sábado, 3 de julio de 2010

Celebrity Solstice. Estambul.

Estambul


Este día llegábamos a Estambul y teníamos unas ganas enormes. A pesar de haber estado hace un año en ella durante cuatro días, queríamos ver cosas que se nos habían escapado la vez anterior y regresar a otras que sí habíamos visto, y que nunca te cansas de volver a contemplarlas.




Las ventajas obvias de haber estado en una ciudad antes, es que te mueves casi como en tu casa. Lo que no sabía yo es que además tenía que hacer de guía improvisado de como llegar a los sitios, que medio de transportes tomar, en que parada apearse y que es lo que no te puedes perder en Estambul en la estancia en puerto del Solstice. Y lo digo porque cuando desembarcamos nos encaminamos a la salida del puerto y como siempre de bote en bote de taxistas buscando clientela, entre ellos vociferando con un grupo de norteamericanos, y quizás debe de ser por la contundente negativa nuestra de no requerir sus servicios, y la decisión en el caminar nuestro hacia fuera de las instalaciones portuarias, alguno de esos americanos se fijaron en nosotros y decidieron seguirnos (como pensando :"estos tíos parece que saben lo que hacen"). Ya en el banco al que habíamos entrado para cambiar a liras surgió alguna pregunta por parte de ellos, con la sorpresa de que mi inglés es bastante básico, pero suficiente para entendernos un poco. Del banco hacia la parada de tram y dentro del mismo tranvía les indiqué en que parada debían apearse, que debían visitar y no perderse en el largo día que les aguardaba. Parece que alguna duda del monumental despiste que tenían quedó disipada. No entendemos cómo se puede llegar a una ciudad como Estambul y no tener claro que visitar salvo Santa Sofía y La Mezquita Azul. Increíble.

Por nuestra parte la primera labor que teníamos era localizar el centro cultural para reservar por la tarde nuestra entradas para ver a los Derviches. Y acudimos allí porque no sólo queríamos verles a ellos, sino que lo que queríamos era ver el ritual completo, incluido el concierto de música sufí. Lamentablemente estaba prohibido fotografiar y filmar. Después dimos un repaso por esas maravillas que posee esta mágica ciudad.


           El puente que comunica el continente Europeo con el asiático


Santa Sofía


                                                           Interior de la Mezquita Azul


                                        Típicas casa de madera en el barrio de Sultanahmet

                                                      Exteriores de la Mezquita Azul


Después de dejar atado el tema de las entradas (el aforo es muy limitado), este primer día en Estambul lo dedicamos a visitar algunos de sus inmensos monumentos. Y, aunque muchos de ellos ya los conocíamos, la verdad que no te cansas de contemplarlos. Lo primera cita que tocaba era la Mezquita Azul. Desde luego que es una maravilla, pero esta segunda vez nos ha vuelto a dejar de nuevo con la boca abierta, lo que nos puede gustar. En Santa Sofía decidimos no entrar debido a las grandes colas para acceder al interior, y como habíamos estado hace un año, el mal no era tan grave. Lo que si que hicimos fue darnos una ruta por la parte baja de Sultanajmet donde hay una arquitectura de casas de madera maravillosas, unos hoteles súper encantadores, otro zoco cómo no y sobre todo muy baja densidad de turistas, lo cuál se agradece en una ciudad como Estambul. Ya empezaba el cansancio en nuestras piernas, en un precioso día soleado, y pusimos rumbo al Gran Bazar para callejear un poco y tomarnos un cafetito que buena falta nos hacía. Queríamos comprar unos grabados que ya habíamos visto en nuestra estancia anterior y no adquirimos, pero desgraciadamente no fuimos capaces de dar con los que nos gustaban. De todas formas siempre es agradable hacer una visita a esta Meca del comercio, y por regla general, poco recomendable hacer las compras ya que los precios suelen estar más elevados que en otras partes. Por cierto que la prohibición de fumar en establecimientos públicos vigente desde este julio pasado la llevan a rajatabla, así que olvidarse de fumar en bares, restaurantes y hasta incluso en teterías. El que quiera fumarse una “cachimba” hala, a la p..a calle.


                                                                Santa Sofía


Los sufíes buscan la unión mística con Dios a través de diversos medios. Los derviches son los seguidores de Jalaluddin Rumi, un poeta y místico del siglo XIII actualmente llamado Mevlana quien desarrolló un ritual de cantos, oraciones y giros sobre la música sagrada que produce un estado de trance que se dice se percibe como una comunión con Dios por parte de los discípulos bien entrenados. La orden de Mevlana es musulmana pero está abierta a cualquiera que busque la unión mística con Dios como lo expresa este verso de Rumi (Mevlana Celalettin Rumi):


Quien quiera que usted sea , venga
Incluso si usted es
Un infiel, un pagano o un adorador del fuego, venga
Nuestra hermandad no es de desesperanza
Incluso si usted ha roto sus votos de arrepentimiento cientos de veces, venga.


Los derviches tuvieron una profunda influencia en la vida política, social y económica durante el Imperio Otomano pues varios sultanes fueron sufíes de la Orden de Mevlana. Su importancia ha disminuido actualmente en la Turquía actual pero aún sobreviven como "asociaciones culturales”.

                                                               La asociación cultural


Después de los cantos y las oraciones, los derviches circularon, cada uno inclinándose hacia los viejos maestros y entre ellos varias veces para reconocer las respectivas almas. Entonces, los cinco derviches se quitaron los trajes negros que simbolizan los limitados aspectos materiales de sus seres. El semazenbashi, también llamado seyh o jeque se acercó para vigilar mientras que cada derviche a su turno saludaba a los mayores. Cada derviche recibió la bendición de los mayores bajo la mirada atenta del jeque y se movían girando en sentido contrario a las manecillas del reloj sobre su pie izquierdo.Al principio con las manos apretadas y pronto con los brazos extendidos con la mano derecha mirando hacia el cielo para recibir la benevolencia de Dios y la mano izquierda mirando a la tierra para distribuirla a toda la humanidad.


Nosotros, la verdad, que salimos encantados y maravillados, y con una serenidad como si verdaderamente hubiéramos asistido a algo divino o superior. Y para intentar explicar lo que habíamos presenciado, busqué en la red alguna explicación y os trascribo lo que encontré:

Una explicación hipotética del trance de los derviches es la siguiente. Sus giros provocan que la parte del cerebro responsable de la conciencia espacial (lóbulos parietales) tenga dificultad para reconciliar la información que recibe desde los cinco sentidos con la proporcionada por los conductos semicirculares del oído interno. Esto traería vértigos que causarían que cualquiera parara de girar o perdiera el equilibrio y se cayera pero el intenso entrenamiento de los derviches les permite continuar hasta que la persistencia de señales contradictorias sobrecarga el centro de asociación espacial al punto de causar que se desconecte.

Esta parte del cerebro, los lóbulos parietales superiores, nos dan la conciencia de la extensión espacial de nuestro cuerpo. Nos dice donde terminamos y donde empieza nuestro entorno. Una lesión en esta área paraliza nuestra habilidad de maniobrar en el espacio físico y no seríamos capaces de calcular las distancias y ángulos necesitados para ordenar a nuestros movimientos levantarnos de nuestra cama a una silla al otro lado del cuarto.

Cuando la intensa sobrestimulación de los giros causa la momentánea desactivación de su centro espacial, el derviche pierde la conciencia de donde termina su cuerpo y donde empieza el universo exterior. Gracias a su entrenamiento otras partes del cerebro mantienen sus movimientos rituales mientras que él tiene la impresión de ser liberado de las limitaciones de su cuerpo físico y ego individual.


Perder la conciencia de los límites de su cuerpo físico se traduce en una sensación de unidad con el universo girando alrededor de él y hace falta muy poca incitación para causar que este sentimiento exaltado sea interpretado por sus lóbulos temporales como una comunión de su ser con Dios.

Observé las caras de los bailarines mientras giraban delante de mí. Algunos de ellos en efecto se veían parte del tiempo como si estuvieran fuera de este mundo.


Después de un reparador desayuno, desembarcamos del Solstice para tomar el tranvía. El objetivo el barrio de Gálata y su archifamosa torre. Después de ascender innumerables escaleras y cuestas se abrió ante nosotros y entre edificios la Torre de Gálata. La verdad que íbamos dispuestos a subir a ella para disfrutar de las fabulosas vistas que ofrece, pero como todavía faltaban dos horas para la llamada a la oración, y queríamos subir en ese preciso instante, decidimos no subir. Nos consolamos pensando que para vistas ya las teníamos desde la cubierta quince del Solstice. Nos dedicamos a dar un buen paseo por este barrio, quizás uno de los que tienen más tipismo.


Una vez que iniciamos de nuevo la bajada hacia el Puente de Gálata y llegamos a él, nos hicimos la misma pregunta que hace un año : ¿ Cómo es posible que todavía queden peces... ?







Y de esa manera llegamos al bazar de las especias. Un sitio cuya visita no se puede obviar. Nosotros queríamos volver a disfrutar de los colores, los aromas, la simpatía y amabilidad de los turcos. Y que decir de los puestos del mercado. ¡Cómo tienen expuesto el pescado! Visita obligada.











 
Un inciso. Para los que tengan curiosidad por conocer el significado, o mejor dicho, la traducción de las frases de los imanes cuando llaman a la oración a la vez desde todas las mezquitas, es el siguiente :


Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande;
Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande.


Atestiguo que no hay más deidad que Allah;
Atestiguo que no hay más deidad que Allah.


Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah;
Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah.


¡Venid a la oración!¡Venid a la oración!
¡Venid a la salvación!¡Venid a la salvación!


¡Allah es el Más grande!¡Allah es el Más Grande!


No hay más deidad que Allah.


Justo nada más atravesar el Puente de Gálata, y junto al mercado de las especias, encontrareis la Mezquita de la Madre del Sultán. Suele pasar desapercibida su visita interior, pero os la recomiendo. Casi, casi tan espectacular en la ornamentación de los azulejos que la Mezquita Azul.




                                                           Y esta del exterior de la misma.


No teníamos pensado ascender a la colina donde está otra de las maravillas de Estambul. Pero preguntando a un comerciante si la Mezquita de Solimán El Magnífico estaba ya abierta al público después de la restauración a la que estaba siendo sometida, el cabrito nos dijo que si. Menuda trola que nos coló porque todavía está cerrada al público. Al menos nos dio la oportunidad de pasear por calles donde compran los turcos y no hay ni un sólo turista. Curiosamente no había tiendas de copias de bolsos y demás objetos de diseñadores. Eso si, te podrías traer para España todo un ajuar completo. Una experiencia de lo más bonita. Ahí es donde ves el verdadero pulso de una ciudad.






                                                                     Mezquita de Solimán

 Y llegaba el momento de la despedida de Estambul. Con pena no nos quedaba otro remedio que embarcar en el Solstice.


                                                 El Solstice preparándose para partir

                                                     Emotiva despedida de los remolcadores



               Y mientras en la ciudad se preparaba un tormentón de órdago para llorar nuestra partida.



                                                    Hasta la vista Estambul .

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