martes, 25 de octubre de 2011

Flam y el Fiordo de los Sueños



Son las cinco menos cuarto de la madrugada y el despertador suena estruendosamente en la mesilla de noche de nuestro camarote. A esas alturas ya ha amanecido aunque el Queen Mary 2 lleva navegando varias horas en la oscuridad de la noche por  el   Sognefjorden, o el Fiordo de los Sueños que,  con sus 204 kilómetros de longitud, es el fiordo más largo de Noruega. En seguida nos desperezamos y acudimos al privilegiado mirador bajo el puente de mando que nos ofrece unas vistas panorámicas de casi 360 grados. El Queen Mary 2 está a punto de entrar en el fiordo Naeroyfjord, un estrecho brazo de mar Patrimonio de la Humanidad, con cumbres de más de 1200 metros de altitud y estrechos pasos de 250 metros de anchura en los que a veces parece imposible que un barco de estas dimensiones pueda maniobrar y navegar por estas tranquilas aguas. Me pareció simplemente espectacular contemplar la suavidad con la que la proa cortaba el espejo en que se había convertido  la superficie del mar, y la delicada estela que dejaba tras de si. Fue una experiencia única e inolvidable, y eso a pesar del frescor de las primeras horas de la mañana, y el destemple de nuestros cuerpos, propio de haber dormido escasamente cuatro horas. 





La navegación por el Naeroyfjord discurrió a lo largo de más de tres maravillosas horas, entre estrechos pasos, multitud de pequeñas aldeas, algunas encaramadas en salientes de las laderas de las montañas, cascadas que se precipitaban al mar desde centenares de metros de altura. La luz iba cambiando por momentos,  las nubes abrazaban las cumbres de los picos ,y el sol del amanecer se colaba tímido a medida que brumas y nubes se iban disipando, brindándonos imágenes de postal. Si que nos sorprendió que toda esa maravilla natural  la disfrutáramos a penas un puñado de extasiados pasajeros. Una de las cosas en las que pensábamos en esos momentos era intentar imaginarnos esas mismas aldeas sumergidas en plena temporada invernal, y no fuimos capaces de visualizar en nuestra mente las durísimas condiciones a las que se deben enfrentar en invierno. Ya nos estábamos acercado al destino final de ese día, Flam. Aprovechamos el momento para bajar a desayunar al restaurante Britannia y así coger fuerzas para el resto de la mañana, y de paso intentar recuperar un poco la temperatura corporal que habíamos dejado perdida  por las cubiertas del barco.





Nuevamente el desembarco fue inmediato, sin espera alguna, y lo primero que hicimos fue dirigirnos a la pequeña estación para comprar los billetes de tren del Flamsbana. Allí, en la misma fila, conocimos a una pareja de Valencia que estaban haciendo un recorrido por Noruega en coche de alquiler. Mientras esperábamos a que partiera el Flamsbana, y más tarde durante el recorrido ascendente pudimos charlar largo rato sobre las impresiones y peripecias de sus diez días de viaje por Noruega y de lo extremadamente caro que les resultaba todo. Los hoteles, las comidas, bebidas, los ferries y transbordadores, la gasolina a más de dos euros el litro...y aunque a veces tardaban seis o siete horas en hacer 200 kilómetros debido al estado y la estrechez de las carreteras, éstas eran de una belleza extrema y  estaba resultando un viaje para recordar. Habitualmente, y así lo pudimos comprobar en nuestro itinerario hasta Myrdal, la mayor parte de los pasajeros del tren realiza el trayecto de ida y vuelta sin bajarse del mismo, ya que  Myrdal sólo ofrece una cafetería, un B&B y poco más. A la hora de comprar el billete decidimos que la vuelta fuera en el siguiente tren, y de esa forma permanecer casi hora y media en Myrdal, para poder hacer un poco de senderismo recorriendo el camino paralelo al río Flam hasta casi llegar a la parada del tren de Vatnahalsen, con una fabulosas vistas del valle. En ese momento emprendimos el camino de vuelta a Myrdal. Es un paseo que recomiendo encarecidamente.




Al hilo del recorrido del tren, éste atraviesa praderas, valles, largos túneles, cascadas como la de Kjos-fossen, en la que el tren hace una parada de unos minutos, y donde unos actores disfrazados de mujeres con peluca rubia ofrecen un espectáculo chabacano que casi estropea la belleza del lugar, y todo combinando espectaculares vistas y con una impresionante ingeniería  de casi cien años de antigüedad.




Coloridas granjas y la iglesia de Flam, una edificación de madera del año 1667, con el pequeño cementerio a su alrededor. Un lugar bonito y tranquilo donde descansar...incluso para siempre



Aprovechando que la escala era larga, una vez que regresamos de nuevo a Flam visitamos el museo del ferrocarril, dimos una pequeña vuelta  y pudimos tomar un modesto almuerzo. Aunque en cierta forma me tentó la idea de contratar un safari en neumática por el fiordo, o bien alquilar unas piraguas, lo dejamos aparcado para la próxima vez que regresemos al Fiordo de los Sueños. Eso si, cómodamente sentados frente al Queen Mary 2, contemplamos el paisaje que nos rodeaba y no le vimos muy diferente al de algunos lagos de Suiza o Austria, excepción hecha de las 150.000 Toneladas de barco allí atracado, y del agua salobre del fiordo.




En Flam me busqué mi "púlpito" particular para contemplar la grandiosidad, y al mismo tiempo la pequeñez del Queen Mary 2 en medio de esas imponentes laderas



Caminando por el sendero de Myrdal a Vatnahalsen. Algunos viajeros del tren procedente de Bergen bajaban hasta Flam por el sendero, bien en bicicleta o bien caminando.  Son 21 kilómetros de naturaleza pura que algún día me gustaría recorrer.


Por el camino se atraviesan puentes destartalados en medio de una naturaleza abrupta y exuberante


El Flamsbana a punto de entrar en el túnel que da a la cascada de Kjos-Fossen


Parada del tren de Flam en la cascada Kjos-Fossen. Allí pude admirar más de cerca y con tranquilidad la colosal obra del túnel. Espectacular obra para principios del siglo XX.


Esta es de Myrdal. A pesar de estar a menos de 900 metros de altitud sigue habiendo neveros en agosto


Despidiéndonos de Flam


El pequeño c COLUMBUS de la Hapag Lloyd que nos acompañó en la escala
 se preparaba para partir detrás nuestro


Afortunadamente, el buen tiempo también nos acompañó en la partida de Flam. 
Mañana nos esperaba Stavanger

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