jueves, 8 de junio de 2017

Liverpool; la ciudad de los Beatles...y también de los Frankie Goes To Hollywood.


Dejamos atrás el frente marítimo de Liverpool para dirigirnos al centro de la ciudad -leer aquí el artículo del frente marítimo-. Desde la distancia se puede ver la gran torre de la Catedral Anglicana de Liverpool con lo que es difícil perderse. Justo antes pasamos por el pequeño barrio chino de la ciudad. Su colorida puerta nos hizo pensar en un barrio de tamaño considerable, pero no fue así ya que apenas unos pocos comercios y restaurantes chinos poblaban este barrio de Liverpool, nada que ver con otros enormes barrios chinos de otras ciudades.  Y de ahí hasta que llegamos a las puertas de la catedral. Desde luego es un edifico grandioso de enormes dimensiones edificado en una piedra arenisca de color rojizo y sin grandes aditamentos estéticos. Pero si su exterior asombra no lo hace menos sus interiores. Su longitud, la segunda en tamaño del mundo después la Basílica de San Pedro en Roma, me dejó sorprendido, aunque no más que sus sobrios interiores, la altura de sus bóvedas y las tiendas de recuerdos y exposiciones en sus laterales. Una parada obligada en cualquier visita a Liverpool. Y aunque la Catedral Anglicana pueda parecer antigua, se acabó de construir hace cuarenta años solamente. Se puede subir previo pago a su torre para disfrutar de las vista panorámicas de la ciudad, aunque nosotros preferimos disfrutar de los jardines y los espacios exteriores que envuelven la catedral.








Uno de los placeres de Liverpool está en pasear por sus calles residenciales del centro. Pudimos admirar las hileras de casas de arquitectura georgiana como las de la calle Canning, o las que están a lo largo de la calle Rodney, por la que casi seguro pasaréis ya que une la Catedral Anglicana con la Catedral Metropolitana. La monotonía de las hileras de estas construcciones las rompen sus propietarios pintando las puertas de entrada de vistosos y llamativos colores que van desde azules intensos, a rojos fuertes pasando por amarillos luminosos. Algún propietario más sobrio eligió el color negro para decorar su puerta. Un entretenimiento mientras nos desplazábamos hacia la Catedral Metropolitana


La Catedral Metropolitana de Liverpool es la catedral católica de la ciudad. A esta catedral de reciente construcción -se completó en sólo cinco años en 1967- no se le puede negar su originalidad. Tiene una planta circular en su interior con el altar casi en el centro y su exterior presenta una forma cónica algo estrambótica que aporta más originalidad y alicientes a la ciudad de Liverpool. Sus interiores tampoco desmerecen en originalidad y los pudimos visitar libremente. 





Continuamos nuestro agradable paseo por las calles georgianas de la ciudad en busca de las calles peatonales del centro histórico de Liverpool.  Llegamos a la Lime Street Station, la estación de trenes de Liverpool construida a principios del siglo XIX y que no suele aparecer en ninguna guía, pero que yo recomiendo visitar y dar una vuelta para admirar sus interiores. Es la estación principal de trenes más antigua aún en uso.




Los Jardines de St John en pleno centro urbano de Liverpool se encuentran rodeados de magníficos edificaciones que les otorgan un ambiente señorial. La Biblioteca Central, el World Museo, el Teatro Royal Court, el Empire Theatre o la Galería de Arte Walker con una importante colección y entrada gratuita son algunos de los edificios que se articulan alrededor de esta amplia plaza que forman los jardines.




Pero en lo que todos estaríamos de acuerdo al hablar de Liverpool es en identificar la ciudad con Los Beatles. De aquí eran y aquí comenzaron no ya una carrera musical exitosa, sino un fenómeno social de primara magnitud que cambió la forma de hacer música y creo una legión de seguidores por todo el mundo con carácter atemporal. En el mismo centro peatonal de Liverpool un tugurio soterrado en el suelo de la ciudad fue la punta de lanzamientos de estos genios de la música. En el Cavern Club, en la calle Mathew, también han tocado músicos de la talla de Queen, The Who e incluso Rolling Stones.






Por el Cavern Club desfilan fanáticos y seguidores de Los Beatles, y casi cualquier turista que pasa por la ciudad por lo que suele estar bastante concurrido. Tuvimos una sensación bonita al contemplar ese escenario por el que han pasado tantos grupos míticos. Por otro lado pudiera parecer que el club está igual que el día que se inauguró, aunque ésto no es del todo cierto. Durante las obras del suburbano el Cavern Club se rellenó por completo y no fue hasta años más tarde cuando volvió a rescatarse casi por completo utilizando para ello los ladrillos originales que recubrían sus paredes. También tengo que mencionar que el ambiente está algo cargado y el lugar me pareció como una ratonera tras descender cuatro platas por las angostas escaleras. Pero había que conocerlo sí o sí.






Lo bueno de Liverpool es que cuenta con un buen número pub donde calmar la sed con una pinta o saborear un típico "fish&chips". Y eso precisamente es lo que hicimos después de aventurarnos a lo largo de la ruta de Los Beatles. Comida socorrida mientras escuchábamos buena música en directo de una de las muchas bandas que tocan por los pubs y clubs de la ciudad. La torre de St Johns Beacon ofrece vistas panorámicas desde la terraza superior previo pago.




Y casi sin darnos cuenta el día iba llegando a su fin. Llegó el momento de regresar a los muelles para embarcar en el "Caribbean Princess" y disfrutar de la salida de la ciudad desde las cubiertas más altas. Puntualmente soltó amarras y se dispuso a navegar por el río Mersey en busca de las aguas abiertas del Mar de Irlanda. En ese momento el ferry que cruza el Mersey se aproximaba a la terminal de ferries, y un pasajero británico me recordó la canción de los Frankie al verme fotografiar la embarcación. Cómo es posible que, siendo uno de mis grupos de música preferidos de siempre, no cayera en la famosa canción de los Frankie Goes To Hollywood cuyo título es "Ferry Cross The Mersey (and Here I´ll Stay)". Imperdonable que no me diera cuenta, y suerte del simpático inglés con el que charlé. Y es que en temas de grupos de música, Liverpool es mucho más que Los Beatles.




La navegación a lo largo de la desembocadura del río Mersey resultó muy pintoresca. Navegando a pocos nudos de velocidad desde la altura que proporcionaba el "Caribbean Princess" pudimos disfrutar de las vistas panorámicas de la ciudad de Liverpool -leer aquí la entrada de Liverpool- que íbamos dejando atrás poco a poco. A su vez nos acercábamos a los campos de molinos eólicos que parecen flotar en las aguas inusualmente calmadas del Mar de Irlanda y recorríamos las solitarias playas del estuario como la de Formby Beach. Tras una noche de tranquila navegación nos esperaba al día siguiente otro emocionante destino, Belfast, la capital de Irlanda del Norte.




Formby Beach


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