Honolulu fue nuestra puerta de entrada al archipiélago de Hawaii, como ocurre con casi todos los visitantes que vistan estas islas paradisiacas. Con un espléndido día soleado, y bajo la atenta mirada de la popular torre Aloha, iniciábamos la visita a esta gran área metropolitana de casi un millón de habitantes, algo chocante y que no esperas encontrarte en una pequeña isla como la de Oahu. Aprovechamos de todas formas las elevadas cubiertas del "Sapphire Princess", y que se encontraba atracado en pleno centro, para hacernos una idea de la ciudad y de sus barrios, y de por donde íbamos a iniciar la vista a Honolulu. La primera visión de multitud de torres de apartamentos y rascacielos financieros no es la imagen que teníamos formada en nuestras mentes de unas islas polinésicas, y en un primer instante resulta chocante hasta cierto punto, aunque a medida que vas dejando atrás este centro financiero de las islas, van apareciendo progresivamente edificios y barrios más típicos, o esperados que diría yo. Desde el Palacio Real Iolani en el distrito del Capitolio, residencia oficial de la realeza y rodeado de grandes jardines, al bullicioso barrio chino.