
Uno de los grandes alicientes de este gran viaje por el sureste de 
Asia era sin duda 
Myanmar. La antigua 
Birmania es uno de los últimos países en abrir sus fronteras a los visitantes hace apenas tres años, con lo que aún los habitantes se sorprenden con la presencia de rostros occidentales por sus calles, incluso en una gran urbe como es 
Yangón. Desde hace unos años 
Yangón dejó de ser capital administrativa de 
Myanmar en favor de la pequeña ciudad de
 Naipyidó con poco más de cien mil habitantes y ubicada en el centro del país, debido una decisión discutida y muy sorprendente de la junta militar del gobierno birmano. Aunque todos los países mantienen sus embajadas en la ciudad de 
Yangón de más de siete millones de habitantes, esto último posiblemente ya que es difícil saber a ciencia cierta  la gente que vive en la urbe. Tras navegar durante más de dos horas remontando el
 río Yangón, el 
Volendam atracó en el 
puerto de Thilawa en 
Myanmar pasadas la seis y media de la mañana. La navegación por este río resulta complicada a causa del poco calado del mismo y es por ese motivo por lo que se tarda bastante en navegar unas pocas decenas de millas. Una vez atracados comenzó el proceso para el desembarco, para la que la mayoría del pasaje no necesitaba su pasaporte. Caso distinto fue el nuestro, ya que como el 
Volendam pasaba tres días atracado en 
Myanmar, decidimos reservar hotel en la ciudad de
 Yangón para ahorrarnos el largo trayecto de más de hora y media entre el 
puerto de Thilawa y el centro de la ciudad. Así que por ese motivo tuvimos que comunicar con cuatro días de antelación a la recepción del 
Volendam nuestra intención de pernoctar en 
Yangón para que los agentes de fronteras del gobierno birmano revisaran nuestros pasaportes antes de entregárnoslos con los visados e incorporarnos en una lista de la gente que iba por libre. En fin, el día amaneció claro y soleado y a pesar de lo temprano de la hora el calor ya apretaba. Vinieron autoridades locales para saludar uno a uno a cada pasajero que desembarcaba, acompañados de cámaras de televisión que no perdían detalle, mientras un conjunto de danzas tradicionales acompañados de música birmana amenizaba el desembarque. Nos dimos prisa ya que fuera del puerto nos esperaba un coche con conductor que habíamos reservado previamente desde España para que nos trasladara hasta el centro de
 Yangón donde se encontraba situado nuestro hotel, el magnífico 
Sule Shangri-La Yangón. Por cierto, para los que necesiten de una buena agencia en 
Myanmar en español para organizar un viaje por el país o un servicio de transfer, la agencia 
Batontours.com es una buena opción y 
Khin  una chica encantadora y simpática. Una vez ya montados en el coche y de camino hacia 
Yangón, pudimos contemplar a través de la ventanilla lo poco desarrollada que se encuentra 
Myanmar y la gran pobreza que existe en muchas de sus poblaciones, aunque por lo que más tarde pudimos comprobar, ya está cambiando a pasos agigantados, y no siempre para bien.