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miércoles, 21 de septiembre de 2011

QM2: LA COCINA DEL CHEF JEAN-MARIE ZIMMERMAN

No lo voy a negar. A la hora de la elegir un crucero se suelen sopesar diferentes factores antes de tomar una decisión:  la ruta, la compañía, el precio, el barco;  y una vez tomada un ámbito muy importante dentro de la experiencia crucerística es el culinario. Pues bien, una vez acabado nuestro primer crucero en el Queen Mary 2 ya puedo recapitular y analizar cómo ha sido nuestra experiencia gastronómica en la Cunard. Las cenas nos parecieron satisfactorias, parecidas a lo que a Celebrity Cruises o Holland America Line nos han ofrecido, pero con unos almuerzos a mediodía que estuvieron a un nivel por encima de ellas. La verdad que nos hemos traído un grato recuerdo de nuestra experiencia en el restaurante Britannia, ya sea en la cena, el almuerzo o el desayuno.



Un detalle muy bonito; nuestros amables y eficientes camareros nos entregaron una carpeta con  los menús de nuestro crucero. Ray y Dennis nos hicieron disfrutar de todas y cada una de nuestras cenas.


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domingo, 28 de agosto de 2011

QUEEN MARY 2. Una inolvidable aventura escandinava.



Tengo que reconocerlo. Hay algunas  veces en la vida que nos formamos una opinión firme de algo o alguien solamente por la información, mucha o poca, que nos llega o hemos sido capaces de recopilar. Y más aún en estos tiempos de saturación informativa que nos ofrece internet, que deja poco espacio para la sorpresa o el descubrimiento de las cosas. Pero esta es una de esas raras ocasiones en las que navegar en otra naviera diferente ha sido una gratísima experiencia y una sorpresa mayúscula.


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miércoles, 27 de julio de 2011

Mónaco. El lujo concentrado




Difícil de olvidar la visión que se nos abrió ante nuestros ojos a medida que el Eurodam se iba acercando a la bocana del puerto de Mónaco. Un enjambre de torres y edificaciones de todo tipo copando el más mínimo espacio disponible, espectadores de hormigón y cristal dispuestos como en un anfiteatro, cuyo escenario era el puerto de Mónaco, y el actor principal nuestro querido Eurodam. Después de El Vaticano, es el estado independiente más pequeño de Europa, y está situado en la costa mediterránea de Francia, a muy poca distancia de la frontera italiana. Una vez que curioseamos desde las cubiertas más altas del Eurodam los inmensos yates del puerto y los diferentes barrios del Principado, nos dispusimos a desembarcar e iniciar nuestra exploración de la ciudad. Porque por muy pequeño que sea el principado, éste consta de cuatro barrios, o distritos que es más fino, principales. La ciudad de Mónaco está en un promontorio rocoso que domina la costa. El Palacio es el hogar de la familia Grimaldi, la casa gobernante más antigua de Europa. La Condamine es la zona que rodea al Puerto; Monte Carlo es el principal lugar de negocios y entretenimientos varios; mientras que Fontvieille es una zona residencial.



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sábado, 18 de junio de 2011

La cuidada gastronomía del Eurodam

Uno  de los aspectos más destacados de esta compañía de cruceros, y de los que además se siente orgullosa, es el ámbito culinario. Platos bien presentados, manteles y vajillas de calidad, y una gran variedad de lugares donde saciar nuestro apetito. Desde una comida ligera en el lido de piscinas a la gran variedad del bufet,  o del elegante restaurante principal a los restaurantes de especialidades alternativos, y por si ésto fuera poco, un eficaz "room service 24h". Y todo con una amplia carta de vinos que incluye alguna etiqueta española. 


El sabroso entrecot disponible todos los días en el restaurante principal Rembrandt
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martes, 14 de junio de 2011

Un paseo por el Eurodam


Esperando a nuestro turno de embarque en el Palacruceros de Barcelona


A punto de embarcar.......¡Qué emoción!

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miércoles, 1 de junio de 2011

Crucero en el EURODAM por el Mediterráneo



A pesar de decidir el pasado año que íbamos a tardar mucho en repetir el típico crucero por el Mediterráneo Occidental, el hecho de torcerse nuestro viaje planeado a Siria y Jordania en el mes de mayo y  los buenos precios que ha presentado este año Holland America Line, junto a las enormes ganas que teníamos  de probar esta compañía de los barcos de casco azul, hizo que reconsideráramos el veto que le habíamos hecho al Mare Nostrum. Además, en este caso Holland ha hecho un pequeño esfuerzo de imaginación incorporando a las típicas escalas  mediterráneas, repetidas hasta la saciedad, alguna novedad algo más apetecible como Trápani o Santa Margarita de Liguria. Y el tiempo..espectacular, un sol radiante que nos ha acompañado durante todo el crucero y en todas y cada una de las escalas, y que nos permitió disfrutar a tope del Eurodam el día y medio de navegación que separa La Goulette de Barcelona.


La ruta que completó el Eurodam fue Barcelona, Montecarlo, Santa Margarita de Liguria, Civitavecchia, Trápani y La Goulette, y al menos tuvimos como novedad tres de los puertos, que no son pocos. Las ganas que teníamos de probar Holland America quedaron reflejadas el día del embarque cuando desde nuestro transfer  divisamos el  distintivo casco azul del Eurodam atracado en el palacruceros  del muelle adosado. La verdad que el embarque fue muy ágil, y casi sin darnos cuenta estábamos a bordo del Eurodam, en un elegante y discreto atrio a tres cubiertas. Ya nada más tomar contacto con el barco nos dimos cuenta que iba a ser algo diferente en decoración a los anteriores barcos de crucero en los que habíamos navegado, donde la elegancia y los dorados predominan sobre manera. Eso si, y para sorpresa nuestra, no hubo ninguna copa de espumoso de bienvenida a bordo, aunque con el ajuste de tarifas no es de extrañar.

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viernes, 27 de mayo de 2011

La región de Salzkammergut; recorriendo sus pueblos más típicos

Una vez dejamos atrás Hallstatt, nuestro recorrido por esta maravillosa parte de Austria continuó con las ascensión a la localidad de Bad Aussee, que posee una arquitectura propia muy distinta del resto de localidades vecinas,  y el pequeño pueblo de Grundlsee.Y digo ascensión porque las pendientes que sortean el macizo de montañas donde está enclavado Bad Aussee superan el 34% en algunas ocasiones. Al regreso de nuestra visita a estas localidades nos sorprendió una gran tormenta que oscureció el cielo, y tengo que reconocer que descender estas pronunciadas pendientes convertidas en improvisados ríos, por supuesto en primera velocidad y sin casi tocar los frenos del coche, daba cierto respeto y nos recordó lo rápido que puede cambiar el tiempo por estos impresionantes macizos. Una vez de regreso al pueblo de Obertraun, situado en la orilla opuesta a Hallstatt, volvió a lucir el sol en todo su esplendor.


La localidad de Grundlsee nos recibió con una persistente lluvia
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martes, 26 de abril de 2011

Hallstatt y los Lagos de Salzkammergut


La región de los Lagos del Salzkammergut es una de las regiones más bonitas de Austria, y yo me atrevería a decir que de Europa. Los paisajes son absolutamente embriagadores, bucólicos, pero con vida, con gente. A diferencia de otras regiones europeas, aquí estos paisajes están salpicados por decenas de pueblos a cada cual más encantador. Son alrededor de 70 lagos rodeados de espectaculares montañas, con sus pueblecitos abrazando sus orillas y con un clima absolutamente cambiante… en cuestión de minutos diría yo.

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lunes, 21 de marzo de 2011

Viena. De los espectaculares palacios a las laderas de viñedos






Otra de las cosas verdaderamente interesantes de Viena son sus mercados. Concretamente el de Naschmarkt es de obligada visita. Una sucesión de puestos de productos frescos, comida callejera y otros cuidadísimos de frutas y verduras, todo color y todo aromas. Aunque en algunos momentos puntuales, y debido a la afluencia de público, puede ser verdaderamente complicado avanzar por sus puestos. Muy cerca del mercado está el curioso edificio Secesión que alberga en su interior salas de exposiciones de artistas de la Secesión ,y ya , en plena Karlsplatz, sea alza majestuosa la Karlskirche, la iglesia dedicada a San Carlos de Borromeo. Con un estilo difícil de clasificar, tiene dos enormes columnas a ambos lados del pórtico que recuerdan a minaretes orientales, dos pabellones también a los lados con cierto estilo oriental y una enorme cúpula. Y de la magnificencia de la Karlskirche, pasamos en un breve paseo a través de imponentes edificios y palacios, que albergan muchas embajadas extranjeras, a una de las plazas y espacios más grandes de Viena, la Schwarzenbergplatz, con una gran fuente que se ilumina con colores y el monumento soviético al ejército rojo. Aquí comienza el complejo Bevedere. Dos palacios, el Belvedere inferior y el precioso Belvedere superior, unidos por unos espectaculares jardines de estilo frances con fuentes y cascadas. Este Palacio fue residencia del príncipe Eugenio de Saboya y alberga la Galería de Arte Austriaco con obras de Munch, Renoir y Monet, además del omnipresente Gustav Klimt. El cuadro suyo titulado “el beso” lo puedes encontrar por toda Viena, impreso en los más variopintos objetos; ya sean lapiceros, tazas, poster, libretas, mecheros, y cualquier otro objeto con un mínimo de superficie donde poder estamparlo.

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viernes, 4 de febrero de 2011

Viena; la ciudad imperial por excelencia



Y por fin la última de las grandes capitales que visitaríamos en este inolvidable viaje. Dejábamos Budapest por la mañana, que nos despedía con los mismos atascos con los que nos recibió dos días atrás, y después de un corto trayecto de dos horas por autopista, llegábamos a Viena, ciudad imperial por excelencia. Paramos en la frontera para adquirir la viñeta que nos permitía poder circular por las autopistas austriacas, con una validez de diez días. Que a nadie se le ocurra saltarse este trámite porque unos kilómetros más adelante la policía austriaca desviaba a todos los vehículos por un área de descanso para comprobar que hubieran pasado por caja. Los que no lo habían hecho quedaban retenidos e imagino que con una buena multa de souvenir. Y llegamos a nuestro hotel en Viena. Un “presunto” cinco estrellas llamado Renassaince Wien Hotel. Digo presunto porque difícilmente llegaría a cuatro según nuestro criterio. Porque a pesar de pagar un suplemento por acceder a una habitación superior en el que incluían el parking para nuestro coche y el minibar no alcohólico, tanto el desgastado mobiliario, como el anticuado y lamentable estado del cuarto de baño, junto a un cierto pasotismo en la atención en recepción, no lo hacía merecedor de su categoría. En cambio, el abundante y buen desayuno bufet, el parking relativamente asequible en comparación a los precios del centro y su situación a diez minutos en metro del centro de Viena, y con la estación justo frente al hotel, pudo mejorar bastante nuestra estancia en el mismo. En fin, que después de esperar más de media hora en recepción mientras prepararan nuestra habitación (y eso que llegamos a las tres y media de la tarde), dejamos todas nuestras cosas, nos dimos una rápida ducha, y nos dirigimos raudos a asaltar la ciudad. Raudos hasta que salimos del hotel, porque en ese preciso instante, el cielo se empezó oscurecer, los rayos y los truenos se repartían a partes iguales y cayó una impresionante tromba de agua, que dejaba las calles impracticables. Pero igual de repentina que llegó se fue y volvió a lucir el sol en el cielo vienes.



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martes, 25 de enero de 2011

Bratislava; una capital de contrastes




Aprovechando nuestra larga estancia en Viena, dedicamos uno de los días a visitar la pequeña capital de la República Eslovaca, Bratislava. Situada a doce kilómetros de la frontera con Austria, y a escasos cincuenta minutos en coche de Viena, esta encantadora ciudad nos transportó a un viaje en el tiempo. Al igual que en otras muchas ciudades del mundo, un río divide en dos partes la ciudad, en este caso el Río Danubio, pero también divide algo más. Separa dos mundos, dos historias diferentes, dos paisajes contrapuestos. Por una parte en una de sus riveras, el recogido y encantador casco histórico, lleno de belleza y monumentos históricos que nos transportarán a gloriosas épocas pasadas de la ciudad, y en la otra las construcciones “mastodónticas” y los antiestéticos barrios poblados de bloques de apartamentos, herencia del reciente pasado comunista del país.


Salimos temprano de nuestro hotel en Viena, en busca de la frontera con Eslovaquia, en el que resultaría ser uno de los días más calurosos de todo nuestro viaje por Europa. El breve trayecto por la estupenda y semivacía autopista que une ambas capitales, transcurrió por paisajes de llanuras, campos labrados y regiones viticultoras, y que disfrutamos a tope con el coche descapotado, con la melena al viento como suele decirse y percibiendo los aromas de los campos circundantes. Casi sin darnos cuenta nos habíamos plantado en la frontera, con la visión al fondo del Castillo de Bratislava, y una seria, fría, seca y rubia eslovaca nos despachó la viñeta para que pudiéramos circular por la autopista hacia Bratislava. Pues estamos apañados, pensé. Como todos los eslovacos sean como esta “dicharachera” señorita, me parece que nos vamos a divertir. Afortunadamente fue la excepción y nuestra pequeña experiencia con la gente de la ciudad fue muy positiva y siempre nos atendieron con amabilidad y corrección. La entrada a la ciudad fue un poco impactante. Las avenidas lineales, y los enormes y cuadrados bloques de apartamentos de hormigón, nos recordaron a los barrios del extrarradio de San Petersburgo, con algunos coches Lada y Trabant aparcados en los alrededores. Pero enseguida se abrió ante nosotros la visión del majestuoso Castillo de Bratislava, y el precioso casco histórico, en el momento que cruzamos uno de sus modernos puentes sobre el río Danubio. En uno de los semáforos aprovechamos para capotar el coche, ya que el sol empezaba a apretar y nos hacía presagiar un axfisiante día de calor, para más tarde dirigirnos a uno de los aparcamientos del centro de la ciudad.

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lunes, 17 de enero de 2011

Budapest; Del bullicio de Pest al sosiego de Buda



Este día nos levantamos temprano, dispuestos a “devorar” la ciudad. Pero claro, para eso íbamos a necesitar reponer fuerzas con un buen desayuno. Como ya dije anteriormente, el hotel New York nos ofreció un estupendo y completo desayuno en los días que permanecimos alojados en él. Casi cualquier cosa que te pudiera apetecer estaba disponible; toda clase de embutidos húngaros, patés, zumos naturales, productos de plancha, tortillas preparadas en vivo y al instante, salmón ahumado o marinado, excelente bollerías y tartas, pudín, guisos de judías, huevos al gusto, lomos de pescado blanco, etc..todo servido en un entorno encantador. Mientras desayunábamos decidimos que íbamos a obviar algunas visitas necesarias en esta maravillosa ciudad, como algunos de los importantes museos que posee o el Parque Memento, ubicado en las afueras, es un museo al aire libre que reúne más de cuarenta estatuas de la propaganda soviética que originalmente estaban emplazadas en lugares públicos de Budapest. Algo difícil de ver, ya que en la mayoría de los países de la órbita de la antigua URSS, han destruido cualquier símbolo de propaganda roja. Por supuesto, la visita obligada a los baños termales como los Baños Gellért o los enormes Baños de Széchenyi, que por algo Budapest es la ciudad de los baños termales. Estas y otras cosas las dejamos como deberes para la próxima visita a la ciudad.

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viernes, 7 de enero de 2011

Budapest, unida por el Danubio


Y llegó el día, nos poníamos de nuevo en camino y esta vez en dirección a Hungría, a Budapest para ser más concreto, a casi 2500 kilómetros de nuestra casa, es el destino más lejano que jamás hayamos ido en nuestro coche. Cuando inicias una aventura viajera de este calibre, de tres semanas de duración y visitando numerosos países, una de las cosas que no puedes pasar por alto es la legislación y normas de circulación de los países que piensas visitar. Es importante conocer las tasas de alcoholemia permitidas, los límites máximos de velocidad en las diferentes vías, si es necesario botiquín de primeros auxilios, o triángulos de emergencia, o si es obligatorio circular con las luces de día, etc.. Y por supuesto buscar si hay que pagar una viñeta para poder circular por autopistas y, si es posible, donde poder adquirirlas. Pues bien, después de recorrer el espectacular paisaje de la parte norte de Eslovenia cruzábamos la frontera con Hungría, pero esta vez y a diferencia de Eslovenia, y más tarde de Austria o la República Eslovaca, no había por ningún lado un puesto de venta o bar o cualquier otro sitio donde vendieran la puñetera viñeta para poder circular por las autopistas. Es más, la frontera estaba completamente desierta y aparentemente sin ningún signo de vida , pero con unos enormes y amenazantes carteles que exhibían la obligatoriedad de comprar la susodicha viñeta de las narices ¡Vale! Pero donde coño la puedo comprar. Así que no nos quedó más remedio que continuar pensando que en uno o dos kilómetros encontraríamos una gasolinera o café donde las venderían. El caso es que los kilómetros de autopista iban pasando; diez, veinte, treinta.. y por el camino no encontrábamos ningún signo de civilización más allá de las cámaras de vigilancia que cada ciertos kilómetros grababan la matrícula española de nuestro coche, y que no hacían otra cosa que llenarnos de preocupación pensando que en cualquier momento aparecería una patrulla de policía para meternos un multazo de no te menees. Nos sentíamos como “Bonnie and Clyde” o como “Thelma y Louise”..al margen de la ley, aunque en esta última no se muy bien si yo soy Louise o Thelma. Y de repente vemos un cartel con el anagrama de la viñeta. La salida de la autopista daba a una glorieta, que a su vez daba a otra y ésta a una carretera y nada más. Ni edificios, ni bares, ni nada de nada..y ahora por donde tiramos, por la derecha o por la izquierda. Después de estar parados un rato, decidimos tirar por la izquierda con la esperanza de encontrar un café o una gasolinera donde poder comprar la maldita viñeta, pero pasan los kilómetros y sólo vemos bosque y más bosque, y cuando empezamos a perderla vemos un restaurante en medio del bosque donde, por fin, pudimos hacernos con ella.

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viernes, 17 de diciembre de 2010

Piran, la más bella de Istria



Nuestro viaje hacia el sur de la costa eslovena, a la región de Istria, acababa en la pequeña ciudad de Piran, muy cerca de la frontera croata. Una ciudad que perteneció a la Serenísima Republica de Venecia durante más de cinco siglos. Llegamos hasta ella después de atravesar una enrevesada carretera con sube y bajas constantes, que ofrecía a momentos unas bellísimas vistas de pequeños bosques, calas escondidas y diversión constante al volante. Descendimos por una gran pendiente hasta encontrarnos en las mismas puertas del pueblo. Pero claro, no iba a ser tan fácil y al estar el acceso restringido al mismo, no nos quedó más remedio que dejar el coche en un aparcamiento público que se encuentra a mitad de la cuesta y que está excavado en terrazas en la misma ladera que cae hacia el mar. Para bajar ningún problema, aunque con el sofocante calor que hacía y a medida que íbamos descendiendo, ya sabíamos que la vuelta hasta el coche se iba a hacer bastante dura. Con lo primero que nos topamos fue con un largo malecón que los turistas y locales utilizan a modo de solarium y al que han instalado en algunos tramos escaleras que dan acceso al mar y que permiten darse un buen baño. Y con el calor que hacía no nos lo pensamos dos veces. Afortunadamente llevábamos en la bolsa una toalla y los bañadores pero…¡ vaya fallo !.. y gordo. No los teníamos puestos así que tuvimos que enroscarnos la toalla por turnos, y haciendo equilibrios y malabares como tantas veces hemos visto a otros en las playas, conseguir colocarnos el bañador sin enseñar las vergüenzas, o lo menos posible en mi caso, ya que demostré una gran inutilidad para tal menester. Y es que mira que es complicado colocarse un bañador con la “jodía” toalla, es todo un arte. Aunque la recompensa fue enorme. Zambullirse en esas transparentes aguas de color turquesa, en un día cuyas temperaturas a la sombra superaban los treinta grados, fue como diría Enrique Iglesiasuna experiencia religiosa”. Eso si, a la hora de acceder al muelle de nuevo por la escalera había que tener sumo cuidado si uno no quería dejarse la mandíbula o cualquier otra cosa, ya que al espabilado de turno sólo se le ocurrió poner escalones redondos de acero inoxidable que resbalaban como una anguila empapada en aceite. Y para acabar de redondear el ejercicio de riesgo , los peldaños estaban soldados a casi un metro de separación entre ellos con lo que había que descoyuntarse medio cuerpo para poder subir al muelle de nuevo, aunque nosotros al menos pasamos la prueba con éxito y sin rompernos la crisma.

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martes, 14 de diciembre de 2010

Koper e Izola. La puerta de entrada al adriático esloveno.


Este día nos levantamos con la intención de conocer la costa adriática eslovena y más tarde, de regreso a Ljubljana, hacer una parada en el Castillo de Predjama, ya que nos cogía de camino. Lo que pasa es que una cosa son los planes que preparamos en la cabeza, y otra muy distinta como se desarrollan las cosas más tarde. No habíamos tenido en cuanta la cantidad de tiempo que íbamos a dedicar a las preciosas localidades de la costa eslovena, en especial Piran. Lo primero que hicimos fue bajar al buffet a tomar fuerzas con un espléndido desayuno y luego montarnos en el coche, en un precioso día soleado para dirigirnos al sur, al Adriático. La mayoría del camino hacia Piran (unos 130 kilómetros) lo hicimos por autopista, hasta casi llegar a Koper,(a unos 100 kilómetros) y de ahí hasta Piran transcurrió por una carretera costera que nos ofreció espectaculares vistas de la costa, a veces al mismo nivel del mar y otras ascendiendo por montes y cuyos miradores nos dejaron absolutamente sin habla. Pero iré por partes.

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sábado, 4 de diciembre de 2010

Ljubljana. La bellísima capital de Eslovenia

Y llegó el momento de dejar atrás Italia. Continuando con nuestra “escapada” de tres semanas en coche por Europa y después de seis días recorriendo las regiones del Piamonte, Emilia Romagna y el Véneto, nos poníamos en camino desde Padua (nuestra última base en esta parte de Italia) en dirección a Eslovenia. Lo que pensábamos que iba a ser un cómodo trayecto de poco más de hora y media hasta llegar a Ljubljana, sobre todo una vez pasado el tramo que creíamos más conflictivo, es decir la salida de la autopista hacia Venecia , se transformó en seis tortuosas horas ¡Madre mía! Retenciones de veinte kilómetros antes de llegar a Trieste. No entendíamos lo que pasaba ¿Acaso todos los italianos y una gran parte de Europa habían decidido ir a la Costa Dálmata al mismo tiempo? Es que llegábamos a estar un cuarto de hora totalmente parados, y cuando por fin se avanzaba era unos pocos metros nada más. Algunos sacaban los pies por las ventanillas, otros formaban corrillos fuera de los coches mientras charlaban con resignación, o aprovechaban para echar alguna cabezadita, y yo hacía viajes al maletero de nuestro coche en busca de agua o de algún tentempié, y todo bajo un sol de justicia y temperaturas que superaban los treinta grados. Pero lo más indignante fue que no era porque no cupiéramos los coches en la autopista, o media Europa hubiera decidido salir con el coche en esa dirección. La razón era que había que pasar por el puñetero peaje de Trieste. Una docena de garitas, de las cuales casi la mitad estaban cerradas. Entonces ¿cómo no se iban a formar retenciones kilométricas? En fin, escenas variopintas de las que ya habíamos tenido alguna prueba en otro peaje en Francia, en Montpellier. Allí los siempre dicharacheros holandeses se llevan monociclos en los maleteros de los coches y furgonetas, y se dedican a hacer carreras entre los coches parados en la autopista, mientras se graban en vídeo con los móviles. Supongo que las imágenes acabarán subidas en el Youtube.

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lunes, 29 de noviembre de 2010

Capri. De como sucumbir a su belleza

A pesar de haber estado anteriormente en dos ocasiones en Nápoles, el hecho de haberla visitado durante unas horas en escala de crucero, no nos había permitido conocer uno de los iconos turísticos internacionales por excelencia de esta zona, y diría que de toda Italia. Y no es otro que la Isla de Capri, frente a la península sorrentina  . Pero lo curioso es que esa fama no es reciente, ya que viene desde los tiempos del Imperio Romano. El emperador Tiberio mandó construir una villa para alejarse de la política de Roma y pasar allí sus últimos años de vida (muy sabio el tal Tiberio...me refiero a alejarse de la política, y además con muy buen gusto). Y ya a mediados de los años  cincuenta,  personalidades como Brigitte Bardot, María Callas, Ava Gadner o Jacqueline Kennedy se fijaron en este paraiso y le colocaron como destino de la jet-set internacional. Quizás estas divas fueron las que pusieron de moda las sandalias caprenses, o los pantalones cortos marineros y blusas inmaculadamente blancas. Ese "look" aún ocupa hoy en día los escaparates de algunas pequeñas tiendas de moda. 

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lunes, 22 de noviembre de 2010

Tarquinia. La alternativa en crucero a Roma

Tengo un defecto, bueno… tengo muchos pero no vienen al caso. Pero éste en cuestión si que atañe al tema, y no es otro que lo que me puede gustar regresar a los lugares o ciudades que previamente he visitado en otra ocasión. No diré que esté al mismo nivel que el vicio o la necesidad imperiosa que tenemos por conocer sitios nuevos, pero poco le falta. Y es que cuando vuelves a aquella ciudad en la que ya habías estado en otra ocasión, las cosas se ven de otro modo, te cambia las prioridades de los lugares a visitar y tu vista se fija en cosas que la primera vez te pasaron totalmente desapercibidas. O acaso en una primera vista a una ciudad alguien se fija en los que se desplazan al trabajo en su sccoter, o en las madres y padres que esperan a sus hijos en la puerta del colegio mientras se ponen al día de los chismes más recientes, o cuáles son los productos frescos que esa “mamma” italiana elige en cualquier mercado de Roma y que se llevará a su casa para preparar la comida del día, toda una institución en Italia, me refiero a la hora de la comida, bueno, y a las “mammas” también. Y es que, a pesar de haber estado en cinco ocasiones en Roma y, habiendo visitado todos los monumentos habidos y por haber, no nos aburre nada esta maravillosa ciudad. Simplemente nos dedicamos a profundizar en barrios que, o bien no habíamos visto en anteriores veces, o los conocíamos muy de pasada. Lo que pasa es que acabábamos de estar hacía poco más de tres meses y tampoco es cuestión de desgastarla. Así que había que encontrar una alternativa, ya que nuestro espíritu inquieto no aceptaba una larga estancia de doce horas sólo en Civitavecchia. Y esa alternativa existe y se llama Tarquinia.

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domingo, 21 de noviembre de 2010

La ciudad de Lucca. Entrañable, pintoresca, romántica, maravillosa



Lucca ha sido una de las sorpresas más agradable de este crucero. Rodeada en su totalidad por una impresionante muralla rojiza, en su interior no sólo descubrimos rincones encantadores e iglesias monumentales. Lo mejor de todo es que encontramos vida, y no sólo por los numerosos turistas que deambulan por sus estrechas y retorcidas calles. Al contrario de otras turísticas ciudades italianas, que se asemejan a grandes parques temáticos, perfectamente conservadas pero carentes de autenticidad, en Lucca se habita, se hace la compra diaria en bicicleta, se acude al trabajo, sus vecinos se saludan, se conocen, se interesan unos por otros, se reúnen en sus cafés. Es una ciudad viva. Además tiene un ambiente muy tranquilo que nos permitió pasear relajados y sin prisas disfrutando de la inmensa belleza que posee y de un patrimonio envidiable.

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