospital de Sydney. Y en uno de sus patios hay una escultura que sorprende al visitante porque recuerda a.....efectivamente, al "il porcellino" de la ciudad italiana de Florencia. La explicación es sencilla. La marquesa Fiaschi Torrigiani regaló esta réplica en bronce a la ciudad de Sydney a finales de 1968, aunque desconozco lo que motivó tal generosidad.
Y después de una gratísima experiencia por la gran urbe que es Sydney y por algunos lugares cercanos a ella, había llegado el momento de ir a embarcar en el ms Oosterdam, un gran momento para nosotros. Recogimos nuestro equipaje en el hotel y de ahí partimos en taxi hacia la terminal de cruceros. En la documentación que nos había enviado previamente Holland America pudimos comprobar que embarque se iba realizar en la flamante Terminal de White Bay, mientras que el desembarque sería en la Terminal de Circular Quay quince días después. Y tras los farragosos impresos del departamento australiano de inmigración, cuestionarios de salud y un rápido check-in y paso de controles de seguridad enseguida nos encontramos en la pasarela de acceso al Oosterdam poniendo nuestros pies abordo por primera vez. A pesar de no ser un hecho novedoso ni mucho menos (digo lo de embarcar en un crucero), aún nos sigue causando cierto nerviosismo y expectación.
Una de las cosas importantes de embarcar en White Bay era que a la hora de zarpar pasaríamos por Darling Harbour y tras navegar en zig zag a través de las diferentes pequeñas bahías que componen el Parque Nacional de la Bahía de Sydney, navegaríamos bajo el Harbour Bridge en lo que, según nos había comentado una tripulante, sería una experiencia muy emocionante. Mientras tanto, y en lo que que llegaba la hora de zarpar y antes del simulacro de emergencia, nos dedicamos a pasear por algunas de las cubiertas del Oosterdam y a disfrutar de las fabulosas vistas de este barrio de Sydney y del puente desde White Bay ......
.....y del inconfundible skyline de Sydney desde otra perspectiva.
La estilosa terminal de cruceros de White Bay fue inaugurada diez meses atrás, y a parte de su atractiva imagen y gran comodidad para el embarque de pasajeros, su peculiaridad es que es un espacio multiuso que también puede servir como centro de congresos y convenciones si así se requiere, una idea inteligente para amortizar la gran inversión de dinero necesario para sus construcción. Ingeniosos estos australianos.
Y por fin, zarpamos. La inoportuna tormenta veraniega que había descargado sobre el barco una hora antes parecía que se había calmado y poco a poco el cielo comenzaba a clarear. Bien, los negros nubarrones se iban alejando y no nos estropearían una de las salidas de puerto más espectaculares que se pueden realizar abordo de un barco de cruceros. Nosotros por nuestra parte nos hicimos con unos puestos privilegiados en la popa del Oosterdam para disfrutar tan ricamente de nuestras cervezas y para no perdernos detalle de la estela que iba dejando, además de recoger los saludos que nos dedicaban los australianos que observaban la partida del Oosterdam desde las puntas de los muelles de Darling Harbour y otras zonas aledañas. Y sobre todo al girar la cabeza contábamos con vistas despejadas hacia la proa para no perder detalle del paso bajo el Harbour Bridge. Demasiados puntos de interés y sólo un par de ojos.
Tras más de media hora de navegación por la bahía el Harbour Bridge iba creciendo en tamaño en la misma proporción que crecía la expectación del pasaje, lo que significaba que nos íbamos acercando al esperado momento de cruzar bajo su estructura. Los objetivo de las cámaras apuntaban hacia la proa del barco para no perder detalle de la aproximación al puente.
Desde lo más alto del Harbour Bridge, y como si de hormiguitas se trataran, un grupo de turistas que estaba realizando la ascensión a lo más alto de arco del puente nos saludaron con gran entusiasmo al paso del Oosterdam bajo el puente. Desde luego que disfrutaron de unas excepcionales vistas del barco de Holland America.
Y justo en el momento en el que la chimenea del Oosterdam estaba atravesando el Harbour Bridge, desde el puente de mando hicieron sonar la bocina del barco con tres largos pitidos saludando a la ciudad de Sydney y a la gran cantidad de gente que purulaba por Circular Quay en aquella tarde de domingo. Esos estruendosos toques de bocina, amplificados por el eco del puente que hizo de ocasional caja de resonancia, no hizo más que aumentar nuestra emoción y excitación por la experiencia que estábamos viviendo. Y desde luego no éramos los únicos, porque esa emoción también era bien visible en las caras del resto de los pasajeros.
Las vistas de la Opera House resultaron aún más espectaculares. Y eso que ya habíamos tenido la oportunidad de disfrutarlas desde las aguas de la bahía en el ferry que nos trasladó hasta Manly, pero la perspectiva desde las cubiertas más altas del Oosterdam nos dio otro punto de vista diferente. Una postal que no nos cansamos de contemplar.
Poco a poco la ciudad iba quedando atrás, mientras se retiraban los remolcadores .....
....y el skyline de Sydney se abría ante nuestros ojos.
Una experiencia emocionante para recordar durante mucho tiempo. Indudablemente la belleza de esta Bahía con la espectacular Opera House y el skyline de Sydney a sus espaldas, junto al impresionante Harbour Bridge es aliciente más que suficiente para deleitar la vista. Pero creo que el hecho de encontrarse en las antípodas, en la otra parte del mundo, todavía contribuye a hacerlo más especial. Y todas esas sensaciones se reflejan en el rostro.
Un último vistazo a la postal de Sydney, y que no volveríamos a contemplar hasta el regreso de nuestra aventura por los Tesoros del Pacífico en la Melanesia quince días más tarde. Hasta la vuelta Sydney.
Una vez que el Oosterdam abandonó las aguas de la Bahía de Sydney comenzó la navegación por el Mar de Tasmania rumbo noreste. Y así continuó a lo largo de los dos siguientes días en los que entró en aguas del Mar de Coral en busca de nuestra primera escala, Noumea, la capital del archipiélago de Nueva Caledonia. Una placentera y calmada navegación en la que a medida que nos acercamos a las islas de la Melanesia, el Océano Pacífico dejó de hacer honor a su nombre para convertirse en un océano menos amable.
4 comentarios :
Me has dejado enganchada a vuestro relato. Espero lo continueis pronto y asi pueda disfrutar de ese precioso recorrido que hicisteis. Un saludo.Sandra
https://sites.google.com/site/diariosviaje/
Gracias Sandra. Claro que lo voy a continuar, lo que pasa es que últimamente he estado algo escaso de tiempo. Pero me pongo a ello lo antes posible. El recorrido es una maravilla, una experiencia de paisajes idílicos y unas gentes increíbles, nobles y puras.
Saludos
MUY CHULO¡¡¡¡¡¡. y tocarías el hocico del jabalí, no?. Ahora a Navegar.... así que tomaste biodraminas, jeje.
Pues no recuerdo haberle tocado el hocico al jabalí....tendré que regresar a Australia parahacerlo jejeje
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