Marrakech es una de las ciudades más emblemáticas del norte de
África, en eso no hay duda, y lugar de reunión de buena parte de las celebridades europeas y americanas, donde pasan o pasaban largas temporadas en sus lujosas residencias. Hasta la fecha no nos habíamos planteado planificar un viaje por la geografía de
Marruecos, pero esta escapada de tres noches a
Marrakech nos va a hacer replantear esa decisión inicial, y más viendo todo lo que nuestro país vecino puede ofrecer al visitante. Desde el primer momento en que
Ryanair anunció la apertura de una nueva ruta a
Marrakech desde
Santander me puse manos a la obra para ver en que fechas podíamos encontrar unos días para viajar al
Magreb, y después de una bajada puntual del precio de los billetes en el puente de la Inmaculada no lo dudamos. Tras aterrizar por la tarde e instalarnos en nuestro riad en
la Medina, aprovechamos nuestras primeras horas en la ciudad roja -que no fueron muchas- para dar un paseo nocturno e ir a cenar a la que a la postre sería uno de los mejores restaurantes donde comimos, el
Zeitoun Café, y con unas vistas espectaculares de la
Plaza Jemaa el Fna. Y la razón de que no fueran muchas horas la primera tarde fue que nos tiramos cerca de 90 minutos esperando para pasar el control de pasaportes -que llegaran tres vuelos a la vez no ayudó-, más otros veinte minutos buscando nuestro transfer y otros veinte más en llegar a nuestro riad en el lío de calles de
la Medina.