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martes, 25 de enero de 2011

Bratislava; una capital de contrastes




Aprovechando nuestra larga estancia en Viena, dedicamos uno de los días a visitar la pequeña capital de la República Eslovaca, Bratislava. Situada a doce kilómetros de la frontera con Austria, y a escasos cincuenta minutos en coche de Viena, esta encantadora ciudad nos transportó a un viaje en el tiempo. Al igual que en otras muchas ciudades del mundo, un río divide en dos partes la ciudad, en este caso el Río Danubio, pero también divide algo más. Separa dos mundos, dos historias diferentes, dos paisajes contrapuestos. Por una parte en una de sus riveras, el recogido y encantador casco histórico, lleno de belleza y monumentos históricos que nos transportarán a gloriosas épocas pasadas de la ciudad, y en la otra las construcciones “mastodónticas” y los antiestéticos barrios poblados de bloques de apartamentos, herencia del reciente pasado comunista del país.


Salimos temprano de nuestro hotel en Viena, en busca de la frontera con Eslovaquia, en el que resultaría ser uno de los días más calurosos de todo nuestro viaje por Europa. El breve trayecto por la estupenda y semivacía autopista que une ambas capitales, transcurrió por paisajes de llanuras, campos labrados y regiones viticultoras, y que disfrutamos a tope con el coche descapotado, con la melena al viento como suele decirse y percibiendo los aromas de los campos circundantes. Casi sin darnos cuenta nos habíamos plantado en la frontera, con la visión al fondo del Castillo de Bratislava, y una seria, fría, seca y rubia eslovaca nos despachó la viñeta para que pudiéramos circular por la autopista hacia Bratislava. Pues estamos apañados, pensé. Como todos los eslovacos sean como esta “dicharachera” señorita, me parece que nos vamos a divertir. Afortunadamente fue la excepción y nuestra pequeña experiencia con la gente de la ciudad fue muy positiva y siempre nos atendieron con amabilidad y corrección. La entrada a la ciudad fue un poco impactante. Las avenidas lineales, y los enormes y cuadrados bloques de apartamentos de hormigón, nos recordaron a los barrios del extrarradio de San Petersburgo, con algunos coches Lada y Trabant aparcados en los alrededores. Pero enseguida se abrió ante nosotros la visión del majestuoso Castillo de Bratislava, y el precioso casco histórico, en el momento que cruzamos uno de sus modernos puentes sobre el río Danubio. En uno de los semáforos aprovechamos para capotar el coche, ya que el sol empezaba a apretar y nos hacía presagiar un axfisiante día de calor, para más tarde dirigirnos a uno de los aparcamientos del centro de la ciudad.

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lunes, 17 de enero de 2011

Budapest; Del bullicio de Pest al sosiego de Buda



Este día nos levantamos temprano, dispuestos a “devorar” la ciudad. Pero claro, para eso íbamos a necesitar reponer fuerzas con un buen desayuno. Como ya dije anteriormente, el hotel New York nos ofreció un estupendo y completo desayuno en los días que permanecimos alojados en él. Casi cualquier cosa que te pudiera apetecer estaba disponible; toda clase de embutidos húngaros, patés, zumos naturales, productos de plancha, tortillas preparadas en vivo y al instante, salmón ahumado o marinado, excelente bollerías y tartas, pudín, guisos de judías, huevos al gusto, lomos de pescado blanco, etc..todo servido en un entorno encantador. Mientras desayunábamos decidimos que íbamos a obviar algunas visitas necesarias en esta maravillosa ciudad, como algunos de los importantes museos que posee o el Parque Memento, ubicado en las afueras, es un museo al aire libre que reúne más de cuarenta estatuas de la propaganda soviética que originalmente estaban emplazadas en lugares públicos de Budapest. Algo difícil de ver, ya que en la mayoría de los países de la órbita de la antigua URSS, han destruido cualquier símbolo de propaganda roja. Por supuesto, la visita obligada a los baños termales como los Baños Gellért o los enormes Baños de Széchenyi, que por algo Budapest es la ciudad de los baños termales. Estas y otras cosas las dejamos como deberes para la próxima visita a la ciudad.

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viernes, 7 de enero de 2011

Budapest, unida por el Danubio


Y llegó el día, nos poníamos de nuevo en camino y esta vez en dirección a Hungría, a Budapest para ser más concreto, a casi 2500 kilómetros de nuestra casa, es el destino más lejano que jamás hayamos ido en nuestro coche. Cuando inicias una aventura viajera de este calibre, de tres semanas de duración y visitando numerosos países, una de las cosas que no puedes pasar por alto es la legislación y normas de circulación de los países que piensas visitar. Es importante conocer las tasas de alcoholemia permitidas, los límites máximos de velocidad en las diferentes vías, si es necesario botiquín de primeros auxilios, o triángulos de emergencia, o si es obligatorio circular con las luces de día, etc.. Y por supuesto buscar si hay que pagar una viñeta para poder circular por autopistas y, si es posible, donde poder adquirirlas. Pues bien, después de recorrer el espectacular paisaje de la parte norte de Eslovenia cruzábamos la frontera con Hungría, pero esta vez y a diferencia de Eslovenia, y más tarde de Austria o la República Eslovaca, no había por ningún lado un puesto de venta o bar o cualquier otro sitio donde vendieran la puñetera viñeta para poder circular por las autopistas. Es más, la frontera estaba completamente desierta y aparentemente sin ningún signo de vida , pero con unos enormes y amenazantes carteles que exhibían la obligatoriedad de comprar la susodicha viñeta de las narices ¡Vale! Pero donde coño la puedo comprar. Así que no nos quedó más remedio que continuar pensando que en uno o dos kilómetros encontraríamos una gasolinera o café donde las venderían. El caso es que los kilómetros de autopista iban pasando; diez, veinte, treinta.. y por el camino no encontrábamos ningún signo de civilización más allá de las cámaras de vigilancia que cada ciertos kilómetros grababan la matrícula española de nuestro coche, y que no hacían otra cosa que llenarnos de preocupación pensando que en cualquier momento aparecería una patrulla de policía para meternos un multazo de no te menees. Nos sentíamos como “Bonnie and Clyde” o como “Thelma y Louise”..al margen de la ley, aunque en esta última no se muy bien si yo soy Louise o Thelma. Y de repente vemos un cartel con el anagrama de la viñeta. La salida de la autopista daba a una glorieta, que a su vez daba a otra y ésta a una carretera y nada más. Ni edificios, ni bares, ni nada de nada..y ahora por donde tiramos, por la derecha o por la izquierda. Después de estar parados un rato, decidimos tirar por la izquierda con la esperanza de encontrar un café o una gasolinera donde poder comprar la maldita viñeta, pero pasan los kilómetros y sólo vemos bosque y más bosque, y cuando empezamos a perderla vemos un restaurante en medio del bosque donde, por fin, pudimos hacernos con ella.

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viernes, 17 de diciembre de 2010

Piran, la más bella de Istria



Nuestro viaje hacia el sur de la costa eslovena, a la región de Istria, acababa en la pequeña ciudad de Piran, muy cerca de la frontera croata. Una ciudad que perteneció a la Serenísima Republica de Venecia durante más de cinco siglos. Llegamos hasta ella después de atravesar una enrevesada carretera con sube y bajas constantes, que ofrecía a momentos unas bellísimas vistas de pequeños bosques, calas escondidas y diversión constante al volante. Descendimos por una gran pendiente hasta encontrarnos en las mismas puertas del pueblo. Pero claro, no iba a ser tan fácil y al estar el acceso restringido al mismo, no nos quedó más remedio que dejar el coche en un aparcamiento público que se encuentra a mitad de la cuesta y que está excavado en terrazas en la misma ladera que cae hacia el mar. Para bajar ningún problema, aunque con el sofocante calor que hacía y a medida que íbamos descendiendo, ya sabíamos que la vuelta hasta el coche se iba a hacer bastante dura. Con lo primero que nos topamos fue con un largo malecón que los turistas y locales utilizan a modo de solarium y al que han instalado en algunos tramos escaleras que dan acceso al mar y que permiten darse un buen baño. Y con el calor que hacía no nos lo pensamos dos veces. Afortunadamente llevábamos en la bolsa una toalla y los bañadores pero…¡ vaya fallo !.. y gordo. No los teníamos puestos así que tuvimos que enroscarnos la toalla por turnos, y haciendo equilibrios y malabares como tantas veces hemos visto a otros en las playas, conseguir colocarnos el bañador sin enseñar las vergüenzas, o lo menos posible en mi caso, ya que demostré una gran inutilidad para tal menester. Y es que mira que es complicado colocarse un bañador con la “jodía” toalla, es todo un arte. Aunque la recompensa fue enorme. Zambullirse en esas transparentes aguas de color turquesa, en un día cuyas temperaturas a la sombra superaban los treinta grados, fue como diría Enrique Iglesiasuna experiencia religiosa”. Eso si, a la hora de acceder al muelle de nuevo por la escalera había que tener sumo cuidado si uno no quería dejarse la mandíbula o cualquier otra cosa, ya que al espabilado de turno sólo se le ocurrió poner escalones redondos de acero inoxidable que resbalaban como una anguila empapada en aceite. Y para acabar de redondear el ejercicio de riesgo , los peldaños estaban soldados a casi un metro de separación entre ellos con lo que había que descoyuntarse medio cuerpo para poder subir al muelle de nuevo, aunque nosotros al menos pasamos la prueba con éxito y sin rompernos la crisma.

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martes, 14 de diciembre de 2010

Koper e Izola. La puerta de entrada al adriático esloveno.


Este día nos levantamos con la intención de conocer la costa adriática eslovena y más tarde, de regreso a Ljubljana, hacer una parada en el Castillo de Predjama, ya que nos cogía de camino. Lo que pasa es que una cosa son los planes que preparamos en la cabeza, y otra muy distinta como se desarrollan las cosas más tarde. No habíamos tenido en cuanta la cantidad de tiempo que íbamos a dedicar a las preciosas localidades de la costa eslovena, en especial Piran. Lo primero que hicimos fue bajar al buffet a tomar fuerzas con un espléndido desayuno y luego montarnos en el coche, en un precioso día soleado para dirigirnos al sur, al Adriático. La mayoría del camino hacia Piran (unos 130 kilómetros) lo hicimos por autopista, hasta casi llegar a Koper,(a unos 100 kilómetros) y de ahí hasta Piran transcurrió por una carretera costera que nos ofreció espectaculares vistas de la costa, a veces al mismo nivel del mar y otras ascendiendo por montes y cuyos miradores nos dejaron absolutamente sin habla. Pero iré por partes.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

Ljubljana. La bellísima capital de Eslovenia

Y llegó el momento de dejar atrás Italia. Continuando con nuestra “escapada” de tres semanas en coche por Europa y después de seis días recorriendo las regiones del Piamonte, Emilia Romagna y el Véneto, nos poníamos en camino desde Padua (nuestra última base en esta parte de Italia) en dirección a Eslovenia. Lo que pensábamos que iba a ser un cómodo trayecto de poco más de hora y media hasta llegar a Ljubljana, sobre todo una vez pasado el tramo que creíamos más conflictivo, es decir la salida de la autopista hacia Venecia , se transformó en seis tortuosas horas ¡Madre mía! Retenciones de veinte kilómetros antes de llegar a Trieste. No entendíamos lo que pasaba ¿Acaso todos los italianos y una gran parte de Europa habían decidido ir a la Costa Dálmata al mismo tiempo? Es que llegábamos a estar un cuarto de hora totalmente parados, y cuando por fin se avanzaba era unos pocos metros nada más. Algunos sacaban los pies por las ventanillas, otros formaban corrillos fuera de los coches mientras charlaban con resignación, o aprovechaban para echar alguna cabezadita, y yo hacía viajes al maletero de nuestro coche en busca de agua o de algún tentempié, y todo bajo un sol de justicia y temperaturas que superaban los treinta grados. Pero lo más indignante fue que no era porque no cupiéramos los coches en la autopista, o media Europa hubiera decidido salir con el coche en esa dirección. La razón era que había que pasar por el puñetero peaje de Trieste. Una docena de garitas, de las cuales casi la mitad estaban cerradas. Entonces ¿cómo no se iban a formar retenciones kilométricas? En fin, escenas variopintas de las que ya habíamos tenido alguna prueba en otro peaje en Francia, en Montpellier. Allí los siempre dicharacheros holandeses se llevan monociclos en los maleteros de los coches y furgonetas, y se dedican a hacer carreras entre los coches parados en la autopista, mientras se graban en vídeo con los móviles. Supongo que las imágenes acabarán subidas en el Youtube.

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lunes, 29 de noviembre de 2010

Capri. De como sucumbir a su belleza

A pesar de haber estado anteriormente en dos ocasiones en Nápoles, el hecho de haberla visitado durante unas horas en escala de crucero, no nos había permitido conocer uno de los iconos turísticos internacionales por excelencia de esta zona, y diría que de toda Italia. Y no es otro que la Isla de Capri, frente a la península sorrentina  . Pero lo curioso es que esa fama no es reciente, ya que viene desde los tiempos del Imperio Romano. El emperador Tiberio mandó construir una villa para alejarse de la política de Roma y pasar allí sus últimos años de vida (muy sabio el tal Tiberio...me refiero a alejarse de la política, y además con muy buen gusto). Y ya a mediados de los años  cincuenta,  personalidades como Brigitte Bardot, María Callas, Ava Gadner o Jacqueline Kennedy se fijaron en este paraiso y le colocaron como destino de la jet-set internacional. Quizás estas divas fueron las que pusieron de moda las sandalias caprenses, o los pantalones cortos marineros y blusas inmaculadamente blancas. Ese "look" aún ocupa hoy en día los escaparates de algunas pequeñas tiendas de moda. 

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lunes, 22 de noviembre de 2010

Tarquinia. La alternativa en crucero a Roma

Tengo un defecto, bueno… tengo muchos pero no vienen al caso. Pero éste en cuestión si que atañe al tema, y no es otro que lo que me puede gustar regresar a los lugares o ciudades que previamente he visitado en otra ocasión. No diré que esté al mismo nivel que el vicio o la necesidad imperiosa que tenemos por conocer sitios nuevos, pero poco le falta. Y es que cuando vuelves a aquella ciudad en la que ya habías estado en otra ocasión, las cosas se ven de otro modo, te cambia las prioridades de los lugares a visitar y tu vista se fija en cosas que la primera vez te pasaron totalmente desapercibidas. O acaso en una primera vista a una ciudad alguien se fija en los que se desplazan al trabajo en su sccoter, o en las madres y padres que esperan a sus hijos en la puerta del colegio mientras se ponen al día de los chismes más recientes, o cuáles son los productos frescos que esa “mamma” italiana elige en cualquier mercado de Roma y que se llevará a su casa para preparar la comida del día, toda una institución en Italia, me refiero a la hora de la comida, bueno, y a las “mammas” también. Y es que, a pesar de haber estado en cinco ocasiones en Roma y, habiendo visitado todos los monumentos habidos y por haber, no nos aburre nada esta maravillosa ciudad. Simplemente nos dedicamos a profundizar en barrios que, o bien no habíamos visto en anteriores veces, o los conocíamos muy de pasada. Lo que pasa es que acabábamos de estar hacía poco más de tres meses y tampoco es cuestión de desgastarla. Así que había que encontrar una alternativa, ya que nuestro espíritu inquieto no aceptaba una larga estancia de doce horas sólo en Civitavecchia. Y esa alternativa existe y se llama Tarquinia.

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domingo, 21 de noviembre de 2010

La ciudad de Lucca. Entrañable, pintoresca, romántica, maravillosa



Lucca ha sido una de las sorpresas más agradable de este crucero. Rodeada en su totalidad por una impresionante muralla rojiza, en su interior no sólo descubrimos rincones encantadores e iglesias monumentales. Lo mejor de todo es que encontramos vida, y no sólo por los numerosos turistas que deambulan por sus estrechas y retorcidas calles. Al contrario de otras turísticas ciudades italianas, que se asemejan a grandes parques temáticos, perfectamente conservadas pero carentes de autenticidad, en Lucca se habita, se hace la compra diaria en bicicleta, se acude al trabajo, sus vecinos se saludan, se conocen, se interesan unos por otros, se reúnen en sus cafés. Es una ciudad viva. Además tiene un ambiente muy tranquilo que nos permitió pasear relajados y sin prisas disfrutando de la inmensa belleza que posee y de un patrimonio envidiable.

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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Niza. La luz de la Costa Azul, hogar de artistas.


A pesar de los malas previsiones meteorológicas que pronosticaba el diario de a bordo, este día amaneció soleado, y en algunos momentos hasta caluroso. Nuestra intención era, por fin, visitar la capital de la Costa Azul. Ya en varias ocasiones habíamos estado muy cerca en algún crucero anterior, y hasta habíamos organizado una visita de una semana de duración en coche por Niza y la Provenza, pero al final quedó aparcada, nunca mejor dicho. Desayunamos en nuestro camarote y bajamos a por el número para el desembarque en tender, no sin cierto temor, habida cuenta que ya hemos sufrido algún problema con este sistema en otras ocasiones. Pero esta vez el desembarque fue relativamente ágil, a pesar que compartíamos muelle en Villefranche con el “Mein Schiff”. Una vez puestos los pies en tierra, nos dirigimos a la parada de autobús que nos acercaría al centro de Niza en algo menos de media hora, aunque eso si, cómodos lo que se dice cómodos, no fuimos precisamente, ya que no cabía ni un alfiler en el susodicho autobús.

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martes, 9 de noviembre de 2010

Un recorrido por el Constellation


Cuando hablamos de la catalogación de compañías de cruceros, ya sean generalistas, premium, semi lujo o lujo, en principio se habla de una auto clasificación otorgada, generalmente, por las propias compañías a sí mismas en función de sus propios intereses, al no existir como tal una clasificación oficial, ya sea de estrellas, anclas, o como quiera denominarse. No ocurre de la misma forma en la clasificación de los establecimientos hoteleros, en donde si que existe una catalogación de categorías según las instalaciones y los servicios ofertados. Y a pesar de ello, todos hemos podido comprobar en algunas ocasiones, cómo la elección que hemos hecho de un hotel no se corresponde con las expectativas que nos habíamos creado en función de su categoría de estrellas. Sin ir más lejos, y siempre según mi criterio personal, este pasado verano nos hemos alojado, entre otros, en cuatro hoteles de cinco estrellas a lo largo y ancho del continente europeo, y hemos tenido de todo un poco. Hemos pasado de la funcionalidad del hotel AC Torino, un hotel con instalaciones nuevas, habitaciones muy amplias pero con servicios muy cortos y escasos para ser un cinco estrellas, al hotel Lev en Ljubljana, un cinco estrellas a la antigua usanza con buenas instalaciones, que quizás necesitarían una pequeña actualización , y con habitaciones menos amplias pero con servicios propios de su clasificación. De la merecidísima clasificación del Boscolo Gran Hotel New York de Budapest, uno de los “One of the Leading Hotels of the world”, del que absolutamente todo recuerda a un verdadero cinco estrellas, al Renaissance Wien, hotel que difícilmente llega a una clasificación de cuatro estrellas por estado de conservación de instalaciones y servicios que presta.

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sábado, 6 de noviembre de 2010

Crucero Celebrity Constellation (Mediterráneo oeste)

Después de haber navegado en otra ocasión con esta compañía, y debido al buen sabor de boca que nos dejó, y a no tener demasiadas opciones de cruceros que nos encajaran en nuestras fechas de vacaciones, decidimos probar a embarcarnos de nuevo con ella. Esta vez primó en la elección del crucero de otoño el barco, por encima de la ruta, de sobra conocida ya por nosotros, y el hecho de que el embarque fuera desde Barcelona y prescindir de esa forma del engorro de aviones y aeropuertos. También nos permitió pasar unos días después de desembarcar del crucero por la Costa Brava y por el PRE Pirineo. De todas formas, y a pesar de que el Celebrity Constellation realizaba la ruta clásica del Mediterráneo Occidental, el único destino que hemos repetido visita (y con gusto) ha sido Génova y las demás ciudades, Niza; Lucca; Tarquinia y Capri, no habíamos tenido el placer de conocerlas hasta este crucero.

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lunes, 18 de octubre de 2010

Padua. Ciudad del arte

Ubicada a escasos veinte kilómetros de Venecia, Padua queda eclipsada en parte por esa bestia del turismo italiano que es la Ciudad de los Canales. Esta ciudad parece haber sido creada especialmente para pasear por sus calles, preciosos rincones a orillas de sus ríos, Bacchiglione y Brenta, e infinidad de monumentos y esculturas de diversas épocas agolpándose en sus calles y que invita recorrerlas pausadamente. Una vez que la hemos visitado, no nos extraña que en algunas guías de viajes la nombren como una de las ciudades más ricas en cultura de Italia después de Roma y El Vaticano. Es la ciudad de San Antonio, y eso se nota en la impresionante Basílica de San Antonio donde se conserva el cuerpo del santo en un no menos impresionante Altar, abarrotado de devotos procedentes de todas las partes del mundo, y en la que pudimos contemplar también frescos de Tiziano.

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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Bologna. La Ciudad Roja





Bologna bien merece dedicarle toda una jornada. Capital de la región de Emilia-Romagna, esta ciudad, cuyo casco histórico es Patrimonio Mundial de la Humanidad, nos sorprendió por la grandiosidad y lo bien conservado que tiene su centro histórico. Es conocida por la Ciudad Roja debido al color de sus tejados y ladrillos de las fachadas de los edificios. La verdad es que ya íbamos avisados sobre la monumentalidad y lo mucho que merecía la pena visitarla, algo que pudimos observar durante la preparación de nuestro viaje, pero nos ha sorprendido por encima de nuestras expectativas y nos hemos traído un muy buen recuerdo. Quizás haya tenido que ver con ello el ambiente que tenía a pesar de las fechas de veraniegas. No hay que olvidar que Bologna es una de las ciudades universitarias por excelencia y eso llenaba las terrazas y bares de vida. Y no precisamente por el turismo que, aunque también lo hay, no es ni mucho menos tan masivo como el de otras ciudades y localidades italianas, que son literalmente invadidas por hordas turísticas.

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viernes, 24 de septiembre de 2010

Módena y Maranello. La galleria Ferrari.




Este día había amanecido con una lluvia perezosa, así que decidimos dedicarlo a visitar Módena y Maranello pensando que, quizás después de visitar La Galleria Ferrari en la que estaríamos a resguardo, el día nos diera una tregua y escampara, como así fue. Maranello es un pequeño pueblo dedicado en su totalidad a vivir y transmitir la pasión roja. Yo llegaba con muchísima ilusión por conocer ese lugar de culto de todos los apasionados al mundo del motor y los coches deportivos más deseados del mundo. Y después de visitarla me dejó con un punto de decepción y no porque estuviera mal montada. Más bien lo achacaría a que no cubrió las expectativas que nos habíamos creado. Pesábamos que un museo como este dedicarían más espacio a esos únicos automóviles de calle creados en los años 60 y 70, con agresivos coupes y roadster de ensueño, pero la realidad es que la competición y la Fórmula 1 llenaban las instalaciones en su mayor parte. De todas formas, estando por la zona y disponiendo de tiempo de sobra, creo que merece la pena la visita aunque sólo sea por el hecho de decir que has estado en el templo del motor. Ver en vivo como es un box de fórmula 1, con pit lane , el pit wal con todas las pantallas de ordenadores y tiempos, una gran colección de fórmulas 1 desde los años 70 al de Felipe Masa del año 2009, una gran colección de motores, la sala de los trofeos y algún que otro modelo de calle (para nuestra desgracia..los menos). Por supuesto no puede faltar una tienda de “merchandising” y la cafetería Ferrari.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Verona. Romantico tutto.


Habla. ¡Oh! ¡Habla otra vez ángel resplandeciente!… Porque esta noche apareces tan esplendorosa sobre mi cabeza como un alado mensajero celeste ante los ojos estáticos y maravillados de los mortales, que se inclinan hacia atrás para verle, cuando él cabalga sobre las tardas perezosas nubes y navega en el seno del aire.

Quizás sea éste uno de los motivos por la que es más conocida y más gente acude en masa a Verona, la obra de William Shakespeare, Romeo y Julieta. Aunque desde luego no fue nuestro caso. Esta romántica ciudad era otra de las muchas asignaturas pendientes que teníamos. Ya me picó la curiosidad hace más de veinte años con motivo de la grabación de un concierto que mi grupo preferido de música, Simple Minds, ofreció en La Arena de Verona. Dicho vídeo venía precedido por imágenes y escenas cotidianas de esta histórica ciudad. Y desde entonces decidí que teníamos que visitarla. En este tiempo muchas cosas habrán cambiado, pero lo que es seguro que no es la imagen que se abrió ante nosotros una vez traspasada la Porta Nuova y recorrimos el Corso de igual nombre; el famoso Listón y la bellísima Piazza Bra y detrás, oculto por un pequeño parque arbolado, La Arena. El conjunto arquitectónico que forma El Listón es una auténtica preciosidad, con sus coloridas casas y las animadas terrazas llenas de cafés y restaurantes, daban unas ganas inmensas de correr y sentarse a tomar un refrigerio viendo tranquilamente a la gente pasar en un día verdaderamente caluroso. Pero bueno, una vez recobrado el juicio de nuevo (acabábamos de llegar y ya tendríamos tiempo de descansar), lo que teníamos que hacer era empezar a recorrer cada rincón de esta joya patrimonio de la humanidad, que son muchos y a cada cual mejor.

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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Turín. Ciudad de soportales

Teníamos ganas de conocer esta ciudad del norte de Italia, capital de la región del Piamonte y la última gran ciudad italiana que nos quedaba por conocer. Era la primera etapa de nuestro viaje, y la más larga en distancia. Atravesamos toda Francia , desde la costa Atlántica hasta la Mediterránea, y de ahí por la autopista que une la Costa Azul con Lyon y París. Nos desviamos en dirección a Grenoble, ciudad que atravesamos al completo en busca de la frontera italiana, y que por lo que pudimos observar desde nuestro coche, creo que merecerá una visita en el futuro. Y en no mucho tiempo íbamos a atravesar una de esas obras de ingeniería que me dejan perplejo y que si te pones a pensar en lo que tienes por encima de tu cabeza, hace que te sientas diminuto, como un pequeño animalito en medio de un océano. Estábamos a punto de entrar en las entrañas de los Alpes; el túnel del Mont Blanc. Una obra de ingeniería de casi doce kilómetros de longitud que discurre debajo de esta emblemática montaña, y que debido a la limitación velocidad de 70 km/h y la obligatoriedad de guardar 200 metros de distancia entre cada vehículo se hace mucho más largo, o al menos fue nuestra sensación. Al acompañante le dan en el peaje un tríptico con las normas e indicaciones a seguir dentro del túnel. De todas formas esas limitaciones tienen su sentido después de ocurrir uno de los accidentes más graves de Europa hace diez años, en el que el incendio de un camión ocasionó un fuego que duró dos días y medio, y en el que perecieron 39 personas atrapadas en sus vehículos. Como curiosidades el que el letrero que marca la frontera entre Francia e Italia se encuentra dentro del túnel, y cómo no, los 36 euros que te cobran de peaje.


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viernes, 27 de agosto de 2010

Una escapada por Europa... de tres semanas

Acabamos de regresar de un inolvidable viaje de 6.230 kilómetros y tres semanas de duración, en el que hemos atravesado ocho países en los distintos desplazamientos, visitado un gran número de ciudades y localidades y en el que hemos contemplado parajes idílicos. Cuando empezamos a planificarlo hace unos meses nos pusimos, como casi siempre, unas premisas a cumplir. En esta ocasión, y aunque me encanta volver a visitar ciudades en las que he estado anteriormente para vivirlas desde otro punto de vista, no íbamos a repetir visita a ningún destino que ya hubiéramos estado, a excepción de Salzburgo en la que pasamos una tarde y cenamos en ella. Estableceríamos bases estratégicamente situadas en distintas ciudades para, bien visitar esa ciudad durante varios días si era grande y con muchos puntos de interés, o bien si en un radio de una hora en coche tenía al alcance distintos lugares intesantes. De esa forma los grandes kilometrajes los haríamos en el primer día desde nuestra ciudad y los dos últimos, ya de regreso a casa. Y además con la ventaja de no tener que cambiar de hotel casi a diario, lo cual se agradece.


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jueves, 8 de julio de 2010

Crucero Celebrity Solstice ( Mediterráneo este )

Lo primero tengo que decir antes de nada, es que este crucero en el Celebrity Solstice globalmente ha sido muy positivo. Sin duda alguna el aspecto más destacado ha sido la comida, tanto por presentación de los platos, como por gusto y variedad de los mismos. Otro aspecto relevante fue el propio barco en si, sus instalaciones, distribución de salas y corredores y una decoración que a nosotros nos ha encantado, moderna y de diseño, pero conservando una gran elegancia. Ese diseño de los corredores permitía recorrer la eslora del barco dando la sensación de tener muchos menos de los 310 metros que posee. Como puntos destacados incluiría a modo personal el comedor principal Grand Epernay, el Lawn Club con el césped natural y el atrio principal Grand Foyer. Una de las zonas que más nos gustó fue la piscina cubierta, con sus fuentes de colores, música relajante y el Aqua Spa café para poder picar alguna cosa.


En cuanto al camarote el nuestro era un exterior de luxe con veranda categoría 1B y nos encantó. Amplio, cómodo, bien decorado y con muchos armarios y cajones para guardar toda clase de ropa y objetos, un gran balcón con mesa y dos tumbonas reclinables y un baño espacioso con toda clase de vitrinas y cajones para guardar todo lo necesario y un buen número de amenities. A destacar el sistema interactivo de la televisión del camarote, muy práctico, y el regulador de intensidad de las luces del camarote. Como punto negativo el excesivo rumor del sistema de climatización y a mi parecer el poco aislamiento acústico de la cabina, en la que se percibe bastantes ruidos exteriores.


El servicio que hemos recibido en el comedor principal ha sido excelente por parte de Omar, nuestro camarero y de su asistente Canto y eso a pesar que en los doce días de crucero hemos tenido tres camareros distintos. Nuestro somelier Rubén excelente profesional y sobre todo magnífica persona. Otro tema distinto es el asistente de maitre polaco que demostró poquísima profesionalidad. Todas las noches que cenamos en el Grand Epernay se dedicaba a pasar varias veces por todas las mesas interesándose por la satisfacción de los comensales, como no podía ser de otra manera. Por todas menos por la nuestra, que rodeaba convenientemente, convirtiéndola en una isla ficticia dentro del comedor principal. La razón supongo que sea que nosotros no hablábamos el suficiente inglés para mantener una conversación digna de su rango abolengo. De todas formas debería aprender de nuestro ayudante de camarero filipino, una persona encantadora y profesional, que ya el segundo día nos saludaba en español, se tomó la molestia de aprender alguna palabra más y me hablaba despacio en inglés para que pudiera entenderle. Sin duda un esfuerzo que es de agradecer. Soy plenamente consciente de que viajo en una compañía cuyo idioma oficial es el inglés. Pero lo otro me parece una descortesía. Por no decir que podía haber utilizado de traductor a nuestro camarero Omar, hondureño que evidentemente hablaba castellano. De todas formas esta falta de profesionalidad de este asistente de maitre quedó reflejada por nuestra parte en el cuestionario final de satisfacción y no empañó el alto concepto que nos llevamos de la profesionalidad de una gran mayoría de la tripulación.


Otros detalles de servicio, o no servicio, por parte de la compañía que nos dejó desconcertados nos ocurrieron el último día de crucero. El primero de ellos fue encontrarnos con el mueble bar cerrado con llave a cal y canto. Quizás pensaron que en un episodio de sonambulismo, saquearíamos dicho mueble bar por la noche y no querríamos abonar su cuantía amparándonos en dicha patología, si es que se puede denominar de esa forma. Otro ocurrió al solicitar, como casi siempre, el desayuno en el camarote a través del útil sistema interactivo de la televisión. A los pocos minutos sonaba el teléfono del camarote y una voz amable, pero sorprendida a la vez, me informaba que no podían atender mi petición, pero ponían a mi disposición el bufé hasta las ocho de la mañana. Detalles que nos habían ocurrido en Costa y MSC y que no nos esperábamos que pasarán en Celebrity, más aún cuando no nos sucedieron en NCL. Por último, a la hora del desembarque definitivo, la frase mecánica del personal de seguridad y sobrecargos en el que nos deseaban : “que tenga un agradable día en puerto” en cada una de las escalas, y que en esta vez creí que se transformaría en : “que tenga un agradable viaje de regreso a casa”, se resumió en un silencio y semblante serio en el rostro. Detalles que en mi modesta opinión no son propios de una naviera que presume de ser “premium”.
 
 
Desgranando un poco más. Antes de iniciar el crucero habíamos reservado en el restaurante francés Murano. Lo hicimos en la noche que zarpábamos de Mikonos para no coincidir con ninguna de las dos noches de gala que tuvimos en este crucero. A decir verdad, es una experiencia que nadie debería perderse, y no sólo por la faceta gastronómica, sino por el ambiente, el servicio refinado y un cierto áurea “megapijo”. Ahora bien, el precio pagado, que en nuestro caso superó los 140$ con el vino más el servicio, no justifica acudir en más de una ocasión. A destacar de nuevo las contradicciones que nos hemos encontrado en este crucero en el Solstice. Por una parte la tacañería de cobrarte 4$ por un café expreso después de pagar ese precio por cenar, y por otro el detalle de encontrarte una tarjeta en el camarote del maitre del Murano por la noche agradeciéndote la visita y expresando el deseo por su parte de volver a saludarnos de nuevo.


Como ya expresé arriba, el servicio en el restaurante Grand Epernay fue impecable. Tanto la calidad como la variedad de platos fue muy buena. Los tiempos de espera fueron más que correctos, permitiéndonos disfrutar de unas cenas casi perfectas, sin esperas prolongadas entre platos pero sin atosigarnos sacándolos de continuo. Si a ello añadimos que Celebrity tuvo a bien atender nuestra petición de mesa para dos, pues lo dicho, la experiencia fantástica.


El bufé Oceanview si que nos sorprendió agradablemente. Muy buena variedad, islas que permitían servirse sin aglomeraciones y ningún problema para encontrar mesas libres relativamente cerca de las mismas. A modo de anécdota comentar que una de las veces a los cocineros del bufé les fallaron los tiempos de cocción, y sacaron un arroz con verduras que literalmente estaba sin cocer. Os podéis imaginar la cara que puse cuando me llevé a la boca una cucharada y tuve la sensación de masticar arena de la playa Paradise de Mikonos. Pero eso no deja de ser una simple anécdota simpática.


Otra cosa que no había comentado fue el embarque. Llegamos al muelle de Civitavecchia sobre las doce y media. Teníamos hecho el check-in por internet, y fue de lo más rápido. A eso de la una de la tarde ya habíamos abordado el Solstice, aunque quizás influyó el hecho de no coincidir con los transfers de la compañía. A las graves carencias de la “estación marítima” de Civitavecchia por llamarla de algún modo, se unió que estaba lloviendo, y fue todo un detalle por parte de la compañía que nos facilitaran sendos paraguas que luego nos recogieron una vez a bordo. El recibimiento fue con dos copas de vino espumoso ( nos recordó al pasado crucero en el NCL Jewel ), y dimos buena cuenta de ellas en nuestro camarote haciendo los preceptivos brindis.


No quiero olvidarme de comentar una de las dos cosas que menos nos gustó de este crucero. Y fue relativa a la atención en los bares y loungues . Si bien la atención era muy correcta y cordial cuando pedías una consumición, otra cosa distinta era cuando no te apetecía tomar nada. Y lo voy a ilustrar con dos ejemplos:


El primero nos ocurrió en el Martini bar. En uno de los días de navegación nos dedicamos a descubrir el barco y realizar un tour fotográfico. Después de sacar panorámicas del bar, me senté en uno de los taburetes de la barra mientras mi mujer me encuadraba con el objetivo de la cámara. A los cinco segundos de haberme sentado uno de los camareros se planta entre el objetivo de la cámara ante la que estaba posando y yo, me pone los cacahuetes que sirven como aperitivo, lanza las dos servilletas que utilizan a modo de posavasos y seguidamente me pregunta que voy a tomar. Mi contestación fue: “Nada, gracias. Sólo estamos sacando una fotografía, muchas gracias” como era de lo más evidente. Su respuesta inmediata fue retirar los cacahuetes junto a las dos servilletas y poner cara de contrariedad mientras se retiraba del objetivo de la cámara ante la cual se había interpuesto. Mientras, nosotros nos quedábamos con cara de incredulidad.


El segundo nos ocurrió en el Sunset bar, además varios días. Al ser nosotros unos habituales de ese lugar, por ser uno de los pocos donde se permite fumar, los camareros ya nos conocían de sobra. No tomábamos nada ya que acudíamos sólo con ese propósito, y en algunas ocasiones incluso con dos zumos que nos servíamos en el bufé . Hay que tener en cuenta que a poco tiempo de la cena, en la cual siempre nos tomábamos una botella de vino más luego una copa después del teatro en el Sky loungue, ya teníamos cubierto el cupo alcohólico. Pues a pesar de ello, en el intervalo de veinte minutos , llegaron a preguntarnos hasta en seis ocasiones si queríamos tomar algo y menos mal que sólo había dos camareros ). La situación ya nos estaba resultando violenta y de lo más incómoda. Lo que quiero decir con esto, es que en muchas ocasiones no te sientes a gusto y cómodo sentándote en cualquier bar, a menos que pidas consumiciones, y muchas de ellas te sientes casi coaccionado a tener que consumir. Y mucho menos se me hubiera ocurrido sentarme a charlar en el Michael´s Club sin consumir nada, y eso que estaba siempre medio vacío. Ya se que puedes sentarte en cualquier lugar sin tener que sentirte obligado a consumir, me podréis decir con toda la razón, pero a mi no se porqué ya es que me daba “corte”. Por esa razón me he sentido más a gusto en la Norwegian en la que te preguntan si deseas tomar algo, y si no quieres luego no te están asediando constantemente.


En el capítulo de la asistencia en español, debo decir que nos ha sorprendido mucho y bien. El today siempre puntual en nuestro idioma. Las cartas de los restaurantes, tanto principal como de pago traducidas. Algún anuncio importante por megafonía también en español. El segundo día nos dejaron copias de los menús de los restaurantes de pago traducidas en nuestro camarote para que pudiéramos ir familiarizándonos con ellos. Casi todos los días nuestra azafata internacional nos dejaba un mensaje por las noches en el teléfono con los eventos y detalles más importantes para el día siguiente. El simulacro de emergencia en el teatro Solstice también en castellano. Había al menos una excursión en español ( aunque nosotros no hicimos ninguna con la naviera ), etc…


Para resumir, una compañía TOTALMENTE recomendable, en la que seguro que repetiremos. También es cierto que he estado un poquito al detalle en cosillas negativas o “quisquilloso“ que podréis pensar algunos de vosotros, pero es que se trata de Celebrity, se trata de una “premium”, se trata de una compañía en la que ellos mismos te prometen un nivel de servicio y una experiencia excepcional, por lo tanto no puedo mirarla de la misma forma que a Costa o Msc (por poner un ejemplo ya que he navegado en ellas). Ahora bien, el crucero ha sido fantástico en relación a lo que hemos pagado, pero si el precio hubiera sido el inicial de catálogo (aproximadamente el doble de lo abonado por nosotros) sintiéndolo mucho debo decir que entonces a nosotros no nos merecería la pena pagar ese dinero por la diferencia de una comida muy buena y un camarote algo más amplio pero con un nivel de servicio similar al que nos hemos encontrado en Ncl y, a veces, me atrevería a decir que un poquito peor.


 La zona de piscinas


  El espectáculo del Hot Glass Show


          Por fin he podido fotografiar una chimenea distinta después de tres iguales


    Las comunicaciones vía satélite que tantos disgustos ha dado a algunos con los móviles


                                              Dos perspectivas distintas de las piscinas




La piscina interior vista desde cubierta



Detalle de las placas solares


                                      En estas imágenes se puede apreciar la mar picada




En el Solstice te puedes encontrar con una obra de arte en diferentes sitios. Esta está en la entrada del Sky Observation Loungue.


                                                                    Otro rincón del sky


                                                           Y el boulevard de las tiendas


    El casino Fortunes del Solstice. sin duda uno de los espacios con más éxito de público del crucero.



Una vista de la piscina cubierta. 
Un lugar estupendo donde pasar las horas muertas, incluso aunque no te des un baño....


Unos de los momentos en los que nuestro estilo de viajar nos permite relajarnos sí o sí :
 Los días de navegación





Café Al Baccio donde hemos pasado muy buenos momentos y tomado un café más que aceptable, eso sí, previo pago de 12$ por dos cafés moka.


Este es El Bistro on Five, donde sirven unas creps con muy buena pinta. Ahí te atenderá una camarera dominicana que es un auténtico encanto. La pena que entre pitos y flautas se nos vino encima el final del crucero y no pudimos probarlas. Por sólo 5$ de cargo, creo que merece la pena. La próxima vez será



Este es el Solstice Theatre.




Detalle del precioso techo del teatro. Simplemente espectacular, al menos para mi.
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