domingo, 8 de junio de 2014

Noumea; Place des Cocotiers, el lugar de encuentro



Y ahí estaba, la primera escala del crucero, Noumea, la capital del lejano archipiélago de Nueva Caledonia. Después de dos días de navegación y 1.074 millas marinas recorridas, la mañana nos saludó con un espléndido día soleado en esta parte de la Melanesia. Las vistas de las que disfrutábamos desde las cubiertas altas del Oosterdam nos hicieron presagiar que íbamos a disfrutar de una preciosidad de ciudad con pinceladas coloniales. Y el recibimiento a pie del crucero por un vistoso grupo de danzas tribales ataviados con una explosiva ornamentación y pinturas en sus cuerpos  nos dejó claro que estábamos en el maravilloso Pacífico Sur. Un lugar conocido por el carácter amigable y cercano de sus gentes y pueblos, pueblos que por otra parte y hasta hace no demasiado practicaba el canibalismo como forma cultural de poseer el alma de sus enemigos en la busca de fortalecer el suyo propio. Pero eso fueron otros tiempos.  Las vistas de las numerosas bahías que rodean  Noumea, con sus cristalinas aguas de color turquesa, no hicieron apresurarnos en desembarcar del Oosterdam. Como casi siempre tantas cosas bellas por ver y tan poco tiempo.



La Bahía de la Moselle

Una vez desembarcados, un autobús de la autoridad portuaria nos trasladó hasta el mismo centro, a los muelles de los ferry. Y a escasa distancia de los muelles, en el corazón de la ciudad, la Plaza de los Cocoteros (en francés Place des Cocotiers),sin lugar a dudas el lugar perfecto para ver el mundo pasar. Y así lo han debido de entender sus gentes porque gran parte de su tiempo lo pasan bajo las sombras de las palmeras en animados grupos de conversación. En esta plaza se celebran gran variedad de eventos que pasan desde mercados callejeros donde adquirir casi cualquier cosa hasta conciertos que amenizan los calurosos días. La Plaza de los Cocoteros es un exuberante jardín tropical con multitud de palmeras y grandes y frondosos árboles. En todos los documentales que he podido ver siempre aparece como uno de los grandes atractivos de Noumea. El motivo no es otro que es el mejor lugar donde poder observar la variedad de etnias que viven en Nueva Caledonia, con predominio de melanesios (aquí llamados canacos) y en menor medida población polinesia, hindú y por supuesto expatriados franceses y europeos (llamados caldoches), e incluso se puede intercambiar algunas palabras con los relajados caledonios que ven la vida pasar pausadamente en la Place des Cocotiers.




En la Plaza de los Cocoteros se ofrecen conciertos regulares en la rotonda de la banda, de hecho iban a montar cableado y sistemas de sonido en la parte alta de la plaza, justo donde se alza este templete que data del año 1800 nada más y nada menos, y al que pude fotografiar sin estorbos por los pelos. También se montan mercadillos con puestos de productos frescos y artesanías locales, donde los trabajos en madera sobresalen sobre cualquier otro.


El Museo de la Ciudad muestra la historia de la capital, Noumea, y de sus primeros colonos a lo largo de los tiempos y expone una muestra de los tiempos penitenciarios. Está ubicado en un antiguo y precioso edificio colonial que antiguamente fue el ayuntamiento de la ciudad.

  



Los corrillos eran habituales, siempre bajo la sombra de las frondosas palmeras.



El tablero de ajedrez gigante se encuentra cerca de la rotonda de la banda, y es uno de los puntos más concurridos por los habitantes de Noumea en  la Plaza de los Cocoteros, junto a la zona del campo de petanca. Se nota la influencia ejercida por la metrópoli a lo largo de todos estos años exportando la pasión por el fútbol y por la petanca.








Después de deambular por la Plaza de los Cocoteros, asombrar a algún caledonio cuando nos preguntaban de donde éramos, y de curiosear por algunas de las calles adyacentes y comercios que rodean la plaza, no dirigimos de nuevo a la zona de la Bahía de la Moselle. Allí tomamos un autobús que nos iba a trasladar hasta la espectacular edificación del Centro Cultural Jean Marie Tjibaou.


A lo largo de las orillas de la Bahía "des Citrons" y de la Bahía "L´Anse Vata"  se extiende un gran paseo marítimo con largas playas donde disfrutar del mar y del sol. En esa "promenade marítima" también se alinean la mayor parte de los complejos hoteleros de Noumea, y está repleta de bares, restaurantes y discotecas para el ocio nocturno. Es el lugar donde rematar la noche después de una jornada llena de actividades de sol y buceo, o de exploración de la espesa selva que puebla una gran parte de la "Grande Terre", que es como los canacos denominan a la gran isla principal de Nueva Caledonia


Pero antes de llegar al Centro Cultural hicimos una parada en lo alto del mirador de Anse du Fort, en el parque Ouen Toro. En esta colina permanecen expuestos unos cañones de la Segunda Guerra Mundial y disfrutamos de unas maravillosas vistas panorámicas de las lagunas de Noumea, y de la barrera de corales y arrecifes que rodea en casi su totalidad la zona marina de esta zona de la Gran Tierra de Nueva Caledonia y de la propia Noumea.




En la distancia se podía vislumbrar desde el mirador de la colina la Amedde Island, a 24 kilómetros de Noumea , una reserva marina natural situada en la barrera de coral de Nueva Caledonia, en la que es la laguna más grande del mundo. Esta laguna fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad en el año 2009. En la fotografía es posible apreciar el romper de las olas del océano tras los arrecifes, justo detrás de la Isla Amedee. Aguas cristalinas y hermosas playas de arena blanca son las protagonistas en estas islas de la laguna. El Faro de Amedee fue construido en el año 1865 y es uno de los más altos del mundo. Su luz guía a los barcos a través de su paso natural de Boulari, una de las tres entradas naturales que posee el arrecife de Nueva Caledonia.


Los arrecifes de coral de Nueva Caledonia son los segundos mayores del mundo en tamaño, justo por detrás de la Gran Barrera de Coral de Australia. Su diversidad de fauna es impresionante.


La Iglesia de la Concepción, en el barrio periférico de Robinson, contiene muchas placas con leyendas para agradecer los favores o/y milagros a la Virgen María. Construida en el año 1874 es la iglesia más antigua de Nueva Caledonia, edificada por los primero misioneros.









Algunos edificios coloniales han sido abandonados a su suerte. Espero que esto cambie pronto.

La limpia y pura sonrisa de los pueblos del Pacífco sur

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