Uno de los monumentos más impresionantes de Praga es su magnífica catedral que domina desde las alturas toda la ciudad. Se encuentra emplazada en el interior del enorme recinto del Castillo de Praga y la visita de ambos lleva fácilmente toda una jornada. Ese día desayunamos pronto y cruzamos a la parte oeste de la ciudad por uno de los puentes que salva el río Moldava. Antes de llegar al barrio de Malá Strana visitamos el Museo de Kampa, el Museo de Arte Moderno Europeo. Se encuentra en la Isla de Kampa, una isla separada del resto de la ciudad por un estrecho canal que la da esa condición de insularidad, y que cuando la visitamos aún se estaba recuperando de las graves inundaciones que había sufrido la ciudad tan sólo dos semanas antes de nuestra llegada. En sus jardines, que disfrutan de unas maravillosas vistas del Moldava, se expone la obra del escultor checo David Cerny. Este enigmático escultor fundió unas esculturas en bronce de unos enormes bebés en posición de gateo y sin rostro. Así como el resto de sus obras esparcidas a lo largo y ancho de la ciudad (recordar por ejemplo la de Sigmud Freud colgado de una azotea) es difícil encontrarle el significado.