jueves, 8 de julio de 2010

Crucero Celebrity Solstice ( Mediterráneo este )

Lo primero tengo que decir antes de nada, es que este crucero en el Celebrity Solstice globalmente ha sido muy positivo. Sin duda alguna el aspecto más destacado ha sido la comida, tanto por presentación de los platos, como por gusto y variedad de los mismos. Otro aspecto relevante fue el propio barco en si, sus instalaciones, distribución de salas y corredores y una decoración que a nosotros nos ha encantado, moderna y de diseño, pero conservando una gran elegancia. Ese diseño de los corredores permitía recorrer la eslora del barco dando la sensación de tener muchos menos de los 310 metros que posee. Como puntos destacados incluiría a modo personal el comedor principal Grand Epernay, el Lawn Club con el césped natural y el atrio principal Grand Foyer. Una de las zonas que más nos gustó fue la piscina cubierta, con sus fuentes de colores, música relajante y el Aqua Spa café para poder picar alguna cosa.


En cuanto al camarote el nuestro era un exterior de luxe con veranda categoría 1B y nos encantó. Amplio, cómodo, bien decorado y con muchos armarios y cajones para guardar toda clase de ropa y objetos, un gran balcón con mesa y dos tumbonas reclinables y un baño espacioso con toda clase de vitrinas y cajones para guardar todo lo necesario y un buen número de amenities. A destacar el sistema interactivo de la televisión del camarote, muy práctico, y el regulador de intensidad de las luces del camarote. Como punto negativo el excesivo rumor del sistema de climatización y a mi parecer el poco aislamiento acústico de la cabina, en la que se percibe bastantes ruidos exteriores.


El servicio que hemos recibido en el comedor principal ha sido excelente por parte de Omar, nuestro camarero y de su asistente Canto y eso a pesar que en los doce días de crucero hemos tenido tres camareros distintos. Nuestro somelier Rubén excelente profesional y sobre todo magnífica persona. Otro tema distinto es el asistente de maitre polaco que demostró poquísima profesionalidad. Todas las noches que cenamos en el Grand Epernay se dedicaba a pasar varias veces por todas las mesas interesándose por la satisfacción de los comensales, como no podía ser de otra manera. Por todas menos por la nuestra, que rodeaba convenientemente, convirtiéndola en una isla ficticia dentro del comedor principal. La razón supongo que sea que nosotros no hablábamos el suficiente inglés para mantener una conversación digna de su rango abolengo. De todas formas debería aprender de nuestro ayudante de camarero filipino, una persona encantadora y profesional, que ya el segundo día nos saludaba en español, se tomó la molestia de aprender alguna palabra más y me hablaba despacio en inglés para que pudiera entenderle. Sin duda un esfuerzo que es de agradecer. Soy plenamente consciente de que viajo en una compañía cuyo idioma oficial es el inglés. Pero lo otro me parece una descortesía. Por no decir que podía haber utilizado de traductor a nuestro camarero Omar, hondureño que evidentemente hablaba castellano. De todas formas esta falta de profesionalidad de este asistente de maitre quedó reflejada por nuestra parte en el cuestionario final de satisfacción y no empañó el alto concepto que nos llevamos de la profesionalidad de una gran mayoría de la tripulación.


Otros detalles de servicio, o no servicio, por parte de la compañía que nos dejó desconcertados nos ocurrieron el último día de crucero. El primero de ellos fue encontrarnos con el mueble bar cerrado con llave a cal y canto. Quizás pensaron que en un episodio de sonambulismo, saquearíamos dicho mueble bar por la noche y no querríamos abonar su cuantía amparándonos en dicha patología, si es que se puede denominar de esa forma. Otro ocurrió al solicitar, como casi siempre, el desayuno en el camarote a través del útil sistema interactivo de la televisión. A los pocos minutos sonaba el teléfono del camarote y una voz amable, pero sorprendida a la vez, me informaba que no podían atender mi petición, pero ponían a mi disposición el bufé hasta las ocho de la mañana. Detalles que nos habían ocurrido en Costa y MSC y que no nos esperábamos que pasarán en Celebrity, más aún cuando no nos sucedieron en NCL. Por último, a la hora del desembarque definitivo, la frase mecánica del personal de seguridad y sobrecargos en el que nos deseaban : “que tenga un agradable día en puerto” en cada una de las escalas, y que en esta vez creí que se transformaría en : “que tenga un agradable viaje de regreso a casa”, se resumió en un silencio y semblante serio en el rostro. Detalles que en mi modesta opinión no son propios de una naviera que presume de ser “premium”.
 
 
Desgranando un poco más. Antes de iniciar el crucero habíamos reservado en el restaurante francés Murano. Lo hicimos en la noche que zarpábamos de Mikonos para no coincidir con ninguna de las dos noches de gala que tuvimos en este crucero. A decir verdad, es una experiencia que nadie debería perderse, y no sólo por la faceta gastronómica, sino por el ambiente, el servicio refinado y un cierto áurea “megapijo”. Ahora bien, el precio pagado, que en nuestro caso superó los 140$ con el vino más el servicio, no justifica acudir en más de una ocasión. A destacar de nuevo las contradicciones que nos hemos encontrado en este crucero en el Solstice. Por una parte la tacañería de cobrarte 4$ por un café expreso después de pagar ese precio por cenar, y por otro el detalle de encontrarte una tarjeta en el camarote del maitre del Murano por la noche agradeciéndote la visita y expresando el deseo por su parte de volver a saludarnos de nuevo.


Como ya expresé arriba, el servicio en el restaurante Grand Epernay fue impecable. Tanto la calidad como la variedad de platos fue muy buena. Los tiempos de espera fueron más que correctos, permitiéndonos disfrutar de unas cenas casi perfectas, sin esperas prolongadas entre platos pero sin atosigarnos sacándolos de continuo. Si a ello añadimos que Celebrity tuvo a bien atender nuestra petición de mesa para dos, pues lo dicho, la experiencia fantástica.


El bufé Oceanview si que nos sorprendió agradablemente. Muy buena variedad, islas que permitían servirse sin aglomeraciones y ningún problema para encontrar mesas libres relativamente cerca de las mismas. A modo de anécdota comentar que una de las veces a los cocineros del bufé les fallaron los tiempos de cocción, y sacaron un arroz con verduras que literalmente estaba sin cocer. Os podéis imaginar la cara que puse cuando me llevé a la boca una cucharada y tuve la sensación de masticar arena de la playa Paradise de Mikonos. Pero eso no deja de ser una simple anécdota simpática.


Otra cosa que no había comentado fue el embarque. Llegamos al muelle de Civitavecchia sobre las doce y media. Teníamos hecho el check-in por internet, y fue de lo más rápido. A eso de la una de la tarde ya habíamos abordado el Solstice, aunque quizás influyó el hecho de no coincidir con los transfers de la compañía. A las graves carencias de la “estación marítima” de Civitavecchia por llamarla de algún modo, se unió que estaba lloviendo, y fue todo un detalle por parte de la compañía que nos facilitaran sendos paraguas que luego nos recogieron una vez a bordo. El recibimiento fue con dos copas de vino espumoso ( nos recordó al pasado crucero en el NCL Jewel ), y dimos buena cuenta de ellas en nuestro camarote haciendo los preceptivos brindis.


No quiero olvidarme de comentar una de las dos cosas que menos nos gustó de este crucero. Y fue relativa a la atención en los bares y loungues . Si bien la atención era muy correcta y cordial cuando pedías una consumición, otra cosa distinta era cuando no te apetecía tomar nada. Y lo voy a ilustrar con dos ejemplos:


El primero nos ocurrió en el Martini bar. En uno de los días de navegación nos dedicamos a descubrir el barco y realizar un tour fotográfico. Después de sacar panorámicas del bar, me senté en uno de los taburetes de la barra mientras mi mujer me encuadraba con el objetivo de la cámara. A los cinco segundos de haberme sentado uno de los camareros se planta entre el objetivo de la cámara ante la que estaba posando y yo, me pone los cacahuetes que sirven como aperitivo, lanza las dos servilletas que utilizan a modo de posavasos y seguidamente me pregunta que voy a tomar. Mi contestación fue: “Nada, gracias. Sólo estamos sacando una fotografía, muchas gracias” como era de lo más evidente. Su respuesta inmediata fue retirar los cacahuetes junto a las dos servilletas y poner cara de contrariedad mientras se retiraba del objetivo de la cámara ante la cual se había interpuesto. Mientras, nosotros nos quedábamos con cara de incredulidad.


El segundo nos ocurrió en el Sunset bar, además varios días. Al ser nosotros unos habituales de ese lugar, por ser uno de los pocos donde se permite fumar, los camareros ya nos conocían de sobra. No tomábamos nada ya que acudíamos sólo con ese propósito, y en algunas ocasiones incluso con dos zumos que nos servíamos en el bufé . Hay que tener en cuenta que a poco tiempo de la cena, en la cual siempre nos tomábamos una botella de vino más luego una copa después del teatro en el Sky loungue, ya teníamos cubierto el cupo alcohólico. Pues a pesar de ello, en el intervalo de veinte minutos , llegaron a preguntarnos hasta en seis ocasiones si queríamos tomar algo y menos mal que sólo había dos camareros ). La situación ya nos estaba resultando violenta y de lo más incómoda. Lo que quiero decir con esto, es que en muchas ocasiones no te sientes a gusto y cómodo sentándote en cualquier bar, a menos que pidas consumiciones, y muchas de ellas te sientes casi coaccionado a tener que consumir. Y mucho menos se me hubiera ocurrido sentarme a charlar en el Michael´s Club sin consumir nada, y eso que estaba siempre medio vacío. Ya se que puedes sentarte en cualquier lugar sin tener que sentirte obligado a consumir, me podréis decir con toda la razón, pero a mi no se porqué ya es que me daba “corte”. Por esa razón me he sentido más a gusto en la Norwegian en la que te preguntan si deseas tomar algo, y si no quieres luego no te están asediando constantemente.


En el capítulo de la asistencia en español, debo decir que nos ha sorprendido mucho y bien. El today siempre puntual en nuestro idioma. Las cartas de los restaurantes, tanto principal como de pago traducidas. Algún anuncio importante por megafonía también en español. El segundo día nos dejaron copias de los menús de los restaurantes de pago traducidas en nuestro camarote para que pudiéramos ir familiarizándonos con ellos. Casi todos los días nuestra azafata internacional nos dejaba un mensaje por las noches en el teléfono con los eventos y detalles más importantes para el día siguiente. El simulacro de emergencia en el teatro Solstice también en castellano. Había al menos una excursión en español ( aunque nosotros no hicimos ninguna con la naviera ), etc…


Para resumir, una compañía TOTALMENTE recomendable, en la que seguro que repetiremos. También es cierto que he estado un poquito al detalle en cosillas negativas o “quisquilloso“ que podréis pensar algunos de vosotros, pero es que se trata de Celebrity, se trata de una “premium”, se trata de una compañía en la que ellos mismos te prometen un nivel de servicio y una experiencia excepcional, por lo tanto no puedo mirarla de la misma forma que a Costa o Msc (por poner un ejemplo ya que he navegado en ellas). Ahora bien, el crucero ha sido fantástico en relación a lo que hemos pagado, pero si el precio hubiera sido el inicial de catálogo (aproximadamente el doble de lo abonado por nosotros) sintiéndolo mucho debo decir que entonces a nosotros no nos merecería la pena pagar ese dinero por la diferencia de una comida muy buena y un camarote algo más amplio pero con un nivel de servicio similar al que nos hemos encontrado en Ncl y, a veces, me atrevería a decir que un poquito peor.


 La zona de piscinas


  El espectáculo del Hot Glass Show


          Por fin he podido fotografiar una chimenea distinta después de tres iguales


    Las comunicaciones vía satélite que tantos disgustos ha dado a algunos con los móviles


                                              Dos perspectivas distintas de las piscinas




La piscina interior vista desde cubierta



Detalle de las placas solares


                                      En estas imágenes se puede apreciar la mar picada




En el Solstice te puedes encontrar con una obra de arte en diferentes sitios. Esta está en la entrada del Sky Observation Loungue.


                                                                    Otro rincón del sky


                                                           Y el boulevard de las tiendas


    El casino Fortunes del Solstice. sin duda uno de los espacios con más éxito de público del crucero.



Una vista de la piscina cubierta. 
Un lugar estupendo donde pasar las horas muertas, incluso aunque no te des un baño....


Unos de los momentos en los que nuestro estilo de viajar nos permite relajarnos sí o sí :
 Los días de navegación





Café Al Baccio donde hemos pasado muy buenos momentos y tomado un café más que aceptable, eso sí, previo pago de 12$ por dos cafés moka.


Este es El Bistro on Five, donde sirven unas creps con muy buena pinta. Ahí te atenderá una camarera dominicana que es un auténtico encanto. La pena que entre pitos y flautas se nos vino encima el final del crucero y no pudimos probarlas. Por sólo 5$ de cargo, creo que merece la pena. La próxima vez será



Este es el Solstice Theatre.




Detalle del precioso techo del teatro. Simplemente espectacular, al menos para mi.

1 comentarios :

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