jueves, 4 de agosto de 2016

Kyoto; el Mercado Nishiki, el impresionante Aeropuerto de Kansai y la despedida de Japón


La última tarde en Kyoto la pasamos tranquilamente paseando por las calles de Gion, curioseando por la arteria comercial de la avenida Shijo Dori y haciendo las compras de última hora, como buscar mi espada katana o encontrar la muñeca japonesa más bonita de kimmidoll. Pero antes teníamos que comer algo, y preferimos hacerlo en el Mercado de Nishiki. El Nishiki Market no deja de ser una de las calles más antiguas de la ciudad, estrecha y techada para resguardar a los compradores cuando las condiciones meteorológicas son adversas. A ambos lados de la calle se alinean comercios, puesto de pescado y restaurantes, y siempre se encuentra muy animada.





En sus más de cien comercios se puede encontrar casi cualquier producto gastronómico que se nos antoje. Almejas de tamaño desproporcionado, sabroso -y caro- cangrejo real, pulpitos chiquititos, algas de todos tipos y tamaños, gambas de toda clase, unos gigantes caracoles de mar con aire de película de Alien, etc, etc...




Muy interesante resulta los puestos de comidas preparadas. A pesar de que estábamos buscando un restaurante que nos agradara para sentarnos a comer tranquilamente, no pudimos más que dejarnos seducir ante algunos de los pinchos y desconocidas preparaciones para ir abriendo el apetito. Por algo algunos llaman al Mercado Nishiki como la cocina de Kyoto. Y no es para menos puesto que aquí pudimos ver de todo, aunque muchos productos no tuvimos ni idea de lo que podían ser. Además los tenderos y comerciantes japoneses son muy amables y se prestaran encantados a explicarte lo que se te ocurra, siempre y cuando sean capaces de entender algo de inglés.


A pesar de los pinchos que probamos encontramos este restaurante tradicional que nos entró por el ojo y decidimos entrar y sentarnos. De paso así pudimos descansar nuestros maltrechos pies, con el cansancio acumulado tras 18 días de viaje sin tregua, pateando gustosos cada rincón y cada barrio que se nos puso por delante.




El local estaba montado muy sencillo, con la cocina abierta en mitad del mismo con lo que podías ver cocinar en vivo. En sus mesas nosotros éramos los únicos occidentales y todos los demás clientes eran locales, lo que siempre suele ser buen presagio y garantía de acierto. Pero en algunas de sus mesas también corría el sake a destajo, como en la mesa de detrás mío, y lo que les gusta empinar el codo a los japoneses. Eso si, hasta ebrios mantienen la educación y la corrección a pesar de que la fotografía de arriba parezca otra cosa jajajaja. Aunque no voy a negar que el sake ayuda a desinhibir un poco a los ceremoniosos japoneses. Y la comida sin duda espectacular, sabrosa y barata. Un ramen increíble, una especie de okonomiyaki buenísimo y unos sabrosos calamares a la parrilla. 






Tras la copiosa comida seguimos de paseo por el barrio. Justo al final de la calle del Mercado de Nishiki nos encontramos con un pequeño templo. El Nishiki Tenmangu Shrine es un pequeño templo sintoísta que da servicio a la gente de la zona. A tenor de la cantidad de japoneses que había rezando y pidiendo debe de ser bastante popular.




Esta zona de Kyoto, que linda con el barrio tradicional de Gion, es una de las zonas más agradables para el paseo en la ciudad. Más allá del Mercado Nishiki, sus estrechas calles guardan multitud de sorpresas en forma de pequeños restaurantes con espacio para poco más de diez comensales, o comercios de artesanía local donde contemplar como el artesano utiliza sus hábiles manos. También se puede encontrar junto a estas calles almacenes de ropa y otras baratijas de fabricación china cuya moda parecía hacer furor entre los adolescentes que por allí deambulaban. Y entre esos paseos y la búsqueda de los últimas compras por la avenida Shijo Dori transcurrieron nuestras últimas horas en Kyoto


Al día siguiente, tras dejar nuestro estupendo y cómodo apartamento en Kyoto, nos dirigimos en tren hasta Osaka y su fabuloso Aeropuerto de Kansai. Nuestro vuelo de Air France a París partía de Kansai a las 12:25 del mediodía con lo que dispusimos de tiempo suficiente para darnos una vuelta por sus instalaciones. 


Y la razón de colocar estas fotografías del Aeropuerto de Kansai es que a principios del siglo XXI esta espectacular obra fue declarada como uno uno de los diez monumentos de la ingeniería del milenio. El aeropuerto está situado en una isla artificial de cuatro kilómetros de longitud y más de uno de anchura y está comunicada con el área de Osaka mediante un puente de cuatro kilómetros de largo por el que circulan los trenes y los vehículos rodados. Esta infraestructura supuso una inversión de miles de millones de dólares con un sobre coste de obra desproporcionado debido a los innumerables problemas técnicos a subsanar.


Para construir la terminal se convocó un concurso internacional al cual se presentaron los arquitectos más prestigiosos del mundo como Norman Foster, Henry Cobb, Jean Nouvel o Renzo Piano. Y fue precisamente  Renzo Piano el ganador con su magnífico proyecto. Una terminal de las más largas del mundo -unos 1,8 kilómetros- y con un peculiar diseño que se asemeja al perfil de un ala de avión. El resultado es un edificio limpio, cómodo y con unas vistas fabulosas de las pistas y del mar. 




Y aquí acabó nuestra aventura por Japón. Un país que sabíamos que nos iba a gustar mucho, pero que al final nos ha entusiasmado. Sus templos y monumentos, sus increíbles paisajes, sus urbes futuristas que te trasladan a una película de ciencia ficción, sus tradiciones, sus educadas -y en ocasiones- excéntricas gentes, su limpieza y orden, y sobre todo su gastronomía...¡Por Dios! ....que maravilla. Por todo esto y por mucho más sólo me queda decir:

¡Hasta pronto Japón!

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