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sábado, 3 de julio de 2010

Celebrity Solstice. Estambul.

Estambul


Este día llegábamos a Estambul y teníamos unas ganas enormes. A pesar de haber estado hace un año en ella durante cuatro días, queríamos ver cosas que se nos habían escapado la vez anterior y regresar a otras que sí habíamos visto, y que nunca te cansas de volver a contemplarlas.




Las ventajas obvias de haber estado en una ciudad antes, es que te mueves casi como en tu casa. Lo que no sabía yo es que además tenía que hacer de guía improvisado de como llegar a los sitios, que medio de transportes tomar, en que parada apearse y que es lo que no te puedes perder en Estambul en la estancia en puerto del Solstice. Y lo digo porque cuando desembarcamos nos encaminamos a la salida del puerto y como siempre de bote en bote de taxistas buscando clientela, entre ellos vociferando con un grupo de norteamericanos, y quizás debe de ser por la contundente negativa nuestra de no requerir sus servicios, y la decisión en el caminar nuestro hacia fuera de las instalaciones portuarias, alguno de esos americanos se fijaron en nosotros y decidieron seguirnos (como pensando :"estos tíos parece que saben lo que hacen"). Ya en el banco al que habíamos entrado para cambiar a liras surgió alguna pregunta por parte de ellos, con la sorpresa de que mi inglés es bastante básico, pero suficiente para entendernos un poco. Del banco hacia la parada de tram y dentro del mismo tranvía les indiqué en que parada debían apearse, que debían visitar y no perderse en el largo día que les aguardaba. Parece que alguna duda del monumental despiste que tenían quedó disipada. No entendemos cómo se puede llegar a una ciudad como Estambul y no tener claro que visitar salvo Santa Sofía y La Mezquita Azul. Increíble.

Por nuestra parte la primera labor que teníamos era localizar el centro cultural para reservar por la tarde nuestra entradas para ver a los Derviches. Y acudimos allí porque no sólo queríamos verles a ellos, sino que lo que queríamos era ver el ritual completo, incluido el concierto de música sufí. Lamentablemente estaba prohibido fotografiar y filmar. Después dimos un repaso por esas maravillas que posee esta mágica ciudad.


           El puente que comunica el continente Europeo con el asiático


Santa Sofía


                                                           Interior de la Mezquita Azul


                                        Típicas casa de madera en el barrio de Sultanahmet

                                                      Exteriores de la Mezquita Azul


Después de dejar atado el tema de las entradas (el aforo es muy limitado), este primer día en Estambul lo dedicamos a visitar algunos de sus inmensos monumentos. Y, aunque muchos de ellos ya los conocíamos, la verdad que no te cansas de contemplarlos. Lo primera cita que tocaba era la Mezquita Azul. Desde luego que es una maravilla, pero esta segunda vez nos ha vuelto a dejar de nuevo con la boca abierta, lo que nos puede gustar. En Santa Sofía decidimos no entrar debido a las grandes colas para acceder al interior, y como habíamos estado hace un año, el mal no era tan grave. Lo que si que hicimos fue darnos una ruta por la parte baja de Sultanajmet donde hay una arquitectura de casas de madera maravillosas, unos hoteles súper encantadores, otro zoco cómo no y sobre todo muy baja densidad de turistas, lo cuál se agradece en una ciudad como Estambul. Ya empezaba el cansancio en nuestras piernas, en un precioso día soleado, y pusimos rumbo al Gran Bazar para callejear un poco y tomarnos un cafetito que buena falta nos hacía. Queríamos comprar unos grabados que ya habíamos visto en nuestra estancia anterior y no adquirimos, pero desgraciadamente no fuimos capaces de dar con los que nos gustaban. De todas formas siempre es agradable hacer una visita a esta Meca del comercio, y por regla general, poco recomendable hacer las compras ya que los precios suelen estar más elevados que en otras partes. Por cierto que la prohibición de fumar en establecimientos públicos vigente desde este julio pasado la llevan a rajatabla, así que olvidarse de fumar en bares, restaurantes y hasta incluso en teterías. El que quiera fumarse una “cachimba” hala, a la p..a calle.


                                                                Santa Sofía


Los sufíes buscan la unión mística con Dios a través de diversos medios. Los derviches son los seguidores de Jalaluddin Rumi, un poeta y místico del siglo XIII actualmente llamado Mevlana quien desarrolló un ritual de cantos, oraciones y giros sobre la música sagrada que produce un estado de trance que se dice se percibe como una comunión con Dios por parte de los discípulos bien entrenados. La orden de Mevlana es musulmana pero está abierta a cualquiera que busque la unión mística con Dios como lo expresa este verso de Rumi (Mevlana Celalettin Rumi):


Quien quiera que usted sea , venga
Incluso si usted es
Un infiel, un pagano o un adorador del fuego, venga
Nuestra hermandad no es de desesperanza
Incluso si usted ha roto sus votos de arrepentimiento cientos de veces, venga.


Los derviches tuvieron una profunda influencia en la vida política, social y económica durante el Imperio Otomano pues varios sultanes fueron sufíes de la Orden de Mevlana. Su importancia ha disminuido actualmente en la Turquía actual pero aún sobreviven como "asociaciones culturales”.

                                                               La asociación cultural


Después de los cantos y las oraciones, los derviches circularon, cada uno inclinándose hacia los viejos maestros y entre ellos varias veces para reconocer las respectivas almas. Entonces, los cinco derviches se quitaron los trajes negros que simbolizan los limitados aspectos materiales de sus seres. El semazenbashi, también llamado seyh o jeque se acercó para vigilar mientras que cada derviche a su turno saludaba a los mayores. Cada derviche recibió la bendición de los mayores bajo la mirada atenta del jeque y se movían girando en sentido contrario a las manecillas del reloj sobre su pie izquierdo.Al principio con las manos apretadas y pronto con los brazos extendidos con la mano derecha mirando hacia el cielo para recibir la benevolencia de Dios y la mano izquierda mirando a la tierra para distribuirla a toda la humanidad.


Nosotros, la verdad, que salimos encantados y maravillados, y con una serenidad como si verdaderamente hubiéramos asistido a algo divino o superior. Y para intentar explicar lo que habíamos presenciado, busqué en la red alguna explicación y os trascribo lo que encontré:

Una explicación hipotética del trance de los derviches es la siguiente. Sus giros provocan que la parte del cerebro responsable de la conciencia espacial (lóbulos parietales) tenga dificultad para reconciliar la información que recibe desde los cinco sentidos con la proporcionada por los conductos semicirculares del oído interno. Esto traería vértigos que causarían que cualquiera parara de girar o perdiera el equilibrio y se cayera pero el intenso entrenamiento de los derviches les permite continuar hasta que la persistencia de señales contradictorias sobrecarga el centro de asociación espacial al punto de causar que se desconecte.

Esta parte del cerebro, los lóbulos parietales superiores, nos dan la conciencia de la extensión espacial de nuestro cuerpo. Nos dice donde terminamos y donde empieza nuestro entorno. Una lesión en esta área paraliza nuestra habilidad de maniobrar en el espacio físico y no seríamos capaces de calcular las distancias y ángulos necesitados para ordenar a nuestros movimientos levantarnos de nuestra cama a una silla al otro lado del cuarto.

Cuando la intensa sobrestimulación de los giros causa la momentánea desactivación de su centro espacial, el derviche pierde la conciencia de donde termina su cuerpo y donde empieza el universo exterior. Gracias a su entrenamiento otras partes del cerebro mantienen sus movimientos rituales mientras que él tiene la impresión de ser liberado de las limitaciones de su cuerpo físico y ego individual.


Perder la conciencia de los límites de su cuerpo físico se traduce en una sensación de unidad con el universo girando alrededor de él y hace falta muy poca incitación para causar que este sentimiento exaltado sea interpretado por sus lóbulos temporales como una comunión de su ser con Dios.

Observé las caras de los bailarines mientras giraban delante de mí. Algunos de ellos en efecto se veían parte del tiempo como si estuvieran fuera de este mundo.


Después de un reparador desayuno, desembarcamos del Solstice para tomar el tranvía. El objetivo el barrio de Gálata y su archifamosa torre. Después de ascender innumerables escaleras y cuestas se abrió ante nosotros y entre edificios la Torre de Gálata. La verdad que íbamos dispuestos a subir a ella para disfrutar de las fabulosas vistas que ofrece, pero como todavía faltaban dos horas para la llamada a la oración, y queríamos subir en ese preciso instante, decidimos no subir. Nos consolamos pensando que para vistas ya las teníamos desde la cubierta quince del Solstice. Nos dedicamos a dar un buen paseo por este barrio, quizás uno de los que tienen más tipismo.


Una vez que iniciamos de nuevo la bajada hacia el Puente de Gálata y llegamos a él, nos hicimos la misma pregunta que hace un año : ¿ Cómo es posible que todavía queden peces... ?







Y de esa manera llegamos al bazar de las especias. Un sitio cuya visita no se puede obviar. Nosotros queríamos volver a disfrutar de los colores, los aromas, la simpatía y amabilidad de los turcos. Y que decir de los puestos del mercado. ¡Cómo tienen expuesto el pescado! Visita obligada.











 
Un inciso. Para los que tengan curiosidad por conocer el significado, o mejor dicho, la traducción de las frases de los imanes cuando llaman a la oración a la vez desde todas las mezquitas, es el siguiente :


Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande;
Allah es el Más Grande, Allah es el Más grande.


Atestiguo que no hay más deidad que Allah;
Atestiguo que no hay más deidad que Allah.


Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah;
Atestiguo que Muhammad es el mensajero de Allah.


¡Venid a la oración!¡Venid a la oración!
¡Venid a la salvación!¡Venid a la salvación!


¡Allah es el Más grande!¡Allah es el Más Grande!


No hay más deidad que Allah.


Justo nada más atravesar el Puente de Gálata, y junto al mercado de las especias, encontrareis la Mezquita de la Madre del Sultán. Suele pasar desapercibida su visita interior, pero os la recomiendo. Casi, casi tan espectacular en la ornamentación de los azulejos que la Mezquita Azul.




                                                           Y esta del exterior de la misma.


No teníamos pensado ascender a la colina donde está otra de las maravillas de Estambul. Pero preguntando a un comerciante si la Mezquita de Solimán El Magnífico estaba ya abierta al público después de la restauración a la que estaba siendo sometida, el cabrito nos dijo que si. Menuda trola que nos coló porque todavía está cerrada al público. Al menos nos dio la oportunidad de pasear por calles donde compran los turcos y no hay ni un sólo turista. Curiosamente no había tiendas de copias de bolsos y demás objetos de diseñadores. Eso si, te podrías traer para España todo un ajuar completo. Una experiencia de lo más bonita. Ahí es donde ves el verdadero pulso de una ciudad.






                                                                     Mezquita de Solimán

 Y llegaba el momento de la despedida de Estambul. Con pena no nos quedaba otro remedio que embarcar en el Solstice.


                                                 El Solstice preparándose para partir

                                                     Emotiva despedida de los remolcadores



               Y mientras en la ciudad se preparaba un tormentón de órdago para llorar nuestra partida.



                                                    Hasta la vista Estambul .
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Celebrity Solstice. Kusadasi.

Voy a cambiar un poco y voy a subir nuevas fotos del Celebrity Solstice. Alguna es muy suculenta, y de paso sigo comentando cositas del barco.


Como había comentado, sin ningún lugar a duda, la comida es el punto fuerte de este crucero en el Solstice. Ya había hablado de las excelencias culinarias de los distintos restaurantes, ya fueran con cargo o en el principal Grand Epernay. Pero merece un capítulo aparte los postres. Estos han sido una maravilla en todas las cenas y comidas. Y os lo dice una persona que no es demasiado amante de postres o dulces, en ese aspecto no soy nada goloso. Pero la verdad es que la repostería en este barco es una auténtica tentación. Concretamente os hablaré de una maravilla de pasteles y tartas que puedes pedir sin cargo en el café Al Bacio (el café si que tiene cargo). Allí probé una tarta de trufa y moka tremenda, esa es la palabra adecuada. Hacía mucho, pero que mucho tiempo, que no probábamos algo parecido. Su sabor lo compararía, si es que eso es posible, parecido a lo que en Santander se llaman "nuris" ( y que por otra parte es de lo poco que realmente me gusta de dulces junto con la tarta "selva negra" ). Ya había comentado que para los cafeteros el café Al Bacio es el único refugio que existe en el Solstice, pero es que además es un lugar increiblemente tranquilo y agradable. Muy recomendable acudir a él. Nosotros lo hicimos varias veces.


                                  Este es uno de los rincones de la discoteca Quasar


                                                  El restaurante asiático Silk Harvest

El Sky Observation lounge desde nuestro rincón justo antes del cierre. A la 1 de la madrugada se encendían las luces y la música se apagaba. Tengo que decir que todos los días, menos en una ocasión, lo cerrábamos nosotros. Los camareros ya nos conocían.

De camino al camarote, un paseo por las cubiertas por la noche, una vez nos habían cerrado el chiringuito. Y yo entreteniéndome en cualquier cosa.



Hablando del barco en si, uno de los pocos fallos de diseño que le puedo poner es sin duda lo que tradicionalmente se llamaba en los trasatlánticos y barcos de crucero la cubierta promenade ( y que en el Solstice no coincide el nombre, ya que el mismo se le asignan a la cubierta inferior ). Verdaderamente la han devaluado de tal forma que si nosotros hemos estado en ella, solamente es por que estaba permitido fumar. Sin duda la promenade es una de las zonas preferidas por nosotros en un barco de crucero y en la que más nos gusta pasear, pero en el Solstice no apetece nada de nada. Han plantado todos los botes salvavidas casi a lo largo de toda su eslora convirtiéndola en una de las zonas más desafortunadas de todo el barco. Al menos es nuestra opinión. Y sí... ya se que el motivo es que han sacado, por lo que pudimos ver, toda otra fila de camarotes con balcón en el lugar que tradicionalmente van los botes, pero de todas formas no cambia el hecho de haber convertido esa cubierta en algo residual.

                        

       Decidme si por esta cubierta apetece pasear



Kusadasi


Esta escala en Kusadasi nos había creado muchas dudas en cuanto a que hacer. Por la duración de la misma, que era de más de doce horas, y porque estuvimos el año pasado en Efeso y no teníamos intención de volver a visitarla. Habíamos planteado la opción de alquilar un coche y recorrer parte de la maravillosa costa turca del Egeo hasta Bodrum. O bien contratar un tour privado para conocer Pamukkale, aunque esta última la descartamos por la distancia que hay y la paliza que nos daríamos para llegar hasta allí. Interesándonos por lo que nos encontraríamos en Kusadasi, vimos que había opiniones para todos los gustos, pero de todas formas nuestra decisión final fue la de permanecer allí y tomarnos la escala de una forma relajada. Y sinceramente creo que no nos equivocamos, porque nos pareció un pueblecito muy cuidado y con un montón de tiendas, terrazas y restaurantes.


Lo primero que hicimos al desembarcar por la mañana fue ir al centro donde están concentradas la mayoría de las tiendas. Craso error, ya que al estar la mayoría del pasaje en las distintas excursiones a primera hora de la mañana, éramos el centro de atención de todos los comerciantes, haciéndose imposible el dar dos pasos seguidos sin que nos pararan ofreciéndonos las excelencias de sus productos. Visto lo visto, decidimos que lo mejor que podíamos hacer era volver e ir a visitar el castillo en la Isla de Güvercin (de los pájaros) junto a la bocana del puerto. La entrada es libre y desde ahí se pueden disfrutar de unas bonitas vistas. La cala que da al sur de esta fortaleza nos recordó mucho a la que también da al sur desde el antiguo fuerte veneciano de la Isla de Corfú.




De esa forma después de la visita y tomar algo relajadamente, subimos de nuevo a bordo para comer algo en el bufet y reponer fuerzas para desembarcar nuevamente e iniciar el ataque a las tiendas. Ya por la tarde con el resto de los pasajeros del Solstice más los del Aquamarine de Louis Cruises que también se encontraba atracado en puerto, la atención de los comerciantes se repartiría entre esa cantidad ingente de compradores potenciales.




Lo primero que nos dimos cuenta es que Kusadasi es la Meca de las falsificaciones, como ya habíamos leído por ahí. Es realmente increíble. Me habían hablado de las buenas copias que existían en relojes, y aunque en un principio lo que yo vi eran vulgares falsificaciones con correas de aluminio, en vez de acero, logotipos casi hechos con pincel y cristales poco menos que de plástico en vez de cristal de zafiro (de 10 a 15 euros cada uno), sólo en dos sitios encontré unas copias que verdaderamente eran casi imposibles de reconocerlas como tales. Eso si, el precio poco tenía que ver con una falsificación (difícilmente lo bajaban de 300 euros). Según ellos eran falsificaciones hechas en Nápoles y con maquinaria automática suiza. Por ese precio, como comprenderéis, no hubo acuerdo. Otra de las cosas que nos dejo anonadados nos sucedió en una de las tiendas de falsificaciones de bolsos. Mi mujer estaba echando una ojeada y el comerciante la preguntó si veía algo que la gustase. Al indicarle que no veía nada de su gusto, éste nos invitó a subir a la planta de arriba y nuestra sorpresa fue enorme. Al acceder al último escalón nos encontramos con una exposición más grande que la propia tienda de París de Louis Vuitton , con sus fundas y cajas como las originales. En un lugar preferente frente a las escaleras el famoso bolsito de Hermés, ese para el que hay plazo de entrega de dos años. En el centro una mesa con unas sillas en la que lo único que se echaba de menos era una botella de champagne. Algo increíble, de verdad.


Al final, como tampoco somos muy amigos de las copias con lo único que nos fuimos de Kusadasi fue con algo verdaderamente auténtico y original. Compramos un bolso kilim, es decir hecho y tejido como se fabrican las alfombras y con cuero. Cuando salíamos de la tienda, un grupo de norteamericanos cuando vieron el bolso nos preguntaron si habíamos hecho un buen negocio. Yo les contesté que el negocio seguro que lo había hecho el comerciante.
                 



Y de esa forma, y después de tomarnos un buen café turco en una de las terrazas que hay, subimos a bordo del Solstice para prepararnos para ir a cenar y descansar un poco tanto físicamente como mentalmente después de tanto regateo y conversaciones sobre todo tipo de mercancías, y de fútbol también, mucho fútbol, y eso que a mi no me gusta nada.


Una vez acabamos la cena, acudimos al Sky Observation donde se iba a ofrecer un espectáculo de danza del vientre realizado por una artista local. La verdad que ha sido la única vez que el lounge estaba de bote en bote, no cabía ni un alfiler. Además lo hicieron coincidir con la noche del mojito bacardi. El espectáculo transcurrió como se esperaba, entretenido y ameno, y también como no esperaba yo, ya que en un momento dado, la bailarina se decidió a sacar a algunos hombres del público para que demostraran sus sobradas aptitudes para dicho baile. Y desafortunadamente, entre ese grupito de hombres me encontraba yo, que a pesar de mis esfuerzos por escaquearme de la situación mirando detrás mío ( dando a entender que señalaba al que estaba junto a mi ) y de hacerme el remolón, de poco o de nada me sirvieron esas tácticas para evitar salir al escenario ya que vino a buscarme. La idea que tenía en la cabeza era reírme y pasar un buen rato viendo las “grandes dotes” que tienen la mayoría para este tipo de baile y no que fuera yo el objeto del divertimento para todos los que estaban en el Sky Observation. Pero bueno, ya que estaba en el escenario, y con la cara toda roja de vergüenza, tocaba hacer un baile perfecto y coordinado, es decir que tocaba hacer el ridículo. Mira que es difícil eso de mover la cadera y todos esos giros y retorcimientos de la danza del vientre. Como consuelo me quedaba que había otros que todavía lo hacían peor si cabe, y que la americana que estaba al lado de mi mujer me dijo con cara divertida: " great job".


                                                                    La artista local




                   Y aquí el grupo con sobradas dotes para la danza, entre los que me incluyo




Y ya, a las doce de la noche puntual, zarpaba el Solstice rumbo a Atenas. Nos esperaba un día y medio de navegación para completar las 200 millas marinas que nos separaba de la capital griega. Es decir que íbamos a navegar a cinco o seis nudos (casi parados). En el catálogo publicado por Celebrity, la ruta incluía a Rodas el día siguiente a Kusadasi. Pero no se por qué motivo en primavera suprimieron esta escala y metieron un día de navegación. Una teoría que tengo es que quizás quisieran ahorrarse costes suprimiendo las tasas de puerto de Rodas y ahorrarse también combustible navegando a 4 o 5 nudos durante más de día y medio. Aunque es sólo eso, una teoría.

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Celebrity Solstice. Atenas y navegación.

Día de navegación


Este jornada fue de navegación. Nos dedicamos a disfrutar del barco tranquilamente en un día soleado y con buena temperatura. Si a ello añadimos que el Solstice navegaba muy despacio, pues no había casi ni viento generado por el avance del barco, mientras realizaba una navegación turística a pocas millas de la costa. Navegamos frente Mikonos nuevamente, y la derrota del Solstice nos llevaba a  bordear la isla de Tinos, la de Dilos y Syros, y disfrutamos de una jornada de golf y otros juegos.



                     
  Navegando frente a la isla de Tinos
                         

  Mikonos Town en la distancia


  Atardecer en el Egeo
 
 
  Navegando frente a la isla de Andros




   El recibimiento que nos hacían los camareros en el Grand Epernay



Otra de las citas que reunió a más pasajeros. Fiesta psicodélica de los 60´S con imitación de los Beatles incluida en el atrio principal Gran Foyer. Acabó en la discoteca con bastante gente, al menos durante media hora, para alegría del Dj.




Atenas


Y llegamos a El Pireo. Esta escala, en un principio, también la habíamos planteado de una forma tranquila. Era la tercera vez que estábamos en Atenas y al final decidimos volver a entrar a la Acrópolis. Nos fuimos dando un paseo desde la terminal A, que es donde nos dejó el shuttle ya que el Solstice atracó en la lejana terminal B, y llegamos a la estación de metro del Pireo. Una vez llegamos a la parada de Akropoli, en Atenas, lo primero que hicimos es subir a la colina de las ruinas y comprar la entrada a las mismas. Había que aprovechar que todavía era pronto y el sol no apretaba. Porque aunque sea noviembre el sol aprieta en Atenas generalmente. Esta vez la visita fue más pausada, sentándonos en algún banco tranquilamente y disfrutar de la preciosa vista que ofrece el Partenón . La última vez que entramos en las ruinas fue hace cinco años y las vimos de una forma un poco más apresurada.


  Teatro de Dioniso


   El Ágora


  El Templo de Zeus visto desde la Acrópolis


El Erectión



Cuando terminamos la visita, descendimos hasta el barrio de Plaka, donde estuvimos callejeando y curioseando un poco. Nos sentamos en una de las terrazas y disfrutamos de unos riquísimos cafés frappes con licor 43. Hay que ver lo bien que hacen los cafés los griegos y además bastante baratos. Casi sin darnos cuenta , viendo la vida pasar y charlando, se nos pasa la hora del cambio de guardia de los Evzones en la Plaza Sintagma. Así que para allá nos fuimos y disfrutamos de ese vistoso y sobre todo turístico cambio de guardia. La verdad que al pobre chaval que estaba de guardia en el lado del sol estaba a punto de darle un sincope. Todo colorado y sudando la gota gorda.







La visita al parque nacional, llamado Zapion y la zona del parlamento y el Templo de Zeus, estaba tomado por la policía, (pero cientos de ellos), el parque cerrado a cal y canto y grupos de estudiantes reunidos por los alrededores. La céntrica calle Amalias y las adyacentes cortadas al tráfico. Así que con ese ambiente y como no sabíamos muy bien que es lo que pasaba, decidimos bajar por la calle que bordea el parque nacional y llegar hasta el Estadio Olímpico. Básicamente te mueves por el triángulo formado por la Plaza Sintagma, la Plaza Omonia y el barrio de Plaka. Como punto de máximo interés fuera de ese triángulo estaría el Museo Arqueológico Nacional.

 El estadio Olímpico


  El Templo de Zeus


Ya para finalizar nuestros últimos momentos en Atenas, nos volvimos a sentar en otra terraza para disfrutar de otro riquísimo y enorme café frappe, y de paso descansar las piernas. Porque aunque pensábamos que este iba a ser un crucero de lo más relajado, al haber estado en la mayoría de los puertos, al final te das cuenta que siempre quedan cosas que no has visto y otras que quieres volver a ver, y terminas de lo más cansado. Regreso en el tren al Pireo como sardinas en lata de la gente que había. Yo no se si debimos coincidir en hora punta o qué, pero pesábamos que nos quedábamos en el andén. La ventaja era que sin agarrarte tampoco te caías. Así tenía las manos libres para proteger los bolsillos, la cartera, etc.. Toda precaución es poca. Cuando subimos a bordo, mientras nos duchábamos, aproveché a pedir al room service una comida ligera que disfrutamos en el balcón de nuestro camarote en una tarde preciosa
 
 
 
 Zarpando de El Pireo
 
 
Después de zarpar del Pireo, la tripulación preparó un bufet de chocolates y frutas por la noche en el Sky Observation. Nosotros sólo curioseamos ya que casi acabábamos de cenar y nos fuimos a nuestro rincón a tomarnos una copa. Es curioso ver como muchos de los pasajeros no parecen tener fondo en el estómago. Bandejas llenas de pasteles, frutas bañadas en chocolate, postres en copa. Yo no se como no cogen una indigestión de aupa. Y de esa forma transcurrió la noche.
 
 
 



 
Al día siguiente era un día de navegación rumbo a la última escala de este crucero, Nápoles. El día amaneció precioso, supongo, porque nosotros estábamos en la cama y nos levantamos muy tarde. Eso si, cuando corrimos las cortinas un espléndido sol se colaba por el balcón de nuestro camarote y con una temperatura exterior fantástica. De esa manera decidimos tomarnos un café “aguachirri” solamente para desayunar y acudir pronto a comer. El resto del día transcurrió de lo más relajado (que falta nos hacía), dando paseos por cubierta, perdiendo la mirada en el horizonte, charlando animadamente, jugando al mini golf, tomando un cafetito en el café Al Bacio… y contemplando nuestro penúltimo atardecer.


  Dormitando en la Solstice Deck


  Pasando la tarde en el Lawn Club


Precioso atardecer con la isla de Sicilia al fondo antes de atravesar el Estrecho de Messina




El banco de diseño que yo tendría en mi jardín si tuviera dinero para comprarlo... y si tuviese jardín.


Esta noche previa a la llegada a Nápoles era la última cena de gala. Lo tengo que decir.. mi mujer iba guapísima de largo con un vestido negro, aunque esté mal que yo lo diga, lo que pasa que no tengo permiso para subir fotos suyas. La tripulación del restaurante nos organizó una pequeña fiesta, bajando por las escaleras del Grand Epernay, cantando y volteando las servilletas, incluido nuestro camarero Omar.


Al hilo de las cenas de gala y de los códigos de vestimenta quería comentar unas apreciaciones que nos hemos llevado del Solstice en cuanto a la vestimenta de los pasajeros. Si bien es cierto que las noches de gala el pasaje cumplía las normas establecidas por la compañía en un 90%, de una manera más o menos afortunada, el resto de las noches era harina de otro costal. Nos hemos encontrado con una gran parte del pasaje que acudía a cenar con vaqueros, zapatillas deportivas, camisetas y hasta con gorras de béisbol, algo que por otra parte está perfectamente indicado su prohibición y no permitido por las normas de la compañía. E increíblemente les permitían el acceso al restaurante. Es lo mismo que si yo me enciendo un cigarro en el restaurante entre plato y plato. Seguro que en ese caso se me echarían encima, y lo único que estaría haciendo de la misma forma es incumplir una de las normas que establece la compañía. Recuerdo que el primer día que bajamos a cenar, mi mujer vio la cola que había para entrar al restaurante ( pasaba del atrio Grad Foyer), y como vestía la gente y se le cayó el glamour a los pies. Esperábamos una vestimenta un poco más cuidada. Nuestro camarero nos comentó al cabo de los días que siempre íbamos muy elegantes. Tampoco era para tanto. Yo llevaba pantalón de vestir, camisa de vestir de manga larga y a veces americana sin corbata (básicamente como vestía en la Ncl), aunque mi mujer si que cuidó más su vestimenta. El comentario de aquel colorido zoo que nos dio fue que eran americanos. No estuvimos muy de acuerdo, ya que en Ncl (también americana) me atrevería a decir que se vestía un poco mejor, y además en varias ocasiones hemos visto no permitir la entrada al restaurante principal grande por no cumplir las normas de la compañía en el ámbito de la vestimenta e invitarles a acudir al bufet o al otro restaurante principal más pequeño. Otro detalle es el pulular de pasajeros por las cubiertas con el albornoz del camarote puesto. Un día vimos a un tío en albornoz y chanclas por la cubierta 4, la de botes. Eso significaba que para llegar allí había estado por las cubiertas públicas donde están el Martini bar, el teatro, el Michael´s club, el café Al Bacio… ¡¡ Qué hacía ese tío de esa guisa por esos sitios!! Pero bueno, esta es una simple mención anecdótica de la vestimenta durante nuestro crucero.


 
En este precioso atardecer navegando, nos ocurrió una divertida y sorprendente anécdota. Estábamos en la Solstice Deck abrazados y contemplando la maravillosa puesta del sol cuando al cabo de un rato, mientras yo encuadraba con la cámara de fotos, una pasajera norteamericana se acercó a mi mujer sin que yo me percatara de la situación y le soltó una parrafada en inglés que ella no entendió. Viendo esta pasajera que mi mujer no la había entendido, la enseñó la pantalla de su cámara fotográfica y la sorpresa fue mayúscula. Rápidamente mi mujer me llamó de una forma apresurada y me enseñaron la pantalla de la cámara. La escena le había parecido muy romántica a esta pasajera y nos había sacado en esa actitud a contra luz con la puesta de sol como fondo. Mantuvimos una pequeña conversación, la que me permite mi limitado conocimiento del inglés, en la que me pidió mi correo electrónico para enviarnos la fotografía. Hace unos días recibí un correo de esta pasajera (se llama Judy y es de Maine, USA) en el que nos remitía dicha foto. La verdad que Judy ha sido muy amable y nos ha dado mucha pena el no hablar bien inglés para poder haber mantenido una conversación más larga con ella.
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